UN "FAR WEST" EN EL QUE LOS BUENOS NO TIENEN ARMAS Y LOS MALOS GANAN SIEMPRE
Por Cosme Beccar Varela
Me gustan las vistas de cine de "cow-boys" porque siempre ganan los buenos. Puede ser que la pasen mal, pero a último momento aparece el gran tirador que los defiende a balazo limpio, con una puntería fenomenal, y contagia su coraje a una tropa de vaqueros que, armados también pero con menos puntería como para enfrentar al pistolero jefe de los maleantes, lo ayudan a limpiar la región acabando con todos los delincuentes.
Desde que Kirchner usurpó el poder hace casi cinco años la Argentina se ha convertido en un "Far West", pero con la horrible característica de que todos los buenos están desarmados, el "sheriff" es amigo de los bandidos y estos, armados hasta los dientes, hacen lo que quieren con la ciudadanía pacífica.
Y esto va "in crescendo". Cada vez hay más crímenes, los crímenes son cada vez más crueles, los delincuentes son cada vez más numerosos, tienen "apostaderos" (las "villas-miseria") en los cuales se refugian cuando de casualidad algún policía los sorprende "in fraganti" y los persigue sin atreverse a continuar la persecución cuando cruzan el límite de la "villa".
Mientras las "villas miseria" no sean erradicadas, el delito seguirá actuando con toda tranquilidad y siempre en aumento. No digo que esa sea la única causa del delito. Pero es una de las circunstancias que lo favorecen. En el número 447 de este periódio, del 28/2/2003 expliqué cómo pueden erradicarse esas "villas miseria", liberando a los verdaderos pobres de la tiranía de los delincuentes que los usan como rehenes y permitiéndoles ser dueños de sus casas en otra parte y no usurpadores de terrenos en los que viven amontonados.
A un pobre chico que volvía en su moto, comprada con su plata y acompañado por su novia, dos miserables le pegaron en la cabeza con un palo cuando pasaba y lo mataron en el acto para robarle la moto.
En un barrio de Pilar en el que viven 350 familias, en lo que va del año, hubo ya 7 asaltos a casas particulares. El pasado 7/2 los ladrones golpearon y ataron a una familia, abrieron la heladera y comieron tranquilamente, se quedaron dos horas y se fueron con su botín, incluyendo el auto de la familia. La confianza de los maleantes en su impunidad era total. Sabian que ni los custodios del barrio, ni los policías de la zona, ni nadie los molestará porque les temen: ellos matan a sangre fría y sin remordimientos.
En Junin, Provincia de Buenos Aires, en Enero de este año hubo ya 132 asaltos. Hay dos cárceles en Junin y al parecer, muchos parientes de los presos que los visitan, acampan en la zona y se dedican a robar. Los vecinos hicieron una protesta con cierre de todos los comercios el 6/2/2008. Lo mismo en Tres Arroyos, donde los habitantes, desesperados, forman patrullas de vigilancia corriendo el riesgo de ir ellos mismos presos por llevar armas. La policía que es lenta para reprimir a los delincuentes, suele ser rápida contra los honestos que intentan defenderse.
Todas esas noticias pueden verse en el diario de un solo día, el "Clarín" del 7/2/2008 (pags. 42, 43 y 44) el cual, en su editorial constata: "la inseguridad, en vez de amainar, crece", (pag. 2).
Estos son síntomas de una sociedad en disolución. Las reglas más elementales de convivencia están siendo violadas impunemente. Y lo que es peor, en este "Far-West" argentino a diferencia de las creaciones de Hollywood, si aparece un buen tirador que apunta certeramente a las causas del desorden, no hay "rancheros" que lo secunden. Prefieren no ver la realidad, no pensar, no analizar, ni sacar conclusiones intelectuales -y menos aún prácticas- y no hacer nada, por pereza o por cobardía, confiando en que la desgracia le tocará siempre a otro.
Esa indiferencia ante la desdicha ajena es otro síntoma de la disolución social.
Al gobierno no le faltan medios para prevenir los delitos pues ha asumido poderes extraordinarios y las arcas del Estado rebasan de recursos mal habidos, mal tenidos y mal gastados.
El Poder Ejecutivo ha absorbido los otros dos poderes. No existe Congreso y el Poder Judicial está a su servicio. Los pocos buenos jueces que quedan carecen del apoyo de la fuerza pública, sin perjuicio de lo cual la prensa en general los acusa en exclusividad de este desborde criminal sin acordarse que los jueces sólo actúan a posteriori de los hechos y deben cumplir procedimientos que son forzosamente lentos, cuando lo que se necesita en realidad es PREVENCIÓN del delito y esto sólo lo puede hacer el Poder Ejecutivo, dueño de la fuerza.
