miércoles, 25 de marzo de 2009

YO ACUSO


Yo acuso*
[Carta a la Presidente de la República Argentina y a su esposo el ex Presidente. Texto completo]

Émile Zola
Carta a Cristina de KIRCHNER y a Nestor KiRchner
Presidenta de la República Argentina, y ex Presidente respectivamente. Señores: Me permitís que, agradecido por la bondadosa acogida que me dispensasteis, en este país hermoso en que he nacido y que, imitando y parafraseando a mi abuelo, de nombre y apellido homónimo, en su memorable carta de fines del Siglo XIX y que enviara al presidente de Francia, me preocupe de vuestra gloria y os diga que vuestra estrella, tan feliz hasta hoy, esta amenazada por la más vergonzosa e imborrable mancha? Habéis salido sanos y salvo de bajas calumnias, habéis conquistado los corazones. Aparecisteis ambos radiantes en la apoteosis de la fiesta patriótica que, para celebrar la alianza con sus pares izquierdistas de Sudamérica y el Caribe, Chávez, Correa, Lula, Tabaré Vásquez y Fidel Castro, (el ex Obispo Lugo?), y con los voceros del anterior Terrorismo nacional que pululan por doquier pero especialmente en los estamentos del Estado, del Congreso Nacional y de la Justicia, y en las Organizaciones de pretendidos “Derechos Humanos”, y os preparáis para presidir el solemne triunfo de vuestros ocultos designios que creéis coronará este último quinquenio de vuestro trabajo fecundo para prostituir a la verdad y a la Justicia. ¡Pero qué mancha de cieno está pendiente sobre vuestros nombres – iba a decir vuestro Reino – que puede imprimir todo este abominable trabajo de prostituir impíamente ese Pilar sagrado que es el ESTADO DE DERECHO vulnerando flagrantemente los postulados de la verdad, la Justicia y la Libertad - que se supone deberían entender muy bien por ser ambos abogados- llevando adelante los abominables juicios contra el personal militar, de Seguridad, Policial y Eclesiástico! Por de pronto la Justicia se atreve a absolver a los Terroristas que iniciaron la Guerra Civil Revolucionaria, que asoló a nuestro país durante diez largos años llenando a la República de sangre y muerte. Guerra llevada a cabo por esos dementes con crímenes horrendos de lesa humanidad; bofetada suprema a toda verdad, a toda Justicia. Y no hay remedio; la Argentina conserva esa mancha y la Historia consignará que semejante crimen social se cometió bajo vuestra directiva y amparo. Puesto que se está obrando tan sin razón, hablaré. Prometo decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace un tribunal o la Corte Suprema con toda claridad. Es mi Deber: no quiero ser cómplice. Todas las noches me desvelaría el espectro de los inocentes defensores de nuestra sagrada Patria y de nuestras gloriosas Tradiciones que expiran injustamente crímenes que no han cometido aunque se invente groseramente su culpabilidad. Por eso me dirijo a ustedes gritando la Verdad con toda la fuerza de mi rebelión de hombre honrado. Estoy convencido de que debéis entrar en razón y suspender esta persecución inicua que están realizando por vuestra orden vuestros Jueces. ¿A quién denunciar las infamias que se están cometiendo contra la JUSTICIA y el ESTADO DE DERECHO por parte de esa turba malhechora de verdaderos culpables en que se han convertido los Tribunales “Populares”, perdón “Federales”, sino es a ustedes primera magistrada y ex primer magistrado del país, para que entren en razón? Ante todo, la verdad acerca de los procesos y de la condenación de tantos respetables hombres de armas de nuestro país, a quienes se está haciendo presentar como malhechores comunes. Un hombre nefasto está conduciendo la trama ……Verbitsky; no se le conocerá bien hasta que una investigación leal, QUE MÁS TARDE O MÁS TEMRANO LLEGARÁ, determine claramente sus actos y responsabilidades, y de todos los otros quienes están apoyando tan tremendo ataque a las señeras Instituciones de nuestra Patria. Aparece como un espíritu borroso, complicado, lleno de intrigas novelescas, acompañado de diversos personajes, remanente putrefacto y grotesco de las hordas terroristas de hace treinta años atrás, surgidos con - hasta ahora - imbatible poder gracias a vuestro apoyo y acción multiplicadora. Todos los cuales se complacen en