sábado, 30 de abril de 2011
FUERTE Y DÉBIL
CARRIÓ, DUHALDE, MACRI, DE NARVÁEZ Y STOLBIZER LO PRESIONAN
Alfonsín, el candidato fuerte de una UCR débil
Por el Dr. Carlos Tórtora
Igual que su padre en el ‘82, Ricardo Alfonsín quedó consagrado esta semana como el principal candidato de la oposición al renunciar Ernesto Sanz a disputar la primaria del 14 de agosto. Sin embargo, las semejanzas no son tantas. Raúl Alfonsín lideraba entonces un partido potente y en pleno crecimiento, que incorporaba masivamente a la juventud. En cambio su hijo es el candidato de una UCR todavía convaleciente de la catástrofe de la Alianza. Las recientes elecciones provinciales expusieron esta debilidad: los radicales perdieron ante el kirchnerismo el gobierno de Catamarca, luego obtuvieron un deslucido tercer lugar en Chubut y remataron con un sexto puesto, detrás del Partido Obrero, en Salta. Este panorama oscuro facilitó el rápido ascenso de Alfonsín, ante la necesidad de contar con un candidato ya instalado en las mediciones. Pero esta tendencia tiene su contracara: él -y las demás figuras de la oposición- saben que la UCR podría acercarse en octubre al ballotage mediante un amplio esquema de alianzas. En otras palabras, que los demás presidenciables de la oposición trabajan desde la plena convicción de que Alfonsín depende de ellos y a la inversa.
Uno por uno
El primero que aprovechó la debilidad radical no es presidenciable pero tiene peso específico como si lo fuera. Francisco De Narváez le ofrece a la UCR una masa de votos peronistas que, al menos en teoría, alcanzaría al 10 por ciento del electorado nacional. No es poco, sobre todo teniendo en cuenta que el radicalismo carece en Buenos Aires de un candidato a gobernador registrable en los primeros puestos de las encuestas.
Pero el empresario exigiría exclusividad, es decir, ser la única lista bonaerense adherida a la boleta de la UCR. Para el GEN de Margarita Stolbizer esto significa que su participación en las listas provinciales seria ínfima, por ser optimistas. Stolbizer amenaza con patear el tablero e impulsar, con el beneplácito de la Casa Rosada, una coalición de centro izquierda que postule a Hermes Binner como presidente.
Las presiones de De Narváez y Stolbizer son sólo una parte del menú. Mauricio Macri, que busca afanosamente la puerta de salida de su candidatura presidencial, podría sumar el PRO a las listas radicales en varias provincias, empezando por Córdoba, pero ya le estaría advirtiendo a Alfonsín que se debe abstener de escuchar los planes que De Narváez tendría para la elección porteña del 10 de julio. El empresario está testeando una alianza peronista-radical que podría llevar como candidato a Jefe de Gobierno a Jorge Telerman, Rodolfo Terragno o Silvana Giudici. Este proyecto podría restarle votos al macrismo en la primera vuelta (y ahora no le sobran). Las relaciones entre Macri y los radicales son bastante tensas y se relacionan también con la candidatura presidencial de Eduardo Duhalde. Cuarto en las encuestas, con la ratificación de su candidatura el ex presidente parece estar enviándole un mensaje a Alfonsín. Todo sería negociable, hasta la continuidad de su candidatura, si la UCR acepta compartir listas con el duhaldismo, lo que parece muy improbable, porque De Narváez, los socialistas y el GEN le cerrarían el camino. Si todo sigue como hasta hoy y Duhalde presenta listas propias para la primaria el 24 de junio, su presencia en octubre debilitará inexorablemente al alfonsinismo. En el peronismo se suele graficar esta posición como “pasar con la ambulancia”, es decir, en este caso recoger a los heridos, que no pudieron entrar en el sistema de alianzas con la UCR.
Por último, al menos por ahora, también hay que computar otra presión: la continuidad de la candidatura a Presidente de Elisa Carrió representa sobre todo un drenaje de votos radicales. La líder de la Coalición Cívica parecería estar esperando la foto de Alfonsín con De Narváez y otros peronistas, tal vez, para señalar que la UCR correría el riesgo de perder identidad. Con un comprensible pragmatismo, Alfonsín les hace guiños a unos y a otros dejando traslucir que, para ganar, hay que estar dispuesto a ceder. Sus interlocutores, conscientes de la debilidad radical, le replican que están de acuerdo, pero que el primero que tiene que ceder es él.
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