jueves, 3 de abril de 2008

MATAR A LOS BLANCOS

La 'fuerza de disuasión'



Por Pedro Sánchez



Al kirchnerista Horacio Verbitsky le parece una exageración llamar a Luis D'Elía y su banda, "la 2da. Triple A".



Es para debatirlo pero Verbitsky deberá aceptar que todavía es temprano que decir que sí como que no.



El producto de mayor demanda por estas horas, entre los espíritus frágiles, es el betún o cualquiera cosa que pueda transformar a un blanco en negro.



Convertir a los argentinos en remedos de Al Johnson, aquel blanco norteamericano que se pintó de luto para hacer, en 1927, El Cantor de Jazz , la primera película sonora en la historia, sería el remedio para evitar la muerte prometida a manos de Luis D' Elía, el parapolicial jefe de la segunda edición de la Triple A.



Este personaje, asaltante de comisarías, que disfrutó de un cargo y cuantiosos recursos durante la presidencia de Kirchner, ha regresado al empleo irregular de la fuerza para reprimir a los inexpertos manifestantes en el arte nada sutil de la violencia, que manifestaban en apoyo del paro agropecuario.



D'Elía ha dicho que "no tiene problemas de matarlos a todos" los blancos que viven en los barrios Norte y Recoleta de Buenos Aires, "porque lo mueve el odio a la oligarquía".



Convertido en "Ángel Exterminador", gracias a la patente de "ilesa humanidad" que le ha concedido el gobierno real, tendrá que comprobar los domicilios en esos barrios, para pasar sin provocar daños a las propiedades de la familia presidencial y de algunos, quizás muchos funcionarios, que no viven seguramente en la villa 31 ni en el Fuerte Apache.



Ornado con las charreteras de comandante de la "fuerza de disuasión", D'Elía ha dado un paso más para proclamarse victimario de todos los opositores al régimen que lo protege y que pone a su servicio las órdenes de pasividad enviadas en el conflicto a las escuadras de seguridad legales, sometidas a un acuartelamiento virtual.



Los hombres de Moyano han ofrecido también lo suyo, porque en el estilo del gobierno real, nada cae mejor que privatizar los conflictos para resguardar la capacidad de oficializar los agravios.



Las bandas terroristas armadas, que en los años setenta pasaron de la superficie a la clandestinidad, obedientes al enojo del Líder, han vuelto a emerger como reclutadores del odio y apologistas de la muerte, sin que al cierre de esta columna, ningún juez o fiscal haya advertido que existen recursos legales para detener y juzgar a quien no tenga "problemas de matarlos a todos".



Mazarino, el cardenal italiano que gobernó Francia durante la infancia de Luis XIV, bajo la regencia de Ana de Austria, escribió un Breviario para Políticos, que por estas horas debería tener en cuenta la gente odiada: Este hombre que condujo las negociaciones de Westfalia que pusieron fin a la Guerra de los Treinta Años, en un párrafo aconseja:



"Si alguien te ha dirigido palabras ofensivas y tu sientes que te altera la bilis, haz de modo que nada traicione tu cólera. Contente todo el tiempo que sea preciso para que las circunstancias hagan ineficaz cualquier manifestación de animosidad y no intentes vengarte. Al contrario, finge que no te has sentido ofendido. Espera que llegue tu hora..."



A la Casa Real que ha reemplazado de hecho a las instituciones de la República, habría que recordarles aquella advertencia que Ortega y Gasset estampó en Meditaciones del Quijote : "De querer ser a creer que se es, va la distancia de lo trágico a lo cómico".



Y el país no está para esas acrobacias sin red que está viviendo.

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