sábado, 18 de junio de 2011

EL SI DE LA YEGUA




ELECCIONES 2011
En vísperas del Sí de Cristina, hay cambio de clima

Algunos acontecimientos han golpeado fortisimo al Frente para la Victoria durante los días recientes. Entre la 2da. quincena de mayo y la 1ra. de junio, Cristina ha perdido la iniciativa y varios puntos electorales. Ahora dará el Sí, a ver si logra revertir la situación, explica el autor.

por ROBERTO GARCÍA

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Diario Perfil). El sí de la niña será la semana venidera; así olfatean quienes frecuentan Olivos. O, también esa semana, se conocerá su determinación contraria al título de la obra de Moratín, una alternativa indeseada por quienes entran y salen de la residencia, sean estilistas, médicos, masajistas, manicuras, modistas, encuestadores o publicistas de la señora.

Tan afanados estos personajes por conservar el acceso y los privilegios como el ambicioso entorno político que en ocasiones y radialmente cerca a la Presidenta, ese minúsculo equipo que finge conocerla, influirla, aconsejarla. Presunción verbal que se vuelve sospechosa cuando al mismo tiempo reconocen: “No puedo hablar”. Como si el secreto fuera una blindada condición humana, pero en la política su difusión constituye la manifestación más conspicua de poder.

Esa tropa reducida deambula ignorante como el resto de los ciudadanos desconociendo la doble e inminente definición de la dama: aspirar o no a otro mandato –un acto electoral menos mecánico y favorable del que se suponía hace unos meses– y designar, en la eventualidad del sí, a un compañero de fórmula. En esa estela tormentosa navega Cristina, tan pródiga en gentilezas con su discreto círculo como inmutable a la hora de rendir información, negándose a revelar lo que habla con su almohada.

Tanta discreción provoca el entusiasmo opositor, que la supone fuera de la competencia presidencial, sea por cuestiones de salud poco conocidas que la sumergen en un cargoso pastilleo y hasta le generan alguna hinchazón imprevista, o complicaciones familiares por una hija adolescente que necesita atender y un hijo que no abandona su radicación en Santa Cruz.

Por no aludir a esa sensación personal de que “yo, tanto como mi marido, ya dimos demasiado por este país”. De ahí la especie de que Scioli-Alicia Kirchner podrían ser pareja electoral, robustecida por la entrevista de una hora que el gobernador mantuvo a solas con la mandataria, el martes. Pero el encuentro tal vez se haya limitado a la compleja ingeniería del ámbito provincial; así lo leen quienes contabilizan las víctimas bonaerenses de las últimas horas que no pudieron consumar sus aspiraciones en las listas y, de apuro, saltaron a otras facciones (como Cariglino al duhaldismo).

Tampoco puede desconocerse una versión adicional, la que alude al mayor entornista de Cristina, Carlos Zannini (en la lista de los posibles número dos), quien habría montado un cuartel general en un hotel céntrico para las futuras elecciones y, en esa tarea, hasta se contempla una suerte de plan B para el caso de que CFK resignara continuarse: aparentemente, se indica que Scioli no estaría contemplado para integrar el tándem principal (ese esquema incluiría a algún famoso del partido, funcional en muchos casos, como Carlos Reutemann).

Esas especulaciones han puesto en vilo al imaginario del entourage presidencial, tal vez poseído por otra sospecha: ella se demora sobre su vice porque no pudo encontrar un perfil razonable para el puesto. O, tal vez, porque la domina el criterio de la sorpresa y el secreto que gustaba exhibir su marido en estos menesteres, a partir del día que hizo difundir su fórmula con Scioli a través de Clarín, primicia regalada para el principio de un pacto que se estiró durante toda su gestión.

Tal el shock, entonces, que ni Scioli sabía de su nominación: se enteró en Mar del Plata, cuando por la mañana compró el diario a la hora de salir a correr. En rigor, esa decisión parecía una réplica de hábitos menemistas.

