jueves, 17 de febrero de 2011
VOTÁ A LA ARGENTINA
El Calafate, Santa Cruz, Argentina, a un paseo costero se le impuso el nombre de Néstor Kirchner.
El torneo Clausura del fútbol argentino también lleva el nombre del expresidente por decisión unipersonal del zar que lo preside.
Hasta hicieron le hicieron una canción y un video pagado con nuestros impuestos.
Pero el producto no consigue venderse entre la población pese a los grandes esfuerzos publicitarios.
La explicación es sencilla, le falta la autenticidad que hace que la marca llegue al corazón del consumidor.
Se lo intentó vender como un defensor de los derechos humanos a partir del 2003 pero tenía dos gobernaciones anteriores de inacción completa en el tema.
Se lo propuso como un crítico inflexible de la década menemista pero habían quedado grabado demasiados videos elogiando exagerado a Menem.
Se trató de hacerlo ver como a un político incólume pero su patrimonio en pocos años de presidencia creció de manera enorme e injustificable.
Quisieron que lo vieran como un marido ejemplar y fiel hasta que el escándalo se hizo público.
Siguen intentando con los mismos viejos métodos de querer elevarlo para el bronce cuando no da para más que cartón pintado.
Kirchner fue una mentira política que pudo funcionar gracias a grandes cantidades de dinero y a la increíble indiferencia de los argentinos.
No tuvo ningún sustento moral y ético para trascender a su muerte, se lo recordará mientras se vayan descubriendo los hechos de corrupción durante su mandato y algún día ya nadie lo nombrará, y si es que queda algún lugar con su nombre algún joven preguntará quien era.
Las lágrimas ante su muerte fueron de humo de choripan, exceso de tetra brik, las verdaderas de los favorecidos y las falsas de los negociantes.
Allí en el sur quedará en el monumento a la "década hipócrita", sepultado su creador y su estilo chabacano, descalificador y dictatorial para manejar un país a su antojo, violando leyes y la propia Constitución Nacional.
Se borrará su nombre para colocar otros que realmente lo merezcan o tal vez por uno como el de él, ungido por los obsecuentes de turno.
Destruyó la República, sus defensas externas e internas, promovió la división de los argentinos, ayudó al crecimiento de la delincuencia como jamás se vió, fortaleció la impunidad de los corruptos amigos, intensificó los aprietes piqueteros en rutas y calles, y borró del diccionario de la vida palabras como honradez, trabajo, esfuerzo, justicia, patriotismo, seguridad, lealtad, amor, democracia.
Cada vez que veamos su nombre recordaremos que no tuvimos el valor de decirle ¡basta! y es por eso que desaparecerá de nuestra memoria, porque el hombre olvida cuando quiere o puede, pero el que ha sido humillado lo esconde rápido en el lugar más lejano de su mente.
Así como una pesadilla la historia lo describirá, como el simulacro tragicómico de un estadista cuando en realidad fue un titiritero ordinario manejando títeres más tristes que él.
Ni aún así logró arrancar una sonrisa genuina de un pueblo expectante por su actuación inconclusa debido a la tragedia providencial de un destino que tuvo piedad de nosotros.
Hoy un kirchnerismo que agoniza, en bien del pueblo, trata de sobrevivir sin lograr encontrar rumbo cierto.
Mientras, la esperanza de un tiempo mejor asoma sin las oscuras sombras kirchneristas que vuelcan fortunas tratando de prolongarse en el poder.
Mas los vientos de cambio sólo lo podemos lograr con nuestro voto, por eso no votemos en blanco, nuestro voto vale.
Y mucho aunque no lo creas.
No votes a la publicidad, votá a la Argentina.
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