viernes, 29 de abril de 2011

DESGOBIERNO


Por Alberto Buela

Al Ingeniero Macri, gobernador de la ciudad de Buenos Aires, la oposición política, sobre todo la encabezada por el gobierno nacional, lo acusa de ser “de derecha”. Claro, el kirchnerismo quiere encarnar un socialismo popular de izquierda.



Y es cierto, Macri y su gobierno son liberales por los cuatro costados, mientras que el kirchnerismo en el poder del Estado se ha ido transformado en un típico gobierno socialdemócrata, que dice de sí mismo formar parte de la izquierda progresista.



Lo paradójico es que la matriz de los dos es el iluminismo, de corte liberal en uno y de corte socialdemócrata en otro.



El iluminismo se caracteriza por ser aquella corriente de pensamiento que busca desde hace 200 años inventar una realidad acorde a su pensamiento, que intenta adecuar la realidad a lo que piensa y no su pensamiento a la realidad. Así nos ha propuesto la existencia de un gobierno mundial único para evitar las guerras, de un único sistema de gobierno: la democracia liberal para todos los países, de una igualdad única para todos los hombres. Cuando en realidad con la existencia de un gobierno mundial único el disidente no tiene donde ir salvo que salga fuera de la humanidad, con un sistema de gobierno único desaparecen todos las variadas formas de representación y con una única igualdad para todos, unos van a ser más iguales que otros, y entonces se terminará estableciendo la mayor diferencia entre los hombres.



En nuestro país el kirchnerismo nos prometió el tren bala de alta velocidad y nuestro pueblo pobre y medio, viaja hacinado como ganado en trenes destartalados a no más de 40 kms. por hora. Mientras que Macri anula la capacidad ya reducida de las calles de Buenos Aires con la creación de una bicisenda por la que nadie transita.

Los dos gobiernos, el liberal y el socialdemócrata, tomaron los ejemplos de la ilustrada Francia que sigue siendo modelo para nuestros colonizados dirigentes políticos. El tren bala no ha sido sino una mala copia del TGV francés y las bicisendas una copia de las calles de París.



Argentina ya ha padecido varias y reiteradas veces los gobiernos ilustrados. Ilustrado fue Rivadavia, nuestro primer presidente, quien a imitación del París de entonces, hablamos de 1826, hizo iluminar las primeras catorce cuadras a partir de la Plaza de Mayo, mientras que en la cuadra quince las jaurías de perros cimarrones devoraban a los viandantes desprevenidos. Fue ilustrada con Urquiza y su galera con poncho, una especie de mamarracho como lo fue la ilustrada pizza con champagne de Menem y su gobierno. Fueron productos ilustrados el centenario como el bicentenario recorriendo los lugares comunes de la colonización pedagógica venida desde Francia. Son ilustrados tanto el vacuo latinoamericanismo como el indigenismo pro inglés. Es ilustrado todo nuestro sistema educativo: primario, secundario, universitario, académico y de investigación. Es ilustrada la mayor parte de nuestra producción artística, siempre dependiente de los centros de producción de sentido. Es ilustrada la Iglesia católica argentina donde, de curas a obispos, declaman sobre la realidad de los pobres y se ocupan de frivolidades, celebrando misas donde cantan los cuatro monaguillos de turno, cantos a los que el pueblo llano asiste ausente porque no los conoce. Es ilustrada la postura ante Inglaterra que ocupa por la fuerza las Islas Malvinas y que teniendo intereses fortísimos en nuestro territorio continental ninguno de los gobiernos de la restauración democrática en treinta años, ha hecho nada para controlar o impedir que funcionen a piacere.



En una palabra, la ilustración engloba en política tanto al oficialismo como a la oposición y a casi todas las expresiones del amplio mundo de la cultura, investigaciones incluidas.



Qué se opuso históricamente a la mentalidad ilustrada en Argentina así como en América y en Europa?. La preferencia de nosotros mismos. Cuando el hombre, cada uno en su situación histórica y en su contexto cultural, se prefirió a sí mismo se produjo lo que en nuestra ecúmene se denominó “el barroco americano” y en Europa, el barroco a secas.



Qué dio en barroco americano como producto más propio?.



La ilustración que domina el discurso cultural en seguida se apresuró a contestar: iglesias, edificios, monumentos y rápidamente comenzaron a producirse libros y estudios sobre el tema.

Pero en realidad, lo mejor que dio el barroco americano como su producto más genuino fue el arquetipo antropológico del americano: el gaucho en Argentina y Uruguay, el montubio en Ecuador, el cholo en Bolivia y Perú, el huaso en Chile, el sertao y el gaúcho en Brasil, el llanero y el páisa en Venezuela y Colombia, el boricua en Puerto Rico, el ladino en Guatemala, el charro en México.



Es cierto que ya no existe más este arquetipo de hombre en estado puro, pero ha quedado de él un mundo de valores que se expresan a través de “lo criollo”. Pues lo criollo no es una forma de vestirse “a lo paisano” sino una forma de sentir “lo paisano”, esto es, lo que viene del país como lo más genuino y auténtico. Criollo puede ser un empleado de banco que nunca agarró un lazo como una maestra que nunca montó a caballo.



Así la oposición más efectiva a la ilustración es que nuestros dirigentes opten de una vez por todas por la preferencia de nosotros mismos y de las vivencias de nuestros pueblos que han tenido su expresión más acabada en el mundo y el hombre criollo de carácter hispanoamericano.



Argentina va en este año del 2011 a elecciones de todo tipo y pelaje, los candidatos son muchos y los cargos pocos. Hay para todos los gustos, pero nosotros proponemos esta pauta que enunciamos más arriba: elijamos al candidato que busque la preferencia de nosotros mismos en todos los ámbitos: del hacer, del obrar y del pensar.



La pelea como siempre va a ser entre peronistas. Está el famoso reportaje a Perón en España: Reportero: General como es el mapa político en Argentina? Perón: Hay un 30 % de radicales, un 30% de socialistas, y un 40% de conservadores. Reportero: General y los peronistas?. Perón: ¡Ah, no m´hijo, peronistas son todos.



Peronistas de corte liberal, de corte socialdemócrata, de izquierda filomarxista, peronistas socialistas, peronistas radicales y peronistas conservadores. Elijamos al candidato que mejor refleje la Argentina profunda, la Argentina que quiere existir en el mundo con singularidad propia, la Argentina que se plante firme ante los poderes mundiales e indirectos. En definitiva, la Argentina que nos represente genuinamente en lo que somos y no en lo que quieren que seamos.



Dicho esto, hay una cosa que ya sabemos de antemano: Macri no puede ser, pues a los políticos se los juzga por lo que hacen y no por lo que dicen. Y Macri no sólo ha hecho las cosas muy mal en la ciudad de Buenos Aires, sino que en ninguna de sus manifestaciones públicas hizo mención a la preferencia de nosotros mismos.

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