El Poder Ejecutivo, sin embargo, no lo hace. Por el contrario, como es público y notorio, apoya a los "piqueteros", bandas dedicadas a usurpar, intimidar y abolir la libertad de movimientos de la población (y tengo fuertes sospechas de que sus actividades alcanzan a otros modos de violar el Código Penal).
Esas bandas delictivas actúan a la luz del día con total impunidad. El gobierno se la garantiza. Para peor, según decía en el número 823 de este periódico, "tengo información fidedigna que el RENAR (Registro Nacional de Armas) ha dado 25.000 permisos de porte de armas a las fuerzas de choque del gobierno y que han entrado al país 10.000 fusiles que no estaban destinados a las FFAA. Es de suponer que a eso debe sumarse una nutrida cantidad de balas por lo cual los "irregulares" tendrían, además de un poder de fuego mayor que el ejército, una capacidad de sostenerlo por mucho más tiempo que 2 horas y 40 minutos (N: sólo para eso alcanza la munición de que dispone el Ejército)"...
Es evidente que la prensa, por afinidad ideológica o por temor, exime al gobierno nacional de la merecida crítica que, dada la gravedad de los hechos, más que una crítica episódica debería adoptar la forma de una intensa campaña pública hasta conseguir que se tomen las medidas necesarias para proteger a la población y se deje de amparar el delito.
No sólo el Poder Ejecutivo Nacional es responsable de este desmadre sino también el de las Provincias y el mismo Macri, Jefe del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que pretende mantener y aún "urbanizar" las villas miseria, a pesar de que no puede ignorar que éstas son "aguantaderos" de la delincuencia como todo el mundo sabe. En vez de proteger a los vecinos, ha empezado su gobierno con un "asalto impositivo" contra ellos, aumentando hasta un 300% las contribuciones inmobiliarias y los castigos por infracciones de tránsito, creando una policía nada más que para perseguir a los autmomovilistas. Llegará el día en que vivir en, o transitar por, Buenos Aires se convertirá en un carga agobiante por la accoón convergente de los ladrones y de los gobernantes.
Los poderes extraordinarios que ha usurpado el Poder Ejecutivo nacional -el de mayor capacidad de acción y de mayores recursos-, sólo los usa para enriquecer a sus funcionarios, perseguir a la Iglesia, encarcelar a viejos militares y acosar a las personas de bien con robos fiscales, confiscación de depósitos y otros abusos, dejándolas, además, en el mayor de los desamparos frente a la ola delictiva que azota el país.
En un estudio publicado en el 2000, que fue "bestseller" en todos los EEUU ("The tipping point. How little things can make a big difference", por Malcolm Gladwell, edit. Little, Brown and Co.) se prueba que "el crimen es el resultado inevitable del desorden". Un grupo de crimonologistas explicaron la teoría de "La Ventana Rota": "Si una ventana está rota y se deja sin reparar, la gente que pasa concluirá que nadie se ocupa y que nadie está a cargo. Pronto más ventanas aparecerán rotas y un sentimiento de anarquía se esparcirá desde el edificio a la calle enviando la señal de aquí vale todo. En una ciudad, problemas relativamente menores como "graffiti" en las paredes, desorden público y mendicidad agresiva -dicen los crimonoligistas- son el equivalente de las ventanas rotas, son invitaciones a cometer crímenes más serios". (op. cit. pag. 141).
Esa teoría fue comprobada en la práctica cuando un alcalde de Nueva York decidió combatir el delito, que crecía exponencialmente en esa ciudad, reprimiendo las pequeñas infracciones al orden, empezando por los "graffiti" en los subterráneos. En pocos días el delito disminuyó notablemente hasta que Nueva York ha llegado a ser una de las grandes ciudades más seguras de los EEUU.
En la Argentina, no tengo ninguna duda de que los "piquetes" fomentados o tolerados cómplicemente por el gobierno y las villas miseria -mimadas por todos los políticos-, son una poderosa invitación al delito. Como así también la descarada corrupción reinante en la "dirigencia" política junto con la obtusa negación de la realidad y la cobardía de los ciudadanos honestos.
Hay un dicho famoso: "Cada pueblo tiene el gobierno que se merece". Yo agregaría: "Todo pueblo tiene el orden por el cual, inteligente y generosamente, lucha o el desorden que su torpeza y su cobardía permiten".
FTE. CRÓNICA Y ANÁLISIS
martes, 12 de febrero de 2008
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