Desde el 10 de diciembre de 2007 Néstor Kirchner instaló su bunker en las alfombradas y acondicionadas oficinas en el barrio mas menemista de Buenos Aires –porque fue construido durante la presidencia del riojano- para delinear la estrategía de la toma del poder en el justicialismo y, desde allí, ir por el resto de la partidocracia para afianzar su hegemonismo y la doctrina del pensamiento único.
Por Humberto Bonanata
NuevoEncuentro 24/02/08
“No son cipayos los que compran sino los que se dejan comprar” decía Hipólito Yrigoyen y nunca más cierta esta frase para el cúmulo de alcahuetes que sacaron número para ser atendidos y bendecidos en nombre del poder eterno por el “amo del feudo”.
Desde allí, aunque sin quererlo, Kirchner está desgastando anticipadamente el poder delegado a su esposa. Sólo han pasado setenta y tres días desde su formal asunción y –a pesar de su poca dedicación a los asuntos de Estado, Cristina Fernández será recipiendaria pasiva del vacío de poder que ella misma colabora en afianzar.
El ciudadano común sólo puede apreciar dos tipos de poder: el poder desde las sombras y el poder desde los noticieros televisivos. El primero sólo dedica su tiempo en consolidar “la revolución del resentimiento” iniciada el 25 de mayo de 2003 con la asunción del ahijado de Duhalde a la Presidencia de la República. Para ello debe disciplinar todo el espectro justicialista primero y luego ir por los “débiles de espíritu” que esperan ser cotizados en precio y alma.
Elegidos los futuros congresales del peronismo por su puño y letra éstos se encargarán de elegirlo a él como “duce factotum” del movimiento más popular e inentendible de la Argentina. Una agrupación que celebra “el día de la lealtad” a los tiros y que sólo es leal a quien gana la pulseada, enterrando vivo –si fuera necesario- a quien lo hubiera catapultado al poder pocas horas antes.
La lealtad al un líder muerto hace treinta años es el reflejo de la traición contemporánea.
El otro poder –el de los noticieros televisivos- aunque no tan profundo en su estrategia resulta más dañino en el núcleo de la sociedad. Durante la semana que finalizó el incendio del depósito clandestino del barrio de Once llevó a competir a los tres canales de noticias durante 32 horas para castigo de los televidentes; la rehén de Pontevedra (Merlo Bs.As.) apareció en escena cuando el incendio ya estaba dominado y los accidentes de tránsito, homicidios y asaltos completaron la escena.
La visita de Lula a la “Reina Cristina” sólo remarcó protocolo y sonrisas estériles. Cuando el afianzado líder latinoamericano comenzó a profundizar los problemas energéticos de la región, los periodistas fueron “invitados a retirarse” de la que era una apacible reunión social porque “no debían” escuchar las verdades que el heredero del Imperio Otomano. Brasil no cederá un cm3 de gas mal administrado durante las gestiones de los Kirchner desde hace casi ocho años, “Evito” Morales tampoco ampliará su exportación ante nuestra desidia: deberemos ser responsables de nuestros propios actos aunque debamos dormir con frazadas térmicas en invierno.
En lo interno, la delegada consorte pactó con el golpista Moyano un tope del 19,5% al cierra el acuerdo con los camioneros. La U.O.C.R.A. –histórica enemiga de su banda- suscribe el mentiroso aumento. Ambas corporaciones de vándalos saben que las mejoras no remunerativas elevarán el salrio nominal de sus súbditos en un 25%. Aquellos gremios sin poder de fuego deberán conformarse con el techo del 19,5% oficial.
¿Cuántos años hace que un gobierno no reconoce sus mentiras inflacionarias a través de acuerdos sectoriales? .¿Puede el “efecto derrame” del progresismo kirchnerista permitir que se aumenten los salarios un 100% más que la inflación oficial?. ¿Serían capaces de dilapidar aún más el mendaz superávit fiscal –aumentado geométricamente por las jubilaciones otorgadas durante la campaña electoral a quienes casi nunca habían aportado- si la inflación real de 2007 no hubiera superado el dígito?.
Todo es una gran mentira, pilar fundacional de un régimen que sigue sumando enemigos silenciosos en aquellos ciudadanos que padecemos los ultrajes institucionales potenciados con el diario aumento de la canasta básica alimentaria.
Todo tiene un final…todo termina, cantaba Vox Dei en los sangrientos setenta. Lo cierto es que más temprano que tarde el único potenciador de la “valentía” de la clase media argentina es la destrucción del propio bolsillo.
Esa cobardía ínsita en la mayoría de nuestro pueblo, sin necesidad que Duhalde movilice a su “ex barones del conurbano” para voltear un gobierno electo por casi diez millones de argentinos, algún día pedirá al régimen explicaciones institucionales y recuperará dentro de la libertad y la democracia el poder constituyente que le ultrajaron. Notiar
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