En su momento, el riojano conmovió a los propios, luego de dormir una siesta, cuando designó a Carlos Ruckauf como su alterno, cuando éste no figuraba en ningún nomenclador. Claro que hoy se observan otros condicionamientos para convocar al compañero del binomio: deben primar la confianza, la lealtad extrema, luego de la experiencia nefasta –para ella– de Julio Cobos. O de Chacho Alvarez con Fernando de la Rúa.

De ser posible, debería ser alguien que agregue territorio y votos. O quien aporte la brumosa y amplia franja de los jóvenes inciertos. Quizás la variante de una figura con cierto prestigio o versatilidad para asesoramientos varios o para una eventual vacancia. Casi seguro, entonces, un hombre (la supremacía del género no permitiría todavía un dueto femenino), pero hay que admitir que los elementos requeridos, casi ideales, no se reúnen en un solo candidato. Y ése debe ser el dilema de ella.

Pero más que nombres, compañías y aspirantes, otra preocupación se asentó en Olivos: el daño político al Gobierno causado por el affaire Madres de Plaza de Mayo, las negociaciones judiciales con los hermanos Schoklender (ya tienen tres abogados), los negocios vinculados a la obra pública y otras yerbas, una conjunción que dinamitó como nunca la alcazaba a Cristina (episodios que ahora benefician electoralmente a Macri y Solanas, a tres semanas de los comicios porteños, mientras se desacomoda un atribulado Filmus, autor de la frase: “¿Qué habré hecho yo para merecer esto?”).

El tamaño del impacto motivó el celo casi policial para descubrir el origen de la difusión del escándalo, retenido durante años en distintos niveles. ¿Fue un operativo de Clarín, medio que tenía archivada esa pesquisa? ¿Se le puede atribuir el destape a la inquietud de seguidores de Hugo Moyano, atacado y obsedido porque hasta la aparición del caso Schoklender solo él aparecía como culpable de la corrupción reinante?

Aparte de la confusión y las fantasías, y del hecho cierto de que el sindicalista salió de las páginas de los diarios, Moyano había comentado que no era el único comprometido en la Justicia (o en el tribunal de Oyarbide, para ser precisos). El saldo indica que un escándalo superlativo como el de una multinacional como las Madres –con más de veinte empresas reconocidas– oculta los posibles desaguisados de una pyme personal como Covelia. Para el jefe cegetista, sin embargo, más grato hubiera sido encontrar una historia negra en Graciela Ocaña, la mujer que no lo deja dormir.

El otro nubarrón en acecho, para el Gobierno, dispone de fecha: 14 de agosto. Ese día se han convocado las primarias obligatorias. Eso fue visto desde el inicio como una jugada inteligente del kirchnerismo por la cual desplazaría adversarios para quedarse en posición triunfadora antes de las elecciones de octubre.

El cuadro parece modificarse, no sólo por cierto viento en contra de los últimos días, sino por una concurrencia de comicios previos que, tal vez, debiliten la arquitectura del Gobierno: durante julio se ha fijado la segunda vuelta de Capital, en la que por ahora prevalece Macri, los comicios en Córdoba con disidentes internos como De la Sota y opositores ascendentes como Juez, por no hablar de Santa Fe, donde el candidato oficial (Rossi) parece condenado al tercer lugar mientras conserva la primacía el socialista Bonfatti y el fenómeno Del Sel (casi un Menem de esta década por su rol cautivante en los sectores más humildes) desvirtúa pronósticos tradicionales.

Son resultados que, de ocurrir, parecen poco halagüeños al corazón oficialista antes de las internas del 14/8. Se diría que son un terremoto para las aspiraciones de Cristina, necesitada en esa fecha de superar el 40% de los votos. Si no registra ese guarismo, el panorama de octubre se le podría complicar. Curiosamente, esa interna obligatoria puede convertirse, por el arte de la magia imprevisible de la política, en la primera vuelta.

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