sábado, 11 de diciembre de 2010

HACETE EL ZOTA



Señor Director del Informador Público:

Los argentinos, entre otras cualidades que nos hacen reconocidos en el mundo entero y muy especialmente en los países limítrofes, somos masters absolutos en esa extraordinaria técnica de “hacernos el zota”.

Un personal diccionario estilo lunfardo de entrecasa, definiría “Hacerse el zota” como:

“Particular virtud de los habitantes de un país del cono sur llamado Argentina. Consistente en disimular ostensiblemente, poniendo cara de “no sé nada y no vi nada” cualquier situación embarazosa, tanto en la que sean protagonistas como las que protagonizadas por terceras personas, convendría soslayar para no tener compromiso alguno”.

En su otra interpretación, diría algo así: “Estado virtual de indiferencia de los habitantes de la Nación Argentina, ante situaciones difíciles o cuando descubren que los están engañando, timando, estafando, etc.”

Es cierto, somos maestros en esto de hacernos el zota.

Numerosos gobiernos y regímenes de facto han contribuido eficazmente al acrecentamiento de esta característica de los habitantes del territorio nacional. Y los mismos han desarrollado el extraño privilegio de inventar y hasta mejorar las técnicas necesarias para hacerse el zota, acción individual de uso masivo y no solo aceptado, sino adoptado definitivamente por la masa de la población.

Nos hicimos el zota cuando en los ‘70 nos querían hacer creer que los jóvenes maravillosos solo luchaban por la vuelta de Perón. También nos hicimos el zota cuando nos informaban que íbamos ganando en Malvinas. Seguimos haciéndonos el zota cuando el primer gobierno de la democracia nos dijo que “con la democracia, se come, se educa y se cura”. Las pruebas están a la vista que eso solo pasa en otros lugares, en el nuestro no.

Nos hicimos los zotas cuando Menem nos decía que privatizaba para mejorar los servicios públicos, y se regalaban los ferrocarriles, los subtes, Aguas Sanitarias, YPF, Aerolíneas Argentinas, y cuanta empresa pública andaba por allí.

Nos hicimos los zotas cuando De La Rúa, decía que la Banelco del senado era una patraña y nos seguimos haciendo los zotas cuando han pasado casi diez años y no hay nadie preso.

Nos hicimos los zotas cuando nos anunciaron los 30.000 millones de dólares de inversiones chinas y cuando nos dijeron que en tres años tendríamos el tren bala, cuando nos dijeron que las jubilaciones privadas eran una estafa y que todo mejoraría cuando volviera al estado. Y, por supuesto, nos hicimos los zotas cuando se quedaron con toda esa plata y cada vez que le sacan guita al ANSES.

Ahora nos hacemos los zotas cuando nos dicen que la inflación es del 0,8 % mensual y que los aumentos de precios son “estacionales”. Cuando escuchamos que la oposición que ganó las últimas elecciones impondrá cordura en el Congreso, cuando nos dicen que las presiones a los legisladores eran solo preguntas inocentes, cuando nos dicen que aplicar el 82% móvil para los jubilados equivale a declarar la bancarrota de la Nación porque no hay fondos para ello.

Nos hacemos los zotas cuando escuchamos sin pestañear siquiera, que Oyarbide sobresee definitivamente causas de enriquecimiento ilícito o negocios no compatibles con la función pública. Cuando nos dicen que la valija llena de verdes fue un invento desestabilizador de los EEUU, cuando recibimos los mails con denuncias sobre el nuevo negocio estanciero de Moyano, los troqueles truchos, los medicamentos oncológicos falsificados.

Más grave aún, nos hacemos los zotas cuando vemos las imágenes de los niños desnutridos del Chaco y de Santiago del Estero. Lo mismo hacemos cuando vemos las inquietantes imágenes de las huestes de Milagro Sala, llenas de premoniciones preocupantes.

Nos hacemos los zotas cuando nos dicen que hemos descubierto millones de metros cúbicos de gas, mientras seguimos haciéndonos los zotas cuando los diarios nos informan sobre un nuevo bien encontrado a Jaime, el aloe vera de la política K.

En fin, nos seguiremos haciéndonos los zota, ya definitivamente, cuando una bala asesina nos lleve puestos ante la total indiferencia de los que nos gobiernan, o cuando nuestros hijos o nietos caigan en las redes de la droga que circula libremente ante la mirada “zota” de policías, dirigentes, ministros y toda la laya de zotas que, fieles al estilo zota tan argentino, siguen con sus vidas como si nada y dejan de laburar en diciembre hasta marzo, con suerte.

Juan Mondiola

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