sábado, 30 de abril de 2011

TORPE


LA TORPEZA A LA CUAL SE PUEDE LLEGAR PUEDE ALCANZAR NIVELES INCREÍBLES
Escuchar exponer a un filósofo suele dejar en el auditorio profundas e importantes reflexiones sobre la vida, el mundo, la realidad circundante y suele despertar inquietudes existenciales.
Pero como en toda otra disciplina, en oportunidades, también se suelen escuchar sandeces de tal magnitud que dejan al auditorio perplejo, con la boca abierta, ante el disparate expuesto.
Uno de estos “filósofos”, muy amante de la exposición en los medios, es José Pablo Feinmann.
Al inicio de la era kirchnerista, allá por el 2003, escuchaba con atención las exposiciones en los medios de este filósofo comprado, vaya a saber a que precio, por el oficialismo. Pero al poco tiempo dejó de interesarme y automáticamente cambiaba de canal o de frecuencia cuando aparecía en la pantalla de TV o en la radio.
Hace un par de días atrás tomé conocimiento de un artículo atribuido a este polémico pseudo intelectual de izquierda, titulado “Una Bandera Para El Siglo XXI”.
Como todo lo que recibo relacionada a ese grotesco y desagradable personaje, al ver quien era el autor del artículo, lo descarté sin leerlo, sin más trámite.
No obstante volví a recibir la nota repetidas veces, en diferentes ocasiones, de diferentes personas por internet, así que por cansancio, decidí leerlo.
Sencillamente tuve dudas si reír o llorar ante tan gigantesco sin sentido y despropósito.
En el artículo de aproximadamente una carilla de extensión, Feinmann proponía la modificación de uno de nuestros simboles nacionales que nos acompaño prácticamente desde el nacimiento de la Patria misma.
Proponía modificar la bandera nacional sacándole el sol a la misma y reemplazarlo por el pañuelo blanco de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
A efectos de que no haya ninguna duda sobre lo que afirmo transcribo literalmente el último párrafo del artículo de referencia.
“Para este siglo XXI, para que esta lucha de hoy contra la globalización del Uno Imperial, necesitamos otra bandera. Que sea azul y que sea blanca, como la anterior. De acuerdo. Pero le sacamos ese sol de la guerra y ahí, en ese lugar, reemplazándolo, ponemos el pañuelo blanco de las Madres y las Abuelas, el pañuelo de la paz, el de la vida, el de nuestro más genuino, verdadero orgullo.”
La nota no merece ser leída como tampoco discutirse ni comentarla, por disparatada y poca seria.
Simplemente es necesario expresar que las Madres y Abuelas no son en absoluto y bajo ningún concepto, motivo de orgullo de los argentinos.
¿Que son las Madres de Plaza de Mayo?
Respetando todo su inmenso dolor por la terrible tragedia que significa la pérdida de un hijo, hay que decirlo con todas las letras: las Madres son los parientes directos de aquellos argentinos, muchos de ellos adoctrinados y adiestrados en Cuba, de buena fe o no, que equivocados, se alzaron en armas contra las autoridades constitucionales buscando derribar el gobierno para instalar un régimen castro marxista-leninista, totalmente ajeno al sentir de la mayoría de los argentinos.
En esencia, eran los que secuestraban para conseguir fondos para la “causa”, los que asaltaban comisarías e unidades militares para conseguir armamento, los que asesinaban a mansalva a los agentes policiales de los barrios para robarles el arma reglamentaria, los que robaban bancos y financieras, los que copaban pueblos y pequeñas ciudades, los que ponían bombas para instalar el terror en la ciudadanía, los inventores de las “cárceles del pueblo”, los que fusilaban sin miramientos y misericordia a funcionarios y uniformados, para nombrar solamente algunos de sus numerosos, graves y aberrantes delitos.
Son los hijos de las Madres, que mediante el terrorismo y la subversión, desataron la violencia fratricida en nuestro país.
Y las consecuencias, aún a casi tres décadas, siguen influenciando e impidiendo la paz y conciliación entre los argentinos.
No, no hay que sentirse orgullosos de las Madres. Madres que descuidaron la formación, educación y el control de las actividades de sus hijos.
Volviendo al disparate mayúsculo de Feinmann expuesto en los primeros párrafos.
Ya hace unos años, gente afín a este gobierno, izó la bandera roja en el edificio principal de la Escuela de Mecánica de la Armada. Ahora este obeso trasnochado propone ese disparate mayúsculo. ¿Sabrá que precisamente el pañuelo de las Madres no une a los argentinos, sino por el contrario, los separa y divide?
Simplemente como un ejemplo: lo que si unió fuertemente a los argentinos y mostró una cohesión pocas veces vista en nuestra Nación, fue la bandera argentina, con el sol en su franja central, flameando el día 2 de abril en las Islas Malvinas. Y posteriormente muchos miles de argentinos sufrieron los duros rigores de la guerra para defenderla y 649 murieron por ello.
Y así en centenares, miles de hechos similares, desde su creación, en el año 1812, en las márgenes del rio Paraná, por el Gral. Manuel Belgrano.
Los desprevenidos y particularmente las generaciones más jóvenes, no se deben dejar influenciar por esta diatriba disolvente que “filósofos” de este tipo, minen nuestro sentido de identidad nacional y alimenten la ideología que el gobierno kirchnerista trata imponer.
No soy jurista ni tengo mayores conocimientos de la legislación. Pero quisiera saber si este chaplinesco “filosofo” no está incurso en la infracción del artículo 222 del Código Penal. (ref.1)
De ser así, es de esperar que un fiscal, sin miedo ni temores, procese a este “intelectual” por apología del delito.


28-Abr-11 Dr. ALFREDO RAÚL WEINSTABL
alfredo@weinstabl.com.ar

NOTA:
(1) Art. 222 del Código Penal Argentino: “….Será reprimido con prisión de uno a cuatro años el que públicamente ultrajare la bandera, el escudo o el himno de la Nación o los emblemas de una provincia Argentina. (Nota: texto conforme leyes Nº 16.648 y Nº 23.077)”

Ultrajar: es despreciar. Puede tener lugar la ofensa de palabra, con gestos o hechos materiales (abucheos, silbidos, etc.) El ultraje debe ser público; puede cometerse en lugares públicos, de acceso público o expuesto al público.
Los objetos materiales son el escudo, la bandera y el himno y los emblemas provinciales.
Es un delito doloso; sujeto activo puede ser cualquiera, la consumación se da al materializar el ultraje público. Admite tentativa y participación..

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