EL INEVITABLE OCASO DE LOS KIRCHNER
Para que se comprenda mejor el momento que vivimos, recordaremos al pensador y filósofo francés Jean-Francois Revel, -invocado en estos días en otras citas por la justeza de sus reflexiones- , cuando analiza el mundo de la mentira ideológica y dice: “Una ideología es una triple dispensa; dispensa intelectual, dispensa práctica y dispensa moral. La primera consiste en retener sólo los hechos favorables a la tesis que se sostiene; incluso en inventarlos totalmente y en negar los otros, omitirlos, olvidarlos e impedir que sean conocidos. La dispensa práctica suprime el criterio de la eficacia, quita todo valor de refutación a los fracasos y fabrica explicaciones que los excusan. La dispensa moral consiste en abolir toda noción del bien y del mal para los actores ideológicos; o hace creer que la ideología ocupa el lugar de la moral. Lo que es crimen o vicio para el hombre común no lo es para ellos. Santifica también la malversación, el nepotismo, la corrupción. Tiene una idea tan elevada de su propia moralidad que casi se creería al oírlos, que vuelven honrada a la corrupción cuando se entregan a ella, en vez de ser la que empañara su virtud cuando sucumben a la tentación.”
Y remata así sus reflexiones: “En sus comienzos, una ideología es una hoguera de creencias que, aunque devastadora, puede inflamar noblemente los espíritus. A su término, se degrada en un sindicato de intereses. Y es también ineficaz, por cuanto no aporta las soluciones anunciadas por su programa.”
Revel no conoció por cierto a los Kirchner, y escribió sobre estas cuestiones en 1988. Por lo tanto, al invocarlo, no podemos ser acusados por “los Fernández” de opositores, ni de promover “operación basura” alguna.
El ocaso del gobierno se producirá, inexorablemente, por la exaltación de falsas y vanas ideologías, como los paradigmas propiciados por Marx y Engels, que hundieron en la postración a más de la mitad del orbe una vez agotada su falacia.
En América Latina no advertimos que estas y otras fantasías son irrealizables, y los repetidos fracasos no nos han inducido hasta ahora a reconsiderarlas. Al contrario, todo parece incitarnos a radicalizar su aplicación.
La reivindicació n de una supuesta “identidad cultural” (estandarte del kirchnerismo y de otros trasnochados líderes latinoamericanos) , ha servido para justificar la censura en la información y el ejercicio de una forma de dictadura democrática. La que se describe a sí misma como “la” auténtica propulsora de mayor equidad social.
De tal forma, el gobierno de los Kirchner inventa informaciones mentirosas que le permitan disimular sus fracasos de cara al futuro; y perpetuar sus imposturas, que en ningún caso han estado dirigidas a atender los verdaderos problemas que manifiesta estar resolviendo.
Pero el mismo encarnizamiento que despliegan en interceptar, falsificar, e incluso rediseñar totalmente dicha información, demuestra hasta qué punto son conscientes de que dependen de ella.
Muchos jefes de Estado a través del tiempo han debido su gloria efímera no a lo que hacían, sino a lo que forzaban a decir de ellos, para terminar extinguiéndose abrazados a propuestas políticas que resultaron ser a la postre meras ventajas para pocos: los amigos del poder.
Los últimos cuatro años, Néstor Kirchner ha detentado la Presidencia utilizando un material de entretenimiento variopinto. Con innegable habilidad mistificadora fue imponiendo distintos temas, que le permitieron avanzar con sus engaños: los “nuevos” derechos humanos, el pasado militar y sus excesos, el Fondo Monetario y los organismos de crédito internacional, la “insensibilidad” del mundo neo liberal, el crecimiento del “modelo productivo” y la machacona reiteración de presentarse como el hacedor de una nueva Argentina, nacida para curarnos del fracaso de todos los gobiernos anteriores.
En estos últimos días, deja “trascender” que desea transformar al peronismo en una social democracia y convertirse en su jefe máximo; tratando de ocultar que esto consiste, lisa y llanamente, en un intento más para mantenerse en el escenario que ha montado, con el fin de sostener un poder personal que comienza a agrietarse.
Es solamente un golpe de efecto, pues le ha surgido un inconveniente: agotó el repertorio de ficciones y todos perciben hoy con más claridad que debería estar estableciendo un plan de gobierno que no se basara en ideologías engañosas, tan bien definidas en su esencia por Revel.
Su cónyuge ya no tiene buenas nuevas que comunicar, y a escasos sesenta días de haber asumido se limita a entrevistas protocolares, mientras manifiesta sus enojos frente cualquier noticia que ponga al descubierto su falta de ideas.
La supuesta astucia de Néstor Kirchner ha servido para prolongar, solo por un tiempo, un desbarajuste general cuyos únicos índices favorables están producidos por su “asociación” con empresarios ávidos de llenar su faltriquera, mediante retenciones casi confiscatorias a las exportaciones, en un momento inédito en el mundo en cuanto a la demanda de productos primarios.
Sin embargo, comienza a resultar evidente la inutilidad de un gobierno voraz que necesita sostener su altísimo gasto improductivo como forma de sometimiento a quienes pueden aportarle votos, pero carece de ideas, como hemos dicho, por “abundancia de ideología”, mientras muestra de cara a la sociedad su enorme precariedad esencial.
Precariedad instalada desde el inicio de un ciclo esencialmente corrupto, cuya nave insignia ha tenido como emblema el otorgamiento de subsidios indiscriminados como única arma efectiva de gobierno.
El hechizo que ha emanado del kirchnerismo ha llegado lejos en muchos ámbitos, pero no en los ambientes intelectuales serios, que en medio de este éxtasis han tenido la suficiente lucidez para escapar a la “tentación ideológica” y se han arriesgado, -con bastante intrepidez-, a confesar sus reticencias.
“La capacidad del hombre para construir en su cabeza más o menos cualquier teoría, “demostrársela” a sí mismo y creer en ella, es ilimitada. Cada hombre se inclina a pensar que su causa, política, religiosa o ideológica, justifica moralmente todos los engaños, y esto es también parte de la historia de la humanidad”, sigue diciendo Revel.
No es difícil descubrir la esencia del mundo “plural”: los Kirchner han inflado un enorme globo, logrando que todos a su alrededor utilicen idénticas frases hechas y discutan sobre artificios, sin pensar en la relación que guardan con una realidad que ya comienza a mostrarse esquiva.
Lo grave y absurdo, simultáneamente, es que detrás de una fachada signada por el voluntarismo más inicuo, no existe programa alguno.
Como un plan de gobierno debe estar asentado en ideas, y no en espasmos de microfonía, es muy posible que haya comenzado a jugarse el llamado “tiempo de descuento”. Habrá que prever pues, cómo se llena el abismo que sobrevendrá luego de esta experiencia que ha comenzado a chocar contra su falta de identidad.
Y rogar para que su final no sea semejante, -en pequeña escala-, al que vivió el mundo cuando los ciudadanos sometidos al régimen de la llamada Cortina de Hierro, voltearon el muro de Berlín a golpes de pico y pala, “porque las promesas hechas no habían satisfecho finalmente las demandas” (sic).
En nuestro caso, es probable que sus protagonistas sean las hordas vociferantes a quienes alentaron engañosamente los Kirchner con su populismo desenfrenado, las que muy pronto advertirán el calibre de las mentiras que les han propinado.
CARLOS BERRO MADERO
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