domingo, 24 de febrero de 2008

LA VIGENCIA DE FRONDIZI

"REPENSAR A KENNEDY"

Por Arturo Frondizi

OBLIGACIÓN CÍVICA

Cuando acepté escribir es serie de artículos, lo hice sintiéndome obligado a desandar parte del camino recorrido. Esto significaba dar nueva vida a algunas de mis ideas, experiencias y análisis de los que fue mi actividad política. Era el fruto de una decisión impulsada por una irrenunciable obligación cívica hacia mis compatriotas y hermanos del continente.

A ellos les he volcado con pasión insobornable los impulsos de la necesidad de servir a mis semejantes. Cuando se ha tenido el honor de haber desempeñado el cargo de Presidente de La Nación, es un deber ratificar o rectificar ante el pueblo que brindó su confianza, las acciones concretas que puedan haberse impulsado y señalar las experiencias vividas en el orden internacional. Esto solo lo abandonaré al final de mis días. Mi vida política tuvo como meta “la causa del genero humano” y mis pilares para servirla fueron la ética y la moral, filosofía de vida asimilada de la docencia de Hipólito Irigoyen.

FRATERNIDAD

El 27 de Julio de 1964 tuve la oportunidad de dictar una clase en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Señalé en tal oportunidad que el camino hacia la era de la abundancia y el bienestar, estaba impulsado por el sentimiento ancestral de fraternidad, el concepto de que todos los hombres tienen el mismo origen y en consecuencia tienen derecho a gozar de los bienes materiales, que son los que les permiten asumir plenamente su dignidad, su personalidad y una vida plena espiritual.

Además señalé que otro factor fuertemente determinante de tal impulso lo es la conciencia de los pueblos acerca de sus derechos a la independencia, la libertad y el acceso a los altos niveles alcanzados por las naciones adelantadas.

Se han hecho distintas interpretaciones sobre la crisis mundial imperante, vertidas principalmente por recientes Encíclicas de Juan Pablo II y también por los “Movimiento de Autodeterminación Nacional” que se reagrupan en el mundo bajo nuevas formulaciones a las que existían hasta la crisis del bloque socialista. La Iglesia Católica ha afirmado que la derrota del comunismo, “no implica el triunfo monocorde del capitalismo liberal”, sino que los pueblos del Este no resisten seguir viviendo bajo la explotación y la dictadura, lo cual los conduce a su emancipación política y cultural, ello bajo el renacimiento de movimientos nacionales independientes.

Esta posibilidad de reacciones liberadoras del hombre imponen incluir el desarrollo en la seguridad futura del mundo. Pese a la posibilidad de que el comunismo desaparezca en la forma conocida, hay que prever que persistirá la lucha de clases, tal vez en la búsqueda de un contexto ideológico nuevo, para lo cual es campo muy propicio el de los países subdesarrollados. Esto lo advirtió Juan Pablo II en “Sentesimus Annus” señalando: “La solución marxista ha fracasado, pero permanecen en el mundo fenómenos de marginación y explotación, especialmente en el Tercer Mundo”.

TRANSFORMACIÓN

Bien se dijo en el año 1960 que los “acontecimientos internacionales de la actualidad están sujetos a dos influencias, a saber: una búsqueda de identidad política por parte de los nuevos Estados, y la búsqueda de unidad entre los Estados del mundo ya constituidos”.

El mundo vive muy preocupado por la amenaza de una guerra generalizada, lo que se discute en un contexto de hambruna y esclavitud. Frente a este cuadro de situación acuden a mi memoria las tendencias de la política económica del gobierno de Kennedy, totalmente congruente con los “principios cristianos” y con el sentimiento “ancestral de fraternidad” a que me he referido anteriormente.

El 22 de marzo de 1961 el Presidente Kennedy formuló un detallado análisis en un mensaje dirigido al Congreso, sobre la necesidad de acelerar la ayuda internacional. No caben dudas que el joven mandatario estadounidense se estaba adelantando a la segura reacción de los pobres y marginados del planeta. Expresó en tales circunstancias: “En la década 1960-1970 existe una oportunidad histórica para que las naciones industrializadas y libres materialicen una importante ayuda económica, con el objeto de incorporar a mas de la mitad de los pueblos de los países menos desarrollados, a un crecimiento económico sostenido por ellos mismos, mientras el resto se va acercando sustancialmente, cada vez más, al día en que ellos tampoco tengan que depender de la ayuda exterior.”

