sábado, 19 de abril de 2008

COGOTE BOLASSO: EL BECADO DIPUTADO

DISCURSO NO PRONUNCIADO POR EL LEGISLADOR IGNOTO NONELECTUS EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIÓN ARGENTINA.

Señor Presidente:

Acabo de oír, con asombro y alarma, al Señor Diputado Bonasso diciendo que la exclusión del Comisario Patti de la banca para la que fue electo por el pueblo de la Provincia de Buenos Aires es una cuestión que hace “a la salud moral de la República”.
Por Aníbal D'ángelo Rodríguez

NuevoEncuentro 19/04/08



Mi asombro es por la persona elegida por el oficialismo para hacernos esa advertencia, porque a primera vista el Diputado Bonasso parecería ser la última persona que un jefe de bancada sensato debería seleccionar para tal tarea, según demostraré más adelante.

Pero primero quiero seguir el razonamiento del Diputado Bonasso, cuando nos dice que la presencia del diputado electo Patti en su banca compromete “la salud moral de la República”. Es obvio —y así lo ha dicho el mismo diputado del oficialismo— que se refiere a una presunta complicidad del diputado Patti con el Terrorismo de Estado que asoló a la Argentina entre 1976 y 1983. Y esas mismas fechas me dan pie para preguntarle al Señor Diputado Bonasso qué se hizo del terrorismo de Estado que se practicó en la etapa anterior a la nombrada, esto es entre 1973 y 1976.

Desde 1983 hasta hoy todos los gobiernos de la democracia han perseguido o se han preocupado, de una u otra forma, del terrorismo de Estado de los militares, pero no se ha abierto ni una sola causa ni se ha iniciado ni una sola investigación —ni una sola— sobre los asesinados por la izquierda del período isabelino. Mentir no es sólo falsear la verdad. Mentir es también omitir parte de la verdad. Y yo aprovecho, entonces, esta ocasión que me brinda el Diputado Bonasso para decirle a él y a todos los partidos y facciones que han gobernado (por otra parte, tan exitosamente) la Argentina en los últimos 22 años, que están mintiendo.

Dicen preocuparse por la salud moral de la República y sostienen que la presencia en esta Cámara de cualquiera vinculado al Terrorismo de Estado desde 1976 ataca esa salud moral. Pero por lo visto hay terrorismo de Estado de primera y de segunda. Lo de Orwell: todos somos iguales pero algunos son mucho más iguales que otros. Es intolerable el Terrorismo de Estado… siempre que haya sido ejercido por los militares y haya derrotado a los guerrilleros marxistas.

Porque uno sospecha que por aquí pasa la diferencia: lo que le reprochan a los militares no es que los hayan combatido “por izquierda”, sino que los hayan derrotado. No puede concluirse otra cosa frente al silencio cómplice que guardan con respecto al otro Terrorismo de Estado que padecimos. ¿O será porque meterse con él sería meterse en el más endiablado y retorcido laberinto del mundo, es decir, la interna peronista?

Esto es lo primero. Lo segundo es una idea curiosa que los ex montoneros han procurado imponer en la opinión pública. Es una idea en dos tiempos. En el primero se trata de afirmar que es peor, que es más grave el terrorismo de Estado que el terrorismo a secas que en la Argentina se cobró centenares de víctimas. Esta idea enfrenta la definición de terrorismo que se usa en los Tratados Internacionales, en los cuales se trata simplemente de dos clases de terrorismo, pero terrorismo al fin (utilización de la violencia para lograr determinados objetivos políticos).

Sin embargo, admitamos que sobre esta idea todavía se puede argumentar. Pero, en cambio, lo asombroso es el segundo paso de esta afirmación. Que consiste en absolver, no perseguir ni estigmatizar, al terrorismo a secas. Es decir, hacerlo prácticamente inmune al reproche para ni hablar del castigo judicial. ¿No hemos leído en “Página/12”, el diario preferido por el Presidente Kirchner (de allí que lo subvencione generosamente con publicidad oficial) que “no se puede comparar a Videla con Rodolfo Walsh o Juan Gelman”? No equivale eso a decir que los escritores y los poetas tienen licencia para matar o para inducir a matar, mientras que los que no somos intelectuales tenemos que atenernos al Código Penal?

