Ya que son tantos, los peronistas deberían solucionar los problemas en vez de acrecentarlos
Cuando los problemas no se solucionan, la historia suele repetirse. Para comprender ese fenómeno hay que tener en cuenta que de esa política vive mucha gente: más de lo que el sufrido contribuyente piensa. Pero siempre es conveniente vestir la propia inoperancia con ropajes externos, ignorarlos o directamente faltar a la verdad. El Gobierno, los gobiernos, de esto saben mucho.
Por ejemplo, afirman los funcionarios que no falta gas. No explican por qué con el primer frío que cayó sobre el país se cortó la entrega a ciento sesenta empresas locales y la exportación a Chile a pesar de la “inauguración” de usinas eléctricas que deberían funcionar primordialmente… a gas. Y a pesar, también, “de pagarle el mejor precio” (superior al que paga Brasil) al hermano bolivariano Morales para que instale, tal cual son sus proclamas, el socialismo en Bolivia. Entonces, ¿si no hay faltante de gas a qué se debe el corte de los envíos?
Con la marcha de la economía sucede lo mismo. Como las cuentas no cierran desde hace años, el Gobierno trastoca los números del INDEC a más no poder llegando al extremo de suprimir numerosos ítems como el de las expensas que se pagan en los edificios de propiedad horizontal. El razonamiento oficial es simple: cuando menos se gaste, menos inflación. Con esa lógica el costo de vida para quienes duermen en la calle y no cuentan con vivienda, atención médica, transporte y esparcimiento, es casi cero. Conclusión: un maravilloso Mundo Feliz. Con Huxley incluido.
La guerra que los Kirchner & Cia. han iniciado con la gente de campo no es diferente en sus principios a otras reyertas que con anterioridad entablaron con otros sectores sociales. La diferencia radica en que los ruralistas, a pesar de las acusaciones recibidas, deben tener poco que ocultar en su pasado y se animaron a enfrentarlos.
Uno y otro bando busca el resquebrajamiento en la unidad contraria. Es visible que el liderado por el matrimonio presidencial ha sufrido más temblores a pesar del dinero que dispone en la alforja real. Contar como aliados a los piqueteros no es síntoma de fortaleza en el largo tiempo sino todo lo contrario. Lo de “piqueteros” es solo un decir atávico. Nada ha quedado de los principios ni de las reivindicaciones que comenzaron a esgrimir en épocas de Menem. Con el correr del tiempo el establishment los incorporó a la mesa de su directorio y hoy están a sueldo del mejor postor. Y el Gobierno es el que siempre tiene más.
Tener dos Presidentes debería ser una ventaja porque mientras uno puede ocuparse de asuntos urgentes, el otro estaría en condiciones de prestarle más atención a temas que requieren más detenimiento. Más podría suceder que ambos Ejecutivos se ocupen de las mismas cosas; de lo que debería ser función del otro o lo que es peor, que ambos piensen que tal o cual tarea no sea de su incumbencia, con lo cual podría arribarse al escenario en que ninguno de los dos dé solución a los problemas para los cuales fueron elegidos creyendo que es el otro quien debe ocuparse de la materia. Ahí sí que la población debería preocuparse. Por suerte esa instancia aún no se ha presentado.
Afortunadamente para ambos Presidentes ha salido del catafalco, con muletas y algunos tubos de drenaje insertados en su cuerpo, el Partido Justicialista que, como no podía ser de otra manera, al igual que sindicalistas, “intelectuales” y “hombres y mujeres de la cultura” (¿qué haríamos sin ellos?), ex guerrilleros, gobernadores, legisladores, intendentes subsidiados del conurbano bonaerense y una legión de apoyadores varios, ha prestado su irrestricto apoyo al matrimonio presidencial acusando a los agropecuarios de golpistas.
Deberían hablar menos, todos, incluso los peronistas que cortan rutas. Hace sesenta años que vienen proyectando sus falencias en los demás. Les correspondería solucionar los problemas y no acrecentarlos. Hace veintiún años que “gobiernan” un antro enorme llamado provincia de Buenos Aires; que hoy debe mil seiscientos millones de dólares y que por supuestos serán estatizados al igual que hicieron con deudas anteriores. Sería beneficioso para todos que levanten menos el dedo acusador hacia los demás y alguna vez se hagan responsables de lo que procrean. Eso se llama madurez.
SALINAS BOHIL
CORREO DE BUENOS AIRES
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