aplicar recursos de folletín, papeles inventados, testigos falsos a todas luces que serían rechazados por el somero análisis de un estudiante de derecho cursando su primer año de estudios, pruebas insólitamente falsas. Ellos han imaginado esos recursos anti constitucionales que todos las Tribunales de manera genuflexa están obedientemente aplicando en los procesos y condenas absurdas. Ellos y ustedes son los responsables directos primarios de todo este espantoso error judicial que se está cometiendo. Se están buscando desesperantemente pruebas ocultas aceptando denuncias absurdas para lograr sospechas mínimas que son tomadas como prueba irrefutable de culpabilidad, que si no fuera una tragedia legal se podrían convertir en una simple novela de intrigas. Aparece también la acción de los Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y los cuadros en actividad de Generales, Almirantes y Brigadieres, que con su cómplice silencio apoyan esta siniestra acción desarrollada por ustedes y sus acólitos. Desde que una ligera sospecha, cierta o inventada, recae sobre un uniformado ya basta para detenerlo, llevarlo a un Tribunal y tratar de hacerlo declarar al antojo de los jueces venales. Parecen inverosímiles las pruebas que se presentan en los “Juicios” desde 1983 hasta hoy día, los lazos en que se pretende hacer caer a los inculpados, las investigaciones destinadas a convertirse siempre en inculpaciones mentirosas, las combinaciones monstruosas…¡qué denuncias tan crueles y sin sentido de justicia! ¡Ah! Por lo que respecta a esta primera parte, es una pesadilla insufrible, para quien está al corriente de sus detalles verdaderos. Se toma aun inculpado y se lo incomunica. Se corre después a presionar a los familiares. En tanto los desdichados se arrancan la carne y proclaman a los alaridos su inocencia, mientras sigue la instrucción del proceso como si fuera una crónica del siglo XV, en el misterio, con una terrible complicación de expedientes y pruebas fútiles y falaces, todo basado en sospechas infantiles y en estúpidos engaños. Si yo insisto, es porque veo en este germen - de donde saldrá más adelante el verdadero crimen - la más espantosa degeneración de la Justicia, que afecta profundamente a nuestra Argentina. Quisiera hacer palpable cómo puede ser posible tan enormes errores judiciales, cómo pudieron materializarse tan perfeccionadas las maquinaciones de mentes calenturientas que comenzando al final del año 1983 su efecto multiplicado aun hoy continúa, cada vez con mayor prisa y con mayor injusticia, pues se pretende imponer como verdades santas, de verdad indiscutible, aberraciones anticonstitucionales y legales, donde sólo sería a lo sumo encontrar errores y torpezas cuando más cediendo a las pasiones del momento. ¡Y vayan siguiendo las torpezas pero ahora gracias a vuestra parte! Se murmuran - a veces a los gritos – hechos terribles, situaciones monstruosas y, naturalmente, la nación se inclina llena de estupor, no halla castigo demasiado severo, se aplaude la degradación moral pública de los acusados, se goza viendo a los “culpables” sobre su roca de infamia devorados por sus remordimientos… Todo ese circo no tiene otro objeto que ocultar la más inverosímil novela folletinesca. Para asegurar nuestra verdad sólo basta estudiar atentamente las actas de acusaciones, los relatos de los “testigos” y las condenas impartidas por los “Tribunales de Justicia”. ¡Ah! ¡Cuánta vaciedad! Parece mentira que con semejantes actos pudiesen ser condenados los injustamente acusados. Dudo que las gentes honradas pudiesen aceptar tales actos de “Justicia” sin que su alma se llene de indignación y sin que asome a sus labios un grito de rebeldía que día a día ya se percibe silenciosamente pero de tales proporciones que resultará prontamente imparable, al imaginarse la expiación desmesurada que sufren nuestros militares por haber derrotado al enemigo de la Patria. El militar hizo tal cosa… (aunque sea de carácter inocente); crimen. En su casa se hallan papeles que se juzgan comprometedores; crimen. Algunas veces ha viajado; crimen. Es preocupado en el Servicio; crimen. Tiene algún sobrenombre familiar; crimen. A estado hace tiempo atrás en alguna Unidad hoy