Por Redacción de Tribuna
CRISTINA, LA BIPOLARIDAD Y EL VACÍO DE PODER
El recientemente iniciado gobierno de Cristina Fernández de Kirchner no pasa por su mejor momento, aún a pesar del supuesto acuerdo con el embajador de Estados Unidos y los demagógicos anuncios de "ahorro de energía" y "plan de seguridad vial".
Los sindicatos presionan, las cuentas no cierran y la bipolaridad le ha jugado muy malas pasadas a la primera mandataria en lo que va de su gestión.
Es más lo que no ha hecho que lo que ha hecho. Son más elocuentes sus silencios que sus anuncios. A esta misma altura, su marido ya había propuesto docenas de medidas concretas y se había metido de lleno a manejar él mismo áreas clave como la economía y las finanzas. Lo hizo mal, pero lo hizo.
Cristina no atina a hacer nada, ni siquiera gobernar. Y sus propios asesores y allegados no saben cómo justificar sus momentos de depresión, a causa de los cuales debe suspender a último momento sus propios compromisos.
Sólo se atina a desempolvar efectivas -cada vez menos- cortinas de humo, como los automóviles de cancillería o el procesamiento -una vez más y van- de vetustos funcionarios del menemismo.
Hay temor en ciertos círculos de poder, político y financiero. Hay muchas "apuestas" hechas y no hay garantía de que estas sean recuperadas.
La mejor metáfora de esta situación la dijo un funcionario de Casa de Gobierno a este periódico hace menos de una semana: "Esto es una carrera de Formula 1 que recién empieza, y la piloto principal parece no querer terminar de cruzar la línea de largada".
Elocuencia aparte.
CHRISTIAN SANZ
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