Néstor y Cristina ya no están blindados
La difusión de la controvertida declaración jurada de Néstor Kirchner, la publicación del decreto que, antes de abandonar la presidencia, favoreció en el negocio de las tragamonedas a su amigo Cristóbal López y las causas abiertas de Skanska y la valija de Antonini evidencian que el matrimonio presidencial ya no puede controlar a la prensa como antes.
Por Luis Majul
NuevoEncuentro 29/01/08
Empieza a pasar lo que irremediablemente tenía que pasar: ni los medios más cercanos al gobierno pueden evitar la publicación de asuntos que afectan, y mucho, la credibilidad de la administración kirchnerista.
“Nos están meando y la prensa dice llueve”, escribió un ciudadano enojado y lúcido, en la calle Estados Unidos al 300, en el barrio de San Telmo, en medio de la crisis de diciembre de 2001.
Expresaba un sentimiento colectivo y no se equivocaba.
La sensación de que los grandes medios no publican o minimizan los escándalos de corrupción todavía persiste, pero ahora resulta que los hechos son tan evidentes que ningún director de publicación, que pretenda subsistir más allá de los próximos años, puede hacerse el distraído.
Los politólogos afirman que el matrimonio Kirchner perdió la protección blindada de la prensa porque el de Cristina es un gobierno que nació sin luna de miel, y es percibido como la continuidad de la primera gestión de Néstor. Pero los hombres del gobierno que manejan la relación con los dueños de la gran prensa y conversan con los periodistas que escriben en los diarios o hablan por radio o televisión intuyen que ya no podrán evitar que las balas de la información impacten en el corazón del poder.
En este sentido, no es tan distinto lo que sucedió con Carlos Menem un par de años después de su primer período de gobierno.
Los que quieren a Kirchner dicen que la situación es incomparable, porque mientras Néstor gobernó la economía creció, la participación de los asalariados en la torta de la riqueza se incrementó, y su política de derechos humanos no convalidó la impunidad de los torturadores y asesinos.
Los neutrales piensan, en cambio, que la opinión pública primero, y los votantes después, le pasaran a Néstor y Cristina una factura tan grande como la que todavía no terminó de pagar “el innombrable”.
¿La razón? El sistema K hizo alarde de honestidad y transparencia, algo de lo que ahora no se puede vanagloriar
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