sábado, 23 de febrero de 2008

¡ DETUVIERON EL PENDULO !

Por Hermes V. Acuña (*)


Se dice que la historia es pendular, metáfora basada en el principio físico del péndulo, universalmente aceptado y comprobado desde la noche de los tiempos, pero algunos gobernantes y funcionarios argentinos, ¿cuándo no? lograron dar por tierra con una ley física.

Después de haberse cumplido una oscilación completa del péndulo, todo cambia. Es imposible mantener una situación en el mismo estado. Los ciclos del péndulo oscilan de un lado a otro generando un avance o un retroceso sin solución de continuidad, obviamente con el péndulo en movimiento.

Pues bien, en materia de seguridad, la Ley Física del Péndulo no se cumple. Algunos gobernantes y funcionarios, con responsabilidad primaria y excluyente en dicha materia, han logrado dar por tierra con los estudios y descubrimientos de Cristian Huygens: Matemático y astrónomo holandés (1629-1695) J. BI. Foucault: Físico francés, nacido y muerto en París (1819-68) –entre otros- y las leyes de las masas, del isócrono, de las longitudes, de las aceleraciones de las gravedades, por nombrar solo algunas.

Dichos gobernantes y funcionarios dando muestras de una erudición sin límites han logrado…. ¡DETENER EL PENDULO!

Metodológicamente para demostrar un descubrimiento científico, es necesario que el mismo pueda ser repetible mediante la experimentación. Extrapolando este axioma a las políticas de seguridad se comprueba indubitablemente que el mismo se cumple en el sentido lato del verbo “cumplir”.

Para ello me remito, al artículo que escribiera en el año 2.001 y que transcribo a continuación, preguntándome, si actualmente, febrero de 2008, algo ha cambiado.

SEGURIDAD, INSEGURIDAD...?

En los últimos tiempos estas palabras resuenan en nuestros oídos como un verdadero estigma, no hay momento y lugar donde alguien no exprese su preocupación por su vida, su patrimonio, la tranquilidad de su hogar y de su familia, el temor de asaltado, tomado como rehén o muerto, por el obrar despiadado, irracional y descontrolado de delincuentes dispuestos a todo.

Los ciudadanos nos sentimos desprotegidos, abandonados a nuestra suerte, la sensación de ser la próxima víctima es visceral, irrefrenable. Transitamos por las calles, donde sea, a cualquier hora, a pie o en auto, mirando de soslayo a quiénes cruzamos, vienen por detrás o de costado, con desconfianza, recelo, porque no decirlo con miedo a ser los próximos.

Muestran las estadísticas serias, que han aumentado las patologías psicológicas y cardiovasculares, hipertensión, infarto. El desasosiego y la intranquilidad llevan a que se cambien las costumbres, pocos salen de noche, las reuniones familiares se hacen al mediodía para terminar cuando comienza a anochecer y cada uno se retira a su casa, protegida con rejas, puertas blindadas, perros, alarmas, seguridad privada-los que pueden pagarla- y miedo, mucho miedo.

La calidad de vida de los argentinos se halla gravemente deteriorada sumándose a la seguridad-inseguridad, el desempleo, el quiebre de los sistemas de salud, de educación, la Justicia colapsada y sospechada, la Policía cuestionada, una dirigencia política que se agota en luchas intestinas por el poder, no encontrando el camino para sacar al país de la crisis más grave de la historia institucional Argentina.

El problema de la seguridad-inseguridad es multicausal, por lo tanto el abordaje del mismo debe ser multidisciplinario con la participación activa y permanente de todos los sectores sociales, incluido, por supuesto, como primer actor el ciudadano común que vive y sufre los avatares de políticas improvisadas y erráticas que priorizan las intenciones ideológicas antes que los verdaderos intereses de la comunidad.

Esgrimen algunos, políticamente, el argumento de que el incremento de la pobreza incide linealmente en el auge de la delincuencia. Esto, a más de ser simplista y falaz, es injusto, bastante tiene el pobre ya con su situación para estigmatizarlo como delincuente; ese argumento equivale a decir que porque se es pobre necesariamente se es ladrón y ello no se corresponde con la realidad objetiva de los hechos, si es que realmente se quiere ver la misma como es y no ideologizarla.

La búsqueda de soluciones debe encaminarse a la plena y desinteresada intención de todos los sectores involucrados en lograr coincidencia absoluta en la búsqueda del BIEN COMÚN.

Los caminos son muchos, debe emprendérselos como una carrera de regularidad y no de velocidad, la tarea es difícil pero no imposible, solo hay que tener ganas.-

ARGENTINA - JULIO 18 de 2001

(*) Hermes V. Acuña es Comisario Inspector (R. A.) Policía de la Provincia de Buenos Aires - Docente - Especialista en Investigación de Fraudes - Egresado del Postítulo en Seguridad y Resolución de Conflictos-Univ. Nac. de Catamarca. Subsede Buenos Aires - Miembro del Foro Latinoamericano de Profesionales de la Seguridad - Miembro de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de Fraudes y Crímenes Financieros, Inc.
FTE. CRÓNICA Y ANÁLISIS

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