Por eso decía al principio que estaba asombrado de la elección del Diputado Bonasso para hablar del problema del Diputado Patti. Porque el Diputado Bonasso está en esta Cámara con las manos manchadas de sangre por los delitos que él y sus compañeros terroristas cometieron y cuya pena —pero sólo la pena— fue borrada por un oportuno indulto de su “compañero” Menem. La haya derramado directamente él o no, en sus manos hay sangre de la hija del Capitán Viola y de Paula Lambruschini. Hay sangre del Coronel Larrabure y de todos los policías y soldados muertos en cumplimiento de su deber.

Él ha hablado en sus libros de “nuestro” accionar, refiriéndose a los montoneros y con ese plural ha asumido las responsabilidades correspondientes. Por eso, Señor Presidente ¿no es una elección por lo menos curiosa la de un delincuente terrorista indultado, para atacar a un diputado electo que, si está procesado, lo está en una causa “por encubrimiento”, obviamente armada para inhabilitarlo?

La primera cosa que quise dejar sentada es, pues, esta curiosa “salud moral de la República” que es —aparentemente— tan tuerta como toda la izquierda, y por ello ve un Terrorismo de Estado pero no el otro.

La segunda es la asombrosa elección de un terrorista convicto y confeso para atacar a alguien contra el que no hay prueba alguna de que haya estado involucrado en actos de terrorismo y que en 22 años no ha sido condenado.

Y la tercera y última cosa se refiere a otra curiosidad de la salud moral de la República que con tanta vehemencia defiende el Diputado Bonasso. Ya sé que lo que voy a decir provocará una réplica indignada de la bancada oficialista “¡Cómo se puede comparar!” Pero por eso quiero comenzar advirtiendo que no comparo nada, que creo fervientemente que todas las comparaciones son odiosas. Por ejemplo, evidentemente sería odioso comparar los seis millones de ucranios que los comunistas mataron de hambre en 1932/33 con los menos de diez mil desaparecidos por el Terrorismo de Estado. Yo no haría tal comparación jamás. No se trata, repito e insisto, de ninguna comparación.

Se trata de decir que la salud moral de una República TAMBIÉN se nutre del respeto por lo bienes del pueblo argentino que les son confiados a los gobiernos. ¿Es más grave matar que robar? Sin duda. Pero robar también es grave, ¿o no? Aunque no sea TAN grave. Habrá cien diputados para recordarme la mayor gravedad de los crímenes. Pero, ¿habrá alguno que niegue la importancia de la corrupción para destruir la credibilidad del pueblo en las instituciones de la República? Pues bien, ¿al Diputado Bonasso no le preocupa defender la salud moral de la República y pertenecer a la facción de una persona que dispuso arbitrariamente de 500 millones de dólares del pueblo de Santa Cruz y nunca rindió cuentas de lo que hizo con ellos, de las acreencias y comisiones que tiene que haber producido esa enorme suma colocada en el exterior?

Si vamos a defender la salud moral de la República ataquemos a todos los que la afectan. A los Terroristas de Estado militares y policías que derrotaron al terrorismo marxista con métodos objetables. A los civiles que hicieron terrorismo de Estado en la etapa del gobierno constitucional peronista de 1973-76. A todos aquellos que defraudan la voluntad popular y utilizan los cargos públicos para hacerse fortunas particulares. A todos. No a unos sí y a otros no según sean nuestras preferencias.

Solo así podremos decir que nos preocupa en serio algo tan importante como “la salud moral de la República”.

Nada más, Señor Presidente.

En nombre de Don Ignoto Nonelectus,
Aníbal D'ángelo Rodríguez

No hay comentarios: