domingo, 13 de enero de 2008

CAYÓ EL TELÓN

LA VERDAD APARECIÓ EN SU CRUEL REALIDAD

Por el Dr. Alfredo Raúl Weinstabl

Primero fueron unos pocos casos aislados de poco tiempo de duración. Pero un día de temperatura algo superior a la normal, cayó el telón y la verdad apareció con su cruel realidad.
Los cortes de luz tanto en su frecuencia como en su duración, nos llevaron por el túnel del tiempo hacia el pasado, en la década del 80.
Cientos de miles de argentinos, probablemente millones, se vieron privados de energía eléctrica en los momentos en que más se precisaba. Y recordemos que cuando se habla de energía eléctrica en muchísimos casos, va aparejado con problemas en el suministro de agua potable.
Como otra consecuencia directa, la baja de la tensión normal de 220 voltios y los altibajos que sufre la red, provocaron el mal funcionamiento de electrodomésticos y en muchos casos, daños a los mismos.
En realidad estamos en medio de una verdadera crisis energética que se extiende a todo el país. El sistema eléctrico operó al límite con serios riesgos de colapsar.
Muchas de estas emergencias ocurrieron de la Capital Federal y en el Gran Bs. As. pese a que la población está disminuida porque numerosos usuarios se encuentran fuera de sus domicilios por las vacaciones. Los apagones también se produjeron en las costas veraniegas. En Pinamar el 75% de la población quedó sin luz. Pero en realidad, la crisis abarca casi todo el país.
Sería redundante describir la situación actual referido a este problema ya que lo sufren casi todos los argentinos y los medios dan abundante información relacionada.
Lo que queremos destacar en este breve artículo es la enorme y gravísima responsabilidad del Estado en esta cuestión.
Desde el mismísimo comienzo de la gestión Kirchner en el año 2003, especialistas en el tema energético preanunciaban, que de no hacer las inversiones necesarias, habría en un futuro no precisado con exactitud, una crisis de magnitud en el tema, que limitaría la industria, afectaría el desarrollo económico y produciría innumerables inconvenientes y un profundo malestar en la ciudadanía.
El tema aparecía frecuentemente en el candelero, pero sistemáticamente era rebatido y negado por el gobierno, no por especialistas, sino por el presidente y los mismos charlatanes que hasta este mismo momento niegan la crisis.
Apelan a excusas y aclaraciones casi pueriles y sin sentido, como si los argentinos fuéramos unos retardados mentales.
Simplemente unos ejemplos para mostrar el desprecio de esta gente hacia sus connacionales:
· “...no tenemos problemas de energía, tenemos problemas de distribución.”
· “...al excesivo uso de equipos de aire acondicionado”.
· “...al crecimiento económico”.
· “...son casos puntuales”.
· “...las posibilidades económicos individuales, posibilitó que más gente haya accedido a la posibilidad de adquirir un equipo de aire acondicionado”.
· “...los argentinos somos víctimas de nuestro propio éxito”.
· “...rigurosos cambios climáticos que afectan el planeta.”
Cada vez que se evidenciaba la crisis, estas aclaraciones inverosímiles. Una y otra vez. El tema era negar la realidad Verdaderas mentiras. Verdaderos embustes buscando manipular la opinión pública para no caer en las encuestas.
Finalmente ya imposible negar las claras evidencias, la presidente reconoció que hubo 50.000 cortes de luz que afectaron a más de un millón de personas y que los cortes continuarán en el futuro.
Por supuesto lo reconoció, pero sin mencionar la existencia de una crisis. Y llegaron las “soluciones”,que realmente parecen pensadas por un enajenado mental: repartir lámparas de bajo consumo, hacer un relevamiento en los domicilios particulares referente a los equipos de aire acondicionado, que los encargados de edificios denuncien a los usuarios “derrochones” y otras “parches” de esa naturaleza.
Ninguna solución de fondo. Ningún plan energético. Ningún sinceramiento a los costos reales de la energía. Todo subsidiado. Y para peor y esto es lo que no se da cuenta el ciudadano medio, es que el subsidio lo terminan pagando los sectores económicos más deprimidos.
Pero lo más penoso de todo es haber dilapidado la oportunidad histórica de estos últimos cuatro años, en los cuales hubo posibilidades financieras y económicas fueron más que óptimas para mejorar la infraestructura del país. Kirchner prefirió utilizar su superavit fiscal en comprar voluntades y en medidas populistas y demagógicas.
¡Una verdadera lástima!. El gas y el combustible es algo similar. Pero esa es otra historia.

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