jueves, 21 de abril de 2011

LIMITES


Gabriela Michetti

Durante estos últimos días me he pasado escuchando cómo políticos de la oposición hablan de supuestos "límites" a la hora de sentarse en una misma mesa a dialogar sobre lo que creemos son los problemas que tiene el país y cuáles podrían ser las propuestas de políticas de Estado que nos permitan plasmar las bases de un desarrollo a largo plazo.

Me cuesta muchísimo entender a que se refieren cuando dicen: "Mi límite es Macri" o "mi límite es el Pro". Increíblemente para la historia más reciente de nuestro país existe un dirigente como Mauricio Macri que, siendo el político de la oposición mejor posicionado en todas las encuestas, propone que todos nos sentemos a la misma mesa a dialogar, sin ningún condicionamiento en términos de candidaturas. Es decir, dejando de lado el hecho de ser quien hoy recibe mayor apoyo de la gente que no quiere votar al kirchnerismo, y priorizando la búsqueda genuina y sincera de acuerdos de gobernabilidad y de políticas que le den sustentabilidad al crecimiento que hoy el país tiene, pero que depende casi exclusivamente de la tracción que ejercen las economías de otras naciones del mundo demandando nuestros productos primarios y alimentos.

¿Límite ideológico? ¿A qué ideología se refieren? ¿A la de una gestión de gobierno que encontró a la Ciudad devastada por la falta de compromiso del gobierno nacional y la desidia durante tantos años anteriores al 2007 y empezó a recuperarlo? No estaría nada mal recordar aquí que ni siquiera la nómina de empleados se conocía y tampoco la cantidad de bienes que le pertenecían. Esa Ciudad que en diciembre de 2007 recaudaba por las concesiones de recursos que le pertenecen a todos los vecinos no más de 9 millones de pesos y que a dos años de iniciada la gestión del Pro ya recaudaba 60 millones por los mismos bienes y en algunos de los casos manteniendo a los mismos licenciatarios, que no se negaron a pagar de un día para otro un aumento de hasta el 300 por ciento porque sabían perfectamente que era irrisorio el canon que estaban aportando a las arcas públicas.

¿A qué ideología? ¿A la que considerando que era una buena política de estado la de dar continuidad al Programa Ciudadanía Porteña para familias de bajos recursos, no sólo amplió sustantivamente la cantidad de familias que lo reciben sino que además mejoró sus instrumentos de seguimiento? ¿A la que aumentó en un 70 por ciento las vacantes en paradores y hogares para personas en situación de calle? ¿A la que comenzó a desarrollar en serio una política de atención a los niños de 0 a 5 años y ya tiene 20 Centros de Primera Infancia, en donde se trabaja con las mamás y sus hijos para empezar desde allí a igualar oportunidades?

¿A qué ideología? ¿A la que después de tantos años de ningún cambio que implicara acortar la brecha entre colegios públicos y privados, introdujo el Inglés como idioma extranjero para todos los niños, conectó a todas las escuelas a Internet y va a entregar este año una computadora por alumno y maestro de la Ciudad ? Es bueno recordar a este punto, que la gestión del Pro encontró en diciembre del año 2007 la mitad de los edificios escolares sin instalaciones de gas. Ese "progresismo" que hoy habla de "límites" tenía el 75 por ciento de esos edificios en situación de emergencia y un informe de la Defensoría del Pueblo daba cuenta de eso. Es en esta gestión que se realizaron más de 1000 obras entre pequeñas, medianas y grandes que nos permiten decir que hoy, entre otras cosas, todas las escuelas tienen su calefacción.

¿A qué "límite" se refieren esos políticos de la oposición? No logro entenderlo. Mauricio Macri, sobre quien tantos fantasmas se agitaron, es el dirigente de un partido democrático que hace tres años y medio gobierna la Ciudad por voluntad de una amplia mayoría de porteños y es quien, definitivamente, ha comenzado un proceso de reconstrucción de ese Estado que debe igualar oportunidades y generar condiciones para el desarrollo, cuando lo que encontramos fue un sitio donde los amigos del poder de turno se miraban el ombligo.

Por Gabriela Michetti Especial para lanacion.comLos referentes del Pro, los límites de la oposición según Gabriela MichettiFoto: Archivo



Y me confundo más aún cuando recuerdo que muchos de esos políticos de la oposición que hoy hablan de "límites" refiriéndose al Pro, apoyaron explícitamente y en algunos casos participaron de esos años en los que la Ciudad no servía al ciudadano sino a los propios amigos, de una manera endogámica. Y quiero ser justa, por supuesto que existían también aquellos funcionarios que se comprometían y trataban de llevar adelante su propia responsabilidad con mucha dignidad. A algunos de ellos los he escuchado hablar muchas veces de sus frustraciones en aquellos años.

Me sigo preguntando, ¿dónde está el "límite"? ¿En una gestión que sin haber tenido nunca la mayoría en la Legislatura local promulgó centenares de normas, la mayoría de las cuales fueron proyectos de la oposición, en muchas oportunidades apoyados también por nuestros legisladores? Imaginemos el Congreso Nacional trabajando con esa lógica de acuerdos y consensos permanentes.