A instancias de Kennedy, el Congreso autorizó la creación de una “Oficina Para El Desarrollo Internacional”. A tal punto llegaba su preocupación de, como solía decir, “transformar el mundo que nos rodea”, que en setiembre de 1961 sugirió a las Naciones Unidas que la década 1960-1970 fuese oficialmente designada como “Década de Desarrollo de las Naciones Unidas”, para “permitir que todos los países... sean tanto de hecho como de derecho, Estados libres e iguales”. Su propuesta fue adoptada unánimemente, tres meses después por la Asamblea General.

Voy a resaltar en particular que el aspecto quizás mas singular y distintivo de la época contemporánea es la agudización sin precedentes de la contradicción entre las posibilidades científicas, tecnológicas y productivas de la humanidad, y la situación de infraconsumo y postergación cultural de quienes son todavía una abrumadora mayoría. Me permitiré referenciar a John Kenneth Galbraith cuando dijo: “Debemos recordar que en este planeta no hay población educada que sea pobre y no hay población analfabeta que no sea pobre.”

LA INTENCIÓN

Fundamentalmente mi intención para con los lectores ha sido poner en evidencia que en el contexto Iberoamericano se han arraigado profundamente el hambre, las enfermedades, la marginalidad social en todas sus formas y el deterioro de las soberanías nacionales.

Mi lucha constante tras aquello que “El Desarrollo en el nuevo nombre de la Paz”, hizo que desde estas páginas insistiera sobre la urgente necesidad que los países de Iberoamérica lanzaran dinámicos planes de industrialización para fortalecer sus economías y crear fuentes de trabajo, estas últimas, insisto, la verdadera riqueza de los pueblos. Debemos asegurarnos la existencia en todo el continente, como pensaba Carlos Pellegrini, de Estados Nacionales “chicos pero fuertes”, en condiciones de establecer las prioridades en función del interés nacional. No debemos permitir en América Latina que esas prioridades se establezcan a través del mercado en forma espontánea, pues ello significará favorecer a las grandes corporaciones que estan abocadas a la planificación a escala mundial, la que deja de lado las convenciones nacionales.

Mi mayor aspiración es que de los cuatro artículos publicados hayan quedado para el lector algunas cosas en claro. Debí referirme a experiencias algo lejanas de mi actividad política, pues las consideré de plena actualidad. Pero además porque siempre consideré que lo que sucede en cada época es el resultado de fuerzas que nacen en el pasado y a su vez lo que ocurre en un momento dado prepara los elementos de las etapas posteriores.

Se habla de “un nuevo orden mundial” pero bien se ha dicho que la pobreza es su enemigo principal. Los pobres del mundo exigen la acción de los dirigentes contemplando el interés de todos y que las instituciones nacionales e internacionales trabajen en esa dirección.

De lo que se trata es lograr un orden mundial que asegure la paz internacional, para lo cual la mayor responsabilidad recaerá en los países ricos, quienes deben otorgar dinero y créditos al mundo subdesarrollado con un flujo continuo acrecentado de recursos.

Cuando el 14 de Mayo de 1993 le escribí al Presidente Clinton haciéndole llegar mis preocupaciones por problemas inherentes a las libertades políticas, los derechos humanos y la presencia de factores negativos en el continente derivados de la pobreza de sus pueblos, le manifesté que cifraba esperanzas en su reflexión sobre mis objetivas advertencias y que retomaría alguno de los caminos recorridos por el Presidente Kennedy.

Tales esperanzas derivaban de los principios humanitarios que había expresado en la campaña política, la presencia del hijo de Martín Luther King recorriendo a su lado el camino hacia la presidencia y su declarada admiración por John F. Kennedy.

Los pobres esperan la reflexión del Presidente Willam J. Clinton.

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“EL TRABAJO ES LA VERDADERA RIQUEZA DE LOS PUEBLOS”

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"REPENSAR A KENNEDY"



EL EJEMPLO DE ARTURO FRONDIZI:

PRIMERA PARTE

SEGUNDA PARTE

TERCERA PARTE

CUARTA PARTE

QUINTA Y ÚLTIMA PARTE

RECUERDO DE LA VISITA DE ARTURO FRONDIZI AL LAGO DEL DESIERTO

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