que está bajo sospecha, sin importar la coincidencia o no de años; crimen. Si no se turba ente interrogatorios insidiosos; crimen. Todo es crimen, siempre crimen…a la cuenta de los militares. Y las ingenuidades de redacción de los expedientes de acusación, ¡las formales aserciones en el vacío más absoluto! Se habla de numerosas acusaciones y se cae en el ridículo de reconocer ¡por el perfume! O por los baches del camino de un recorrido presuntamente efectuado con los ojos vendados ¡hace treinta años atrás!!! Se dice que en algún Tribunal ante la ausencia TOTAL de pruebas, los jueces se iban a ver obligados a, naturalmente, absolver al acusado, y desde entonces, con obstinación desesperada, para poder justificar la condena, se afirma la existencia de pruebas abrumadoras que lo justifica todo y ante las cuales todos debemos inclinarnos: ¡el Dios invisible e incognoscible! …y así se justifica la condena! ¡no! ¡NO! Es todo una mentira, tanto más odiosa y cínica, cuanto que se lanza impunemente sin que nadie pueda combatirla y cuanto que se lanza contra hombres valientes y honrados, cuyo ÚNICO pecado fue defender a nuestra Patria atacada, cumpliendo ordenes de su Presidente Constitucional. Los que fabricaron este monstruo, conmueven el espíritu argentino que se oculta tras una legítima emoción; hace enmudecer las bocas de los hombres de bien, angustiando los corazones y pervirtiendo el sentido de la verdad y justicia en las jóvenes generaciones. ¡No conozco en la Historia un crimen cívico de tal magnitud! He aquí señores Primeros Magistrados (uno de facto), los hechos que demuestran cómo se puede cometer tal error judicial. Y las pruebas morales, como el continuo clamor de inocencia, la falta de justificación de las detenciones, prisiones y condenas, que terminan ofreciendo a nuestros militares como víctimas de las extraordinarias maquinaciones del medio plagado de los derrotados de ayer y del visceral odio a los militares que deshonran a muchos de nuestros funcionarios gubernamentales y jueces. Están pasando los años y cada vez más hay conciencias ciudadanas turbadas por lo que está ocurriendo y por la insidiosa propaganda oficial mentirosa que cada vez engaña a menos gente, lo cual termina por turbar profundamente y hacer que se inquieten, busquen la Verdad y se terminan de convencer de la inocencia de nuestros militares así atacados. De manera imparable se está abriendo una nueva etapa. La Etapa del combate que se está librando en la conciencia de hombre de algunos magistrados y ante el peligro cierto de que tan desmesurada vulneración de los principios de la Justicia y la legalidad, terminen echando sobre sí los crímenes contra el ESTADO DE DERECHO que se está cometiendo y que tarde o temprano será motivo de juzgamiento cuando cambie la situación actual. Ustedes y los jueces serán los más culpables como árbitros de la Justicia que no fue deliberadamente justa. Será terrible la terrible tormenta que se les vendrá encima, para estallar, cuando la verdad sea descubierta. La revisión de los Procesos será el desquiciamiento de la novela folletinesca, tan extravagante como trágica, y cuyo espantoso desenlace se realiza en los Tribunales y cárceles comunes sin respetar los límites de edad que se respeta hasta para los criminales de delitos comunes de los más inmundos, y donde el resto de los condenados tratan con respeto a los militares presos, pues reconocen su inocencia. No deja de ser una suerte los desquicios legales cometidos en estos años (el Congreso absurdamente anulando Leyes; la Corte Suprema anulando leyes sancionadas pese a haberse cumplido todos los requisitos legales y legítimos; el anular indultos de manera parcial – favoreciendo a los terroristas y condenando a los militares que los derrotaron - el no respeto por vulnerar continuamente el Artículo 18 de la Constitución Nacional, etc., etc.) puesto que ello facilitará la revisión de todos estos juicios llevados a cabo “contra natura” y cargados de ilegalidad. ¡Oh justicia! ¡Que triste desconsuelo embarga el corazón! ¡Dios mío!, ¿por qué motivo? ¿con qué objeto siniestro? Que me indiquen una causa, una sola valedera. ¿están pagando por haber ganado la Guerra contra el Terrorismo que amedrentaba a todo el pueblo? Precisamente el gobierno está repleto de los antiguos Terroristas que asolaban a nuestro país. Verdaderamente asistimos a un espectáculo infame; para defender a esos terroristas cargados de vicios alienantes y crímenes, se acusa a cientos de hombres de bien que cumplieron valiente y ejemplarmente su Deber para con nuestra Patria. Cuando funcionarios de gobierno descienden a esas infamias, el sistema está próximo a corromperse definitivamente y aniquilarse. A esto se reduce, señores Mandataria y ex Mandatario de la República, el asunto de estos “Juicios” indiscriminados a los militares y fuerzas de seguridad, a culpables que se trata de salvar haciéndolos aparecer como inocentes (los Terroristas), para poder culpar a inocentes haciéndolos aparecer como culpables (los uniformados). .Y abrevio porque sólo quise hacer un a pequeña reseña, a grandes rasgos, de la Historia cuyas ardientes páginas serán escritas con toda extensión. Aparte la deficiente elección de los jueces, las prebendas y/o amenazas ya bastan para debilitar su rectitud. La opinión preconcebida que llevan los Jueces al tribunal y hasta las condenas escritas antes de comenzar el juicio, exime de profundizar más detalles. Pero darán a los inocuos fallos y condenas un peso tremendo sobre el respeto hacia nuestro sistema de Justicia que desde el año 1983 hace sospechosas todas sus deliberaciones. Era uno de los principios más inalterables de nuestro basamento de Justicio el de “la cosa juzgada” y hoy la vemos pisotear impunemente cuando el Jefe Supremo (ustedes) así lo dispone. Si para condenar a los presuntos culpables militares se necesita mentir, falsear las pruebas, aceptar descaradamente falsos testimonios, sacarlos de los jueces naturales, violentar el principio de la cosa juzgada, despreciar las prescripciones, juzgar con leyes posteriores a la comisión de los presuntos delitos, sólo juzgar a una parte – justamente la que combatió y dio su vida para darnos una Patria libre – y no castigar a los hicieron la Guerra con criminalidad y terrorismo con el fin de que seamos una segunda Cuba, tener listas las condenas antes de ni siquiera iniciarse el juicio…entonces señora Presidente y Presidente de facto consorte, no hay dudas respecto de en donde está la verdad y la Justicia y quienes son los verdaderos culpables que deben sentarse en el banquillo de los acusados. ¡Ah! Da profunda pena ver cómo se agita la demencia y la estupidez, maquinaciones locas, prácticas mafiosas, costumbres inquisitorias, ver el placer de unos aprendices de dictadores y tiranos que pisotean la nación, ahogando en la misma garganta el grito de verdad y de justicia, bajo el pretexto, falso y sacrílego, de un falso e inexistente “razón de estado”. Y es un crimen más apoyarse con las personas más inmundas y bribonas (Terroristas, madres de Terroristas, abuelas de Terroristas, hijos de Terroristas, etc.), de manera que esos bribones triunfen insolentemente, derrotando el derecho y la probidad. Es un crimen haber acusado como perturbadores de la Argentina a cuantos quieren verla generosa y noble a la cabeza de las naciones libres y justas, mientras los canallas urden impunemente el error que tratan de imponer al mundo entero. Es un crimen extraviar la opinión con tareas mortíferas que la pervierten y la conducen al delirio. Es un crimen envenenar a los pequeños y a los humildes, exasperando las pasiones de reacción y de intolerancia, y cubriéndose con un encubierto antimitarismo, de cuyo mal morirá sin duda la Argentina libre, si no sabe curarse a tiempo. Es un crimen explotar el patriotismo para trabajos de odio; y es un crimen, en fin, hacer del odio un dios moderno, mientras toda la ciencia humana emplea sus trabajos en una obra de verdad y de justicia. Tal es la verdad, señora Presidente y ex Presidente, verdad tan espantosa, que no dudo quede como una mancha en vuestras gestiones de gobierno. Supongo que reconozcáis vuestra absoluta responsabilidad en este asunto, que no hayáis sabido ser prisioneros de la Constitución y de la gente de bien, y no de los terroristas que os rodea; pero estáis a tiempo de cumplir un deber en el cual meditaréis cumpliéndolo, sin duda honradamente. No creáis que desespero del triunfo; lo repito con una certeza que no permite la menor vacilación; la verdad avanza y nadie podrá contenerla. Ha partir de hoy principia el proceso, pues hoy han quedado deslindadas las posiciones de cada uno; a un lado los verdaderos culpables, que no quieren la luz; al otro los justicieros que daremos la vida porque la luz se haga. Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la explosión será terrible. Veremos cómo se prepara el más ruidoso de los desastres. Señores Presidenta y ex Presidente, concluyamos, que ya es tiempo. YO ACUSO, a ustedes dos de los errores judiciales que se están cometiendo contra los militares, y por haber defendido su obra nefasta de gobierno de ya cinco años con maquinaciones descabelladas y culpables. YO ACUSO, a la Corte Suprema de Justicia de la Nación por no haber tenido la honradez y valentía de oponerse a efectuar sanciones contrarias al ESTADO DE DERECHO, al menos por debilidad, efectuando una de las mayores iniquidades de justicia del siglo pasado y este que vivimos. YO ACUSO, a los jueces venales que pese a tener pruebas en sus manos de la inocencia de la mayoría de los militares procesados y no haberlas utilizado, haciéndose por lo tanto culpables del crimen de lesa humanidad y de lesa justicia con un fin político y para salvar al Poder Ejecutivo comprometido. YO ACUSO, a los altos mandos de las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales por haberse hecho cómplices del mismo crimen, y que pese a haber vivido la época de la Guerra Civil Revolucionaria a que nos arrastraron los Terroristas, no han sabido defender hasta las últimas consecuencias a sus subordinados enjuiciados anticonstitucionalmente y con evidencias de inocencia. YO ACUSO, a los distintos funcionarios del Gobierno por haber hecho una información infame, una información parcialmente monstruosa, en la cual se ha labrado el imperecedero monumento de la torpe audacia para mantener prebendas personales y “no ofender al soberano” (que en este caso no es el Pueblo sino ustedes dos). YO ACUSO, a los terroristas enquistados en el Gobierno que no pueden abandonar su odio hacia los militares por haberles ganado la Guerra y ahora pretender ganarla por otros medios. YO ACUSO, a casi todos los periodistas de los medios de comunicación social que, a veces sin sentirlo verdaderamente, apoyan las medidas anticonstitucionales contra los militares y que realizan una campaña abominable para cubrir su falta, extraviando a la opinión pública, pero que gracias a ellos, a esos militares que derrotaron al marxismo terrorista pueden hoy disponer de esos medios libres de difusión y no estar sometidos a una tiranía comunista. Y, peor aun, que lo hacen “para no perder dinero proveniente de la publicidad oficial”. YO ACUSO, a muchos de los familiares de los militares detenidos, por no hacer manifestaciones expresas de repudio por lo menos imitando a lo que hacen los familiares de los Terroristas, y, mucho más grave, por no imitar a varios familiares de detenidos o no, que honrosa y valientemente dan la cara públicamente. Y por último YO ACUSO, a casi todos los hombres de bien de nuestro país que pese a conocer perfectamente donde está la verdad y ser concientes de la injusticia que se está cometiendo contra nuestros militares no hacen oír su voz en defensa de esa Verdad y no sacan ejemplo de los que valientemente SÍ se atreven. No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo sobre mí los medios de esta “Justicia” que estamos sufriendo, por lo que es probable que me acusen de delitos de difamación. Y voluntariamente me pongo a disposición de los Tribunales. En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que no siento particularmente por ellas rencor ni odio sino simplemente desprecio y lástima. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio preciso y necesario de poder activar la explosión de la verdad y de la justicia. Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la Argentina, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales y que me juzguen públicamente. Así lo espero.Émile Zola (nieto)República Argentina 2008
FIN

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