sábado, 4 de junio de 2011

EL QUE SE QUEMA.......


EL QUE SE QUEMA CON LECHE

…cuando ve una vaca llora.

Por Susana Merlo

Por infinidad de razones en todo el mundo la leche es el alimento más emblemático. También, por muchas de esas mismas razones, en Argentina, junto con la carne vacuna, es uno de los productos más controlados e intervenido por el Gobierno.

El resultado, harto conocido, es que a pesar de la extraordinaria recuperación internacional de los precios en lo que va de la década, que llevó a las cotizaciones de la leche en polvo de menos de US$ 900 la tonelada en 2001 a más de US$ 4.000 ahora, pasando por un pico de US$ 5.600 en 2008, la lechería argentina sigue estancada en alrededor de 10.000 millones de litros, sin alcanzar siquiera el récord de 10.600 millones de 1997/8.

Es cierto que mejoró sensiblemente la productividad en los tambos, pero eso no alcanzó para poder crecer, y apenas compensó la caída en la cantidad de establecimientos lecheros y en la cantidad de vacas que fueron “corridos”, especialmente en los últimos años por el “yuyo”, la soja, mucho más segura, menos sacrificada para producir, menos riesgosa y, a pesar de las muy altas retenciones que recaen sobre la oleaginosa, por su mayor seguridad de comercio ya que hasta ahora sus exportaciones no fueron condicionadas o, directamente, cerradas como sí ocurrió con la carne vacuna y la leche.

Tanto es así que de los 45.000 tambos que se registraban en los ´80 se bajó a algo más de 16.000 según el censo de 2002, y de esa cifra hoy apenas se arañan los 11.000. Una caída superior al 30% en los últimos 8 años.

Lo irónico, lamentable, increíble o inexplicable, según como se lo quiera mirar, es que la Argentina es uno de los muy escasos países del mundo con potencial para el crecimiento lechero (por clima, suelos, extensión, etc.), por lo que habría capitales internacionales dispuestos a invertir en el rubro. Obviamente esto no está sucediendo por razones más que conocidas, que poco y nada tienen que ver con la producción lechera.

Por el contrario, dos importantes grupos que tenían previsto su desembarco local volvieron a postergar la decisión a la espera de correcciones que, por lo menos, están demoradas desde 2005.

Ahora, dirigentes y productores vuelven a alertar sobre los riesgos a la vista ya que en plena época de baja producción (invierno) los tambos apenas perciben en promedio $ 1,56 por litro, cuando las usinas estarían en condiciones de abonar hasta $ 1,65, lo que los acercaría más a los aumentados costos de producción.

Peor aún, las previsiones hablan de un mercado internacional algo más flojo, en alrededor de US$ 3.700 para fin de año, lo que daría una paridad de pago a los tambos de $ 1,50 por litro, mientras los costos siguen su imparable escalada alcista.

“La lechería está embretada por el modelo económico”, señalan desde el sector sin distinción de banderías. Y no es para menos ya que a pesar de que los precios internacionales casi duplican el promedio histórico, el increíble aumento de los costos, de 119% por hectárea y de 187% por litro, sumado a la erosión que conlleva la inflación, no deja el más mínimo margen.

Y si a eso se agrega la intervención oficial en el mercado, retaceando (cuando no es directamente negando) los permisos de exportación -Roel- que generan quitas adicionales en los precios a los tambos de entre 15% y 18%, alterando la relación minorista-mayorista, entonces se entiende el “pronóstico reservado” que se prevé para la actividad.

Por eso, aunque el potencial es grande, la demanda internacional comparativamente es sostenida y, además, falta capacidad instalada para la eventual producción, las inversiones siguen recelosas a la espera de un panorama mucho más claro.

“Mayores reintegros, subsidio directo a la demanda interna vulnerable y la disminución de los extraordinarios márgenes actuales de comercialización”, son algunas de las cosas que, junto con la devolución del IVA en tiempo y forma y la desaparición de los Roel, pidieron ayer más de una docena de entidades lecheras del país al tiempo que alertaron sobre un nuevo avance de la soja sobre los pocos tambos que van quedando si no se adoptan rápidamente estas correcciones.

Así se entiende porqué cuando “ven una vaca…, lloran” (y no es de alegría).

No hay comentarios: