La Nueva Provincia
23-Ene-08
Opinión
Cartas y sugerencias
http://www.lanueva. com/edicion_ impresa/nota/ nc/23/01/ 2008/81n079. html
Alguien que era más astuto que inteligente dijo, alguna vez, que la única verdad es la realidad. Hoy, estamos presenciando y sufriendo la verdad de aquella realidad que ciegamente no quisimos ver. Durante cuatro años, nuestros actuales gobernantes ensayaron y se esforzaron para lograr el estado de cosas que hoy estamos obligados a soportar. A quienes les hacíamos notar el peligro de semejante actitud, nos respondían con falacias tales como que lo que acaecía era el precio del crecimiento. Pretendían tapar el cielo con un harnero. Carencia de energía eléctrica, falta de agua potable, producción petrolera en decadencia, insuficiencia de provisión de gas, imposibilidad de un tráfico fluido de los transportes tanto terrestres como aéreos, inflación y su consecuente secuela, el envilecimiento de las remuneraciones conducentes al malestar social, imposibilidad de recurrir a los mercados de capitales y financieros internacionales por el índice de riesgo país son algunos de los resultados de esa única verdad que es esta realidad. Durante cuatro años, se pudo observar lo que antecede. Un dicho muy antiguo reza que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Una mayoría no quiso oír y votó por todo esto. No tienen, en consecuencia, derecho a la protesta. Ellos lo eligieron. A los que no votamos por esta realidad tampoco nos cabe la protesta. No supimos, no pudimos o no tuvimos el suficiente poder de convicción para evitarla. No tenemos, en consecuencia, el derecho al reclamo. Para aquellos que, basándonos en la lógica, el sentido común y el axioma de René Descartes según el cual "de una docena podemos obtener solamente doce unidades", nos era fácil predecir esta realidad presente. Nos cabe, entonces, aplicar el códice que norma las relaciones de la sociedad humana. Dicho tratado dedica un acápite a la Fuerza Mayor, a la que define como "aquello que no se puede prever, o que, previsto, no puede evitarse". Previmos y anunciamos esta realidad de hoy, pero no la pudimos evitar. De haber sido esto una fábula, la remataríamos con la siguiente moraleja: este trágico hoy es aquel angustioso mañana que ayer tanto nos preocupaba.
Carlos Ramiro del RíoBahía Blanca__._,_.___
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