Ya no es un secreto para nadie que difícilmente Cristina Kirchner arribe a la Casa Rosada antes de las 10 de la mañana, llegando en no pocas ocasiones después del mediodía, para luego retirarse entre las cinco y las siete de la tarde, convirtiendo así a la Casa Rosada en uno de los lugares en los que menos horas se trabaja.
En Francia Nicolás Sarkozy ya no sabe que inventar para dar de baja la semana laboral reducida de 35 horas que inventaron los socialistas para impulsar la economía y terminó en un rotundo fracaso. En la Argentina, lejos de la experiencia gala, la presidenta la aplica sin rubores.
Ya no es un secreto para nadie que difícilmente Cristina Kirchner arribe a su lugar de trabajo antes de las 10 de la mañana, llegando en no pocas ocasiones después del mediodía. Muy lejos de aquel Raúl Alfonsín madrugador que ingresaba a la Casa Rosada antes de las 6 de la mañana, o de su propio marido que alrededor de las 7 ya se sentaba en el sillón de Rivadavia.
Carlos Menem solía presentarse en el despacho presidencial alrededor de las 10, pero lo compensaba con largas tenidas que se extendían hasta muy entrada la noche, claro que respetando a rajatabla el rito de la siesta provincial, en una cama que se había instalado a mano de su lugar de trabajo.
Cristina por el contrario se retira entre las cinco y las siete de la tarde, convirtiendo así a la Casa Rosada en uno de los lugares de la administración pública en los que menos hora se trabaja.
“Los ministros y secretarios ya le tomaron el tiempo y en cuanto ella se sube al helicóptero para ir a Olivos, se van todos”, confiaba un funcionario que trabaja en la Casa Rosada y está encantado con las nuevas costumbres que impuso la Presidenta.
“El ambiente ahora es mucho más relejado. Cuando Néstor Kirchner asumió empezaba a llamar a los funcionarios a las primerísima hora de la mañana y se quedaba en la Casa Rosada hasta las 10 de la noche mínimo, nos tenía locos a todos”, agrega la fuente, que concede que “eso fue sobre todo en los primeros meses, pero marcó el terreno y todo el mundo se acostumbró a ese ritmo de trabajo, aunque después el mismo se fue relajando”.
Un ejemplo de esos rigores lo da el ex titular del Anses y actual intendente de Tigre Sergio Massa, Quien comenta a los cuatro vientos lo feliz que está en su nuevo cargo porque “Ya no tengo que aguantar a Kirchner llamándome todos los días a las 6.30 para ver como vienen los números”.
Como sea, con la excepción de Guillermo Moreno que sigue martirizando a empresarios rebeldes a bajar los precios con reuniones en su despacho a las seis de la mañana, en la Casa Rosada todos disfrutan el nuevo estilo de la Presidenta.
Fuente La Politica on Line
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