En la rotonda del pie del cerro que sube a San Javier un enorme cartel dice: "el cerro es el jardín de todos, cuidémoslo". Como un contrasentido a este letrero que invita a pasear libremente vemos que:
Subiendo desde el pie del cerro por la ruta provincial 338, cruzando el Río Muerto y hasta la comisaría, desde hace 50 años, se hicieron edificaciones privadas a ambos lados del camino.
Actualmente siguen las construcciones (supongo que clandestinas) desde la comisaría hasta lo que era la primer confitería del Aconquija. Con el correr de los días la zona se va despejando más porque se eliminan árboles y selva en general, elevándose a cambio, chalets con jardines naturales y alambrados, que solo les faltan cloacas, agua corriente, alumbrado y limpieza y cementar los caminos y escaleras que construyeron por su cuenta.
¿Quién controla esta invasión al gran parque del Aconquija y a cambio de qué autorizan estas edificaciones privadas?
El cerro es el pulmón de la ciudad de Tucumán porque es el único espacio cercano que permite escapar transitoriamente de la contaminación provocada por los ingenios y vehículos. La poca oxigenación con que cuenta la ciudad proviene de esta zona geográfica.
No solo que debería prohibirse, en el cerro, cualquier tala de árboles, la construcción y el tránsito de vehículos con escape libre y ruidosos, sino que debería incentivarse el ciclismo y las caminatas, con el patrullaje permanente de la policía para evitar el asalto a los deportistas. Repavimentar y pintar los bordes de esta ruta a San Javier es también de inmediata necesidad para el tránsito seguro.
Más abajo transcribo la respuesta de la UNT que deslinda responsabilidad en la protección de esta belleza natural que es la zona de esparcimiento más importante de San Miguel de Tucumán y Yerba Buena.
Mario Bromber
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