¿O será que no está bien haber comenzado a implementar en serio el Plan Hidráulico de la Ciudad , tantas veces anunciado por las gestiones anteriores, pero al no dar votos rápidos para la próxima elección, nunca puesto en marcha anteriormente? ¿O se trata de que haber comenzado a recuperar el Parque Sarmiento, por ejemplo, que tenía pastizales que tapaban a cualquier persona que quisiera entrar a "dar una vuelta" y todas sus instalaciones en un estado que realmente hacían acodar a una ciudad de posguerra, no es "progresista"? ¿O que el hecho de que ahora la Ciudad en lugar de contar con 4000 miserables rampas para discapacitados cuente con 20.000 y hechas como se debe, tampoco es "progresista"? ¿O será que no gustan los patios integradores para niños con discapacidad y sin discapacidad que hoy tenemos en más de 20 plazas y parques públicos, cuando en el año 2007 al asumir la gestión de gobierno no nos encontramos con ninguno?

Me "parto la cabeza" y sigo pensando: ¿de qué "límite" hablan? ¿Será que les parece muy mal que nos hayamos decidido a formar una fuerza de seguridad local, porque el gobierno nacional se empecinó en no querer traspasar la parte de la Policía Federal que correspondía que se transfiriera, y que hoy el Instituto de Formación de esa policía sea un ejemplo en todo sentido, que el plan de creación de la Policía Metropolitana se vaya cumpliendo tal y como lo pensamos, que los vecinos de los barrios en donde está la policía local se sientan más protegidos y los de los otros barrios no vean la hora de que a ellos también les llegue, y que la primera Comisaría con Fiscalía dentro del mismo edificio sea justamente una Comisaría de la Policía Metropolitana ? Sería muy raro que todo esto les pareciera malo, porque todos sabemos que la gran preocupación de nuestros ciudadanos, es la inseguridad.

¿La urbanización de la Villa 19? ¿Los trabajos que estamos haciendo para que ese proceso de urbanización se vaya implementado exitosamente en cada una de las villas de la Ciudad , hasta poder decir que ya tenemos barrios donde la gente comienza a vivir con dignidad y no en esos lugares de hacinamiento?

Claro, puede ser que hablen del límite a errores que pudimos haber cometido o a todo lo que aún falta hacer. Pero resulta que nuestro Gobierno ha sido el único capaz de reconocer que puede equivocarse y corregir lo que hay que corregir. Me pregunto qué hicieron esos políticos que hablan de "límite" cuando se refieren al Pro o al propio Mauricio Macri cuando tuvieron la oportunidad de utilizar recursos públicos en pos del mejoramiento de la calidad de vida de la gente.

¿No deberíamos todos pensar que el verdadero "límite" hay que ponérselo a cualquier práctica autoritaria que ponga en peligro, por ejemplo, la libertad de expresión? ¿Y si se lo ponemos a esta enfermedad que tenemos de no poder sentarnos a dialogar en paz y debatir cuáles podrían ser aquellas políticas que nos comprometemos todos a llevar adelante para que la oportunidad que nuestro país está teniendo desde hace unos años no se desperdicie? ¿Y si le ponemos un "limite" a nuestros narcisismos y pensamos juntos cómo volvemos a ser el país latinoamericano con mejor calidad educativa; cómo luchamos contra el flagelo del narcotráfico y de las adicciones en nuestros adolescentes y jóvenes? ¿Cómo logramos que ese 30 por ciento de compatriotas pobres dejen de serlo y puedan tener esperanza; cómo hacemos para diversificar la matriz energética de la Argentina y cómo nos integramos en ese área con nuestros países vecinos; cómo potenciamos la producción agroindustrial? ¿Cómo mejoramos nuestras rutas y ferrovías; cómo atraemos inversiones; cómo hacemos para que además de consumir los argentinos también ahorremos y entonces fortalezcamos el sistema de financiamiento para nuevas empresas y emprendimientos? ¿Cómo seducimos a los argentinos que tienen dinero en el exterior para que sean los primeros en traerlo nuevamente al país e invertirlo generando nuevos puestos de trabajo; cómo mejoramos nuestro sistema tributario para que sea realmente justo y equitativo? ¿Cómo hacemos para que los subsidios estatales no vayan a las empresas sino a nuestros ciudadanos de menores recursos? ¿Cómo generamos una política poblacional con desarrollo de economías regionales que nos permitan desconcentrar los grandes conglomerados urbanos en los que el hacinamiento crece año a año? ¿Cómo logramos que nuestros jóvenes se involucren cada vez más en la política y la "cosa pública" con espíritu constructivo y generoso, y no con actitudes en las que prima la confrontación y los rencores que ni siquiera les son propios?

Cuanta impotencia y frustración genera que en una Argentina que tiene oportunidades tan excepcionales, los prejuicios, los narcisismos, las vanidades personales, en fin: nuestra enfermedad de individualismo extremo, no nos permita ponerle "límites" a las cosas que hace tiempo nos vienen deteriorando la calidad de vida a todos y sobre todo dejando sin esperanzas a quienes necesitan de nuestros diálogos y nuestros acuerdos para empezar a soñar otra vez y no sólo vivir el día a día.

Estoy absolutamente segura de que la gran mayoría de los argentinos nos está pidiendo hoy a los dirigentes políticos que le pongamos límite a nuestro egocentrismo y microclima, y está deseosa de vernos en una misma mesa tratando de ponernos de acuerdo en esas políticas que nos permitirán, como a algunos de nuestros vecinos de América latina, aprovechar estos años de oportunidades y crecimiento para sentar bases sólidas de desarrollo de una vez por todas.

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