La Botella al Mar
06-Feb-08
Nº 828
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LA INCURABLE VOLUNTAD DE ENTREGAR LA PATRIA AL PERONISMO
Lavagna es un mediocre, siempre lo fue y lo será hasta el fin de sus días porque a esta altura de su vida es muy poco probable que a ese gato le crezca melena de león. Todo su aspecto, su carrera, su conducta proclaman con estridencia su mediocridad y si no hubiera sido peronista jamás hubiera tenido el éxito que ha tenido, acumulando cargos públicos y superando los escándalos en los que estuvo involucrado sin perder su eligibilidad para nuevos cargos. Es uno más del incombustible elenco de la "dirigencia" corrupta e inepta.
El peronismo es una máquina de encumbrar mediocres y deshonestos. Es una asociación con fines de lucro que recluta resentidos sin escrúpulos en las orillas de las sociedad y obsecuentes del "establishment" . Sirve también -y esto es lo peor- para hacer avanzar los planes del marxismo cuya ideología se basa en el resentimiento y el materialismo (perfectamente connaturales al peronismo). Y como complemento indispensable de su política sucia, sirve para que los capitalistas deshonestos hagan sus negociados en ancas de gobernantes al estilo de Menem, tan peronista como Kirchner y Lavagna.
Gracias al caracter eminentemente lucrativo de ese conglomerado nefasto es que consigue parecer "indispensable" para la "gobernabilidad" del país, como lo dicen traidora y continuamente casi todos los "politicólogos" . La codicia de los maleantes los mantiene indisolublemente unidos para formar y darle durabilidad exitosa a una asociación que ha demostrado ser siempre una jugosa fuente de ganancias personales para sus dirigentes, sin que importe ni la legitimidad de esas ganancias ni los méritos de sus beneficiarios.
Siendo así, no entiendo cómo alguien pudo creer en algún momento que Lavagna era un candidato opuesto a este gobierno corrupto y marxista. Sin embargo, hubo 3.000.000 de incautos que lo creyeron y votaron por él.
Alfonsin -que se dice radical pero es un "zurdito", como decía Balbín-, lo inventó como candidato presidencial del partido radical. Con eso ayudó a Kirchner a comerse un gran pedazo de disidentes de ese partido y lo ayudó también a dividir la "oposición" (que en realidad no existió nunca en cabeza de los falsos dirigentes que la gente cree realmente opositores).
El ex-Presidente hace declaraciones hoy en "La Nación" que son un modelo de cinismo y desprecio por la opinión pública. Cuando el periodista le pregunta qué diferencia hay entre este acuerdo de Kirchner y Lavagna y el Pacto de Olivos formado por él con Menem, el viejