martes, 1 de abril de 2008

ARGENTINA REVUELTA

By ALEJANDRO A. TAGLIAVINI
Buenos Aires -- Isabel Perón (''Isabelita' ') se convirtió en presidente de Argentina a la muerte de su esposo. Si por algo se caracterizó su ''gobierno'' fue por el caos y la violencia. El terrorismo izquierdista estaba en su máximo apogeo y ella ordenó la represión. Pero, a mi modo de ver, lo más sintomático fue la creación del grupo parapolicial de extrema derecha, la sangrienta Triple A.
En rigor, el caos y la violencia van de la mano. Violencia es, precisamente, lo que va contra el desarrollo natural (espontáneo) de las cosas, dice la escolástica. Y, la destrucción de este ordenamiento del crecimiento armónico natural provoca el caos.

Justamente, el estatismo --el peronismo en este caso-- consiste en la utilización del poder represivo del Estado para imponer sus ''leyes'' sobre las naturales. Violencia que, además, provoca una tensión creciente que, lamentablemente, muchas veces termina en mayor violencia.

Y es esto lo que ocurre ahora en Argentina. Un Estado cada vez más represivo está encontrando respuestas cada vez menos pacíficas. Lo que, a su vez, es la excusa ideal para que el gobierno provoque aún más represión, necesaria para mantenerse activo.

Desde el año 2003, el valor del futuro de soya en la bolsa de Chicago creció 160%. Por esto se ha convertido en la principal exportación argentina que financia (con retenciones de por medio) el 60% del superávit fiscal. El gobierno, ávido de dinero fácil y ajeno, decidió aumentar las retenciones (impuesto a la exportación) hasta casi el 50%.

Así, de cada $100 que un agricultor debería cobrar, $44 son para las retenciones, $6 son para el IVA. Con los $50 que le restan deberá entonces pagar insumos tales como el gasoil y la electricidad, que contienen un 50% de impuestos. Sobre lo que le queda deberá además pagar un 35% de impuesto a las ganancias y, créalo o no, otros impuestos más. Y esto sin contar conque, como simple consumidor, deberá costear un 21% de IVA en todo lo que consume.

De manera que, al campo argentino, uno de los más eficientes del mundo, que produce alimentos para 300 millones de personas, el Estado le quita --vía retenciones- - el equivalente a la alimentación para 120 millones de personas, pero resulta que los argentinos, que sólo son 40 millones de habitantes, nunca sufrieron tanta pobreza, marginalidad, delincuencia y hambre.

Esta situación ha provocado la ira creciente de la gente del campo, cuyos gremialistas iniciaron un paro por tiempo indeterminado, con cortes de rutas en muchos puntos del país, impidiendo la libre circulación. Así, el desabastecimiento de productos ya se empieza a sentir en las ciudades.

La presidente Cristina Kirchner endureció su posición provocando la espontánea ira popular y miles de personas protagonizaron cacerolazos en varias ciudades del país. Como buen gobierno peronista (fascista de origen, aunque muchas veces utilice eslóganes y huestes izquierdistas) envió a sus fuerzas de choque: los sindicatos y ''piqueteros' ' oficialistas, que produjeron enfrentamientos violentos.

En este país, durante su época de más esplendor, el trabajo de presidente era un part time (porque el Estado poco hacía) y el mandatario de turno caminaba solo desde su casa a la oficina. Ahora a la Casa Rosada le han puesto enormes rejas para aislarla de la ciudadanía. (Se diría que temen ``la toma de la Bastilla''.)

Sólo espero que el gobierno de ''Isabelita' ' Kirchner no funde la Triple K.




[©FIRMAS PRESS]
Miembro del Consejo Asesor, Center
on Global Prosperity, Oakland, CA

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