sábado, 23 de abril de 2011
LO MIRAN POR TV
PARA LA CITY QUE LO MIRA POR TV...
Por Susana Merlo
Suponer que la reunión que el Gobierno realizó en el Luna Park, con varios miles de asistentes trasladados, especialmente, del Conurbano bonaerense, pero también desde algunas provincias, tuvo algo que ver con el campo y sus productores agropecuarios sería tan infantil como pensar que la espontaneidad y la comunión de ideas fueron los elementos que primaron para movilizar a esa concurrencia.
Ya casi enviciados con las grandes puestas en escena, como la presentación de Fuerza Bruta organizado para los festejos del Bicentenario, el Ministro de Agricultura y pretendiente a algún puesto electivo en el próximo ciclo, Julián Domínguez, también buscó hacer méritos “acercándole” el campo a la Presidencia pero, como hasta ahora sus intentos por quebrar la Mesa de Enlace fueron infructuosos ya que las 4 entidades nacionales del sector siguen unidas (en realidad, por decisión de las bases y no de los dirigentes que cada día se llevan peor), decidió cortar camino reflotando CANPO, el movimiento político que ya se había ideado (y lanzado) en vida de Néstor Kirchner, justamente con el mismo objetivo: mostrar “una pata agraria” de la Administración K. Y, dado que la verdad resultaba cada vez más esquiva, inventaron una nueva-vieja estructura que reedita más las ideas perimidas y ya superadas de las antiguas ligas agrarias, que los desafíos de competitividad que demanda la moderna producción agropecuaria.
Con todo el cotillón pejotista (bombos, marchas, papelitos, videos, banderas, etc.) y con números folclóricos que le dieran el supuesto “tono” agropecuario al encuentro, el acto intentó cumplir su objetivo primario, o sea, mostrarle a la ciudad, vía la denostada televisión, como la presidente Cristina Fernández y algunas de sus espadas más cercanas podían ser aplaudidos y hasta vitoreados por una supuesta tribuna agropecuaria que, en realidad, de campo tenía muy poco. Bastantes políticos de todos los niveles, pero especialmente de los municipios, técnicos sobre todo de organismos públicos nacionales y provinciales y muchos jóvenes que se notaba que jamás habían pisado siquiera un campo verdadero, luciendo todos remeritas iguales y arengando a “la gloriosa JP”, seguramente sin saber tampoco que era la “JP”, y mucho menos porque era “gloriosa”, constituyeron el grueso que llenó las gradas del Luna.
Por supuesto que este nivel de detalle no se captó en la pantalla que, para colmo, quedó tapada a medias por el “affaire Viale-Lousteau”, mucho más mediático y glamoroso que los gauchos con boleadoras de neón que brincaban en el escenario de la otrora meca del boxeo, y donde El Chaqueño Palavecino seguramente, jugoso cachet mediante, desgranaba sus melodías nativas.
Pero como lo importante es “parecer” más que “ser”, todos quedaron más o menos conformes. La realidad es que quien menos necesitaba de semejante acto era la propia Presidente Cristina Fernández ya que, si son ciertas las encuestas, el oficialismo no está en riesgo con un eventual voto negativo del campo. De todos modos el esquema igual le sirvió para oficializar algunas propuestas legislativas y administrativas con las que pretende terminar de jaquear a algunos adversarios y sectores con los que filosóficamente se enfrenta. En ese paquete está el Estatuto del Peón Rural, la Ley de Tierras y nuevas medidas de intervención al comercio, sobre todo, de granos.
Pero para Domínguez, que “pagó” la fiesta, el tema era clave ya que de su performance depende su futuro político inmediato, aún incierto, y para el cual trabaja hace meses y a varias puntas.
Por ahora demostró que su conocimiento técnico es inversamente proporcional a sus habilidades políticas, permitiéndole, sin saber nada de campo, hacer malabarismos para aparecer como mártir frente al Secretario Guillermo Moreno, que el sector no le hiciera mayores conflictos a pesar de los cierres de frigoríficos, feed lots, algunas usinas, y ahora molinos, que se siguen incrementando, y, por último, que a Cristina Fernández no le moleste demasiado tenerlo a su lado o mostrarse con él en los millares de afiches con que se empapeló Buenos Aires en la última semana.
Bastante para un ex duhaldista, ex felipista y actual kirchnerista que, seguramente no va a pasar a la historia por la excelencia de su gestión, pero que ya lleva años sobreviviendo en la política.
Mientras, al sector agropecuario el acto no le movió el amperímetro, es probable que en los próximos meses las entidades gremiales del sector vean los avances de la nueva agrupación política que, seguramente, va a pretender su lugar en algunas de las mesas de negociación.
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