sábado, 30 de abril de 2011
MILANGA
PLAN "MILANGA II"
Por Susana Merlo
En su desigual cruzada por defender la “Mesa de los Argentinos”, con precios que suben todos los días en la mayoría de los alimentos, y después de algunos fracasos previos como el programa “Pescado para todos”, el “Cerdo afrodisíaco”, Milanesa 21 (por la oferta de 21$ el kilogramo), la “Gran barata” cárnica de los fines de semana en los hipermercados y otros por el estilo con frutas, verduras, pan, etc., el Gobierno lanza el plan “Carne para Todos” que, mediante una media docena de camiones frigoríficos que recorrerán seguramente solo algunos de los barrios más populosos de la Capital Federal y, tal vez, de los más cercanos del Gran Buenos Aires, pretende “bajar la térmica” y que la gente crea que gasta menos en comer… por lo menos carne.
Evidentemente, más allá de las aseveraciones de los funcionarios más oficialistas, con estas acciones resulta casi obvio que el Poder Ejecutivo percibe que, efectivamente, la inflación es sensiblemente mayor a sus datos oficiales y que desde ahora y hasta octubre va a necesitar que esa percepción cambie. Es natural el intento oficial de que las subas se sientan menos, aunque la lógica sería que “efectivamente” los precios no aumentaran y no hubiera inflación.
Ahora bien, como eso no parece posible a la luz de las propias actitudes gubernamentales entonces, al menos, debe “parecer” que los aumentos no son tales.
Pero, con el “Carne para Todos”, ¿Cuánto es lo que puede aportar para lograr esta sensación? ¿Cuánta es la gente que puede resultar efectivamente beneficiada?
Según la información oficial se volcarán al mercado 10.000 kilos diarios, o sea, 300 toneladas por mes, lo que equivale a 3.600 toneladas en un año; pero resulta que aún con el actual consumo alicaído (se bajó más de 20 kilos de ingesta anual per capita), la Argentina va a consumir durante este 2011 alrededor de 2, 3 millones de toneladas de carne vacuna. Esto significa que el rimbombante lanzamiento tiene un alcance de 0,16% del volumen ofertado… ¿Cual puede ser entonces el impacto bajista? Básicamente ninguno.
Para comenzar a hablar habría que contar, al menos, con algo más de un millón de toneladas que es lo que perdió el mercado local por caída de la oferta debido a la feroz liquidación de los últimos 4-5 años que diezmó el rodeo nacional en más del 20%, o sea, cerca de 12 millones de cabezas.
Si antes se faenaba en promedio 12-13 millones de cabezas anuales y ahora se bajó a 10 millones, o menos aún, no hay ninguna forma de lograr bajar los precios si no es aumentando la oferta, pero eso es imposible internamente (se van a necesitar por lo menos 4-5 años para lograrlo) y, para colmo, tampoco se puede importar puesto que aun contando con los recursos para hacerlo, la demanda mundial muy firme lo impediría y ni hablar de los precios que pretende el Gobierno.
En este contexto, el hecho de que el plan y su ejecución estén supuestamente en manos de una empresa llamada Don Corleone (como el capo mafia de la película El Padrino) es apenas una anécdota.
El punto verdaderamente importante es que se insista con profundizar la misma política que es la causante del déficit actual y, por ende, de buena parte de las muy fuertes subas de precios.
El Gobierno alteró artificialmente los precios y la renta de los productores, perjudicó a los ganaderos que fueron abandonando la actividad y subsidió a productos alternativos (pollo, cerdo, etc.) que no respondieron en los volúmenes que habrían hecho falta para compensar la carne vacuna que se perdió.
Y ahora, en lugar de corregir rápidamente el rumbo con señales muy claras, insiste en perder tiempo con figuritas de colores y puestas en escena solo mediáticas que no cambian en nada los problemas de fondo (más vale los agudizan), y sin reconocer que, incluso, asignó muy mal y arbitrariamente los recursos públicos, alteró los mercados y fracasó estrepitosamente en el supuesto objetivo de “defender la mesa de los argentinos”…
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