sábado, 19 de abril de 2008

EL RACISTA

D'Elía y el racismo
Reflexiones, por Raúl Acosta
El dirigente político oficialista Luis D’Elía obliga a muchas preguntas, trae algunos miedos y repone muchísimas prevenciones.
Todo dirigente, todo actor social, existe por poder delegado. Alguien está representado en todo poder delegado y eso sucede con D’Elía. Una gran cuestión es saber eso: a quien representa D’Elía.
Luis D’Elía es morocho y gordo, yo también. Tiene la voz aflautada; ésa es una diferencia. ¿Me representa D’Elía?
En sus últimos actos públicos se ha reivindicado como morocho de los arrabales de una gran ciudad, una ubicación que nos comprende a muchos. De algunos ciudadanos como él deviene su poder (delegado) porque poder, en serio, lo posee.
D’Elía se define en la acción: es un exaltado. Cabe preguntarse si la identificació n divide. La identificació n fanática, exasperada y exasperante sí, siempre divide. La rivalidad no. D’Elía es exasperadamente exasperado, es frontal. Divide.
En la ciudad de Rosario conviven, más bien que mal, peronistas y otros, leprosos y canallas y pasión, la verdadera pasión, existe en ambos grupos. La exasperación no llega al río. Estas historias, cercanas, indican la ausencia de personajes de esas características. Suerte regional. Recemos para que siga.
La ubicación social, parece decir el funcionario oficial, define ideologías y acciones políticas. Define en blanco y negro, nada más. Corrijo, no parece decir, dice. Según él, quien nació en La Tablada debe, por construcción del damero urbano, odiar a los del Country Carlos Pellegrini. ¿Es cierto?
Dice que odia profundamente, hasta desear el exterminio, de "blanquitos" funcionales a causas del Imperio.
¿Me representa D’Elía?
Insistamos en esto. Cuando D’Elía asalta una comisaría y sigue siendo un funcionario- funcional al gobierno: ¿a quién representa D’Elía? Al peronismo... Al peronismo setentista.. . Luis D’Elía es el peronismo de Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner... El silencio es asentimiento.
Cuando corta alambradas de estancias (para la televisión), cuando habla de tomar la tierra para los desposeídos, cuando menciona una palabra difícil: "usucapión" y menciona las tierras de los ferrocarriles, cuando en sus discursos amenazadores mezcla elogios y en las alabanzas menciona a Chávez y la revolución bolivariana: ¿habla en mi nombre?
Angustiadamente pregunto: ¿es un auténtico delegado del pueblo defendiendo a Cristina y el orden constitucional, trompeando gente en la Plaza de Mayo ante el peligro de un golpe mediático que voltearía-volteariol a al gobierno?
¿Cree lo que expone como argumentos al hablar de patria y golpe de Estado en los reportajes.. .?
Aceptemos que los argumentos públicos de Luis D’Elía para existir en los medios de comunicación no son los mejores, pero son los que le aceptan. A los actores políticos por sus frutos los conoceréis, mediáticamente hablando. D’Elía era un producto de la sociedad, la tevé lo multiplicó. Los medios promocionaron a D’Elía. Mucho.
Aún eso, lo de su promoción, no es claro. Es otro punto difuso, brumoso, inasible. El D’Elía de los medios es uno, el que anda por los arrabales del conurbano bonaerense es otro. Aquel, el original, el que devino en mediático, sostienen que actúa de modo distinto en mitad de sus compañeros.
El D’Elía barrial tenía (tiene) encuentros, charlas, conversaciones, actos que no son secretos, son privados. De esos poco y nada se sabe. ¿Son sanos, buenos, legales...? ¿Ayudan a una mejor y más transparente práctica democrática ?
¿Vende "paco" o levanta dispensarios para los pobrísimos abandonados del tercer cordón? Robin Hood o Escobar Gaviria… El día a día es misterio.
D’Elía fabrica dudas. Si asaltar una comisaría no es suficiente para el castigo, si trompear no alcanza para la vindicta pública de los principales actores de la política argentina, que no lo condenan por lo visible, que es pésimo, lo peor puede estar detrás, puede y acaso esté. No lo sé. No lo sabemos.
No hay ministro, ex-presidente y presidenta que lo condene. Se vio, es público y muy notorio. Lo abrazan y lo besan. Está dentro de lo posible, es parte activa de la política del siglo XXI en Argentina. En él está un extremo racista de la política actual. Así es, en parte, la política oficial.
Revolución Bolivariana versus Imperio Yanqui. Viva Irán. Viva Cristina, mueran los salvajes unitarios (que son los federales, como se sabe). Iglesia Católica, Duhalde, Daia, si sumamos sus peleas y enfrentamientos. D’Elía se ha cargado a todas las entidades y personas que la pareja gobernante ha denostado. Hay una simbología similar en los K y el D’Elía que aparece públicamente. ¡Cómo negar el correlato!
No hay que olvidar los ataques a las estaciones de servicio Shell ni los escraches ante la Sociedad Rural.
Todos los sucesos públicos de D’Elía rondan la ilegalidad o la pisan directamente. No es un hombre solo, ni espera.
No es posible, mas allá de la distracción cómplice, aceptar a D’Elía sin reconocer que no es nuevo, insano o inocente. Es parte de una política oficial que excedió, largamente, al peronismo fundacional, lo exacerbó, lo pasó a un estadio de barbarismo.
Los mandantes de D’Elía han apostado. Una timba fortísima.
Cuidado. Mucho cuidado. D’Elía está poniendo en superficie lo peor de una sociedad que no se había mirado en estos espejos desde la primera mitad del siglo XX y empieza a hacerlo.
D’Elía despierta el racismo y la lucha de clases. Si se había ido reinventó el racismo. Si había muerto la contradicción de la sociedad burguesa la re-posicionó. Si estaba en esporo el virus de la intolerancia lo reavivó. ¿Es bueno que así sea...? No hay dudas, usemos las mayúsculas: NO.
Deberíamos agregar otra duda, también metódica. ¿No será, al fin, la siniestralidad de D’Elía una necesidad para que nos miremos en el espejo sin hipocresías.. . sin ninguna hipocresía... ?
Final, insistente final: ¿en nombre de quién habla...en nombre de quién...?
Si alguien se animase a decirlo tendríamos menos hipocresía, menos discurso dual. Si alguien se animase a blanquear el problema que presenta D’Elía éste, el problema, sería mayúsculo. Pero habría menos sorpresas, equívocos y desengaños.
D’Elía no está solo. Eso es muy peligroso. La burguesía se asusta. Nos asustamos. Conjuguemos. Yo me asusto, vos te asustás, ellos no se asustan
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