jueves, 23 de septiembre de 2010

UN ARGENTINO DIFERENTE


Un argentino diferente

Me considero un argentino diferente, porque soy un negro que habita en el Conurbano bonaerense, aunque podría estar viviendo en alguna de las villas de la Capital; total, hay tantas que alguna me dará conchabo; no importa en cuál, me da lo mismo.
No soy muy viejo, tengo apenas 35 años, pero ya tengo 5 pibes, por los cuales y gracias a los giles que aportan, cobro 900 pesos en concepto de asignación universal por hijo, más 1.000 pesos por un plan Argentina Trabaja, más un plan Trabajar de mi mujer por 150 pesos, que duplico por otros dos planes iguales de mis suegros, lo que suma un total de pesos 2.350 para mi hogar.
Todo esto me viene gratis, ya que ninguno trabaja y lo cobro sin problemas en los cajeros.
La casa donde vivo me la regalaron o la usurpé, me da lo mismo.
A todo esto hay que sumarle alguna changuita que me hago cuando el puntero peronista me convoca y voy a vociferar a la vía pública la Marcha Peronista en apoyo a Cristina, con un palo o un fierro en la mano, con la cara tapada con pañuelos o pasamontañas.
¿Trabajar? ¿Para qué? Nada, no trabajo. ¿Para qué?, si con lo que me da el gobierno alcanza y sobra.
No pago impuestos, la luz y el gas me los subsidian, me dan bolsones de comida, calzo de primera marca, estoy enganchado al cable y tengo celular de última generación.
Tengo tiempo para ir a la cancha, juntarme con los muchachos de la barra brava para romperle la cabeza a un contrario o a un policía.
Me gusta romper los trenes, las plazas, las bolsas de basura y hacer pintadas en algún edificio público.
En la heladera, tengo un amplio surtido de vinos y cervezas, además del paco y la merca.
De la alimentación de mis vástagos se ocupa la escuela pública y si alguna maestra se atreve a querer disciplinarlo, voy con mi mujer y le pegamos una piña, qué se cree que es. A veces, los llevo a las marchas, para que vayan absorbiendo la cultura piquetera, y los uso como escudos humanos, si los ratis se ponen pesados.
A veces, la merca me hace mal y salgo a afanar, a víctimas fáciles, como los pibes que salen de las escuelas o los jubilados, porque esos no saben defenderse. Si engancho algún laburito fácil, lo hago por pocos días y nunca en blanco, porque pierdo los planes sociales, y eso es fatal para mí.
La farra empieza para mí los viernes: hago sonar Los Pibes Chorros, me drogo; luego, asado los fines de semana y, por culpa de la resaca, los lunes duermo hasta tarde.
Si hay algo que no me gusta, salimos con los compa a cortar calles, con un arsenal de piedras para repartir a troche y moche.
Me río de los imbéciles que trabajan y pagan sus impuestos, porque gracias a ellos yo puedo seguir adelante con mi cómoda vida.
El Estado me garantiza libertad de acción y si caigo preso por algún motivo, las benignas leyes y los derechos humanos me amparan.
No tengo mucho más que decir. Recordá siempre que yo existo gracias a vos y a tus impuestos. ¡Gil de goma!... Sigan participando.
Un argentino diferente.
PS: Esto no es más que un sueño relatado. En mi Argentina, esto no existe o, si existiere, sería para pensar.

Humberto Adalberti
Bahía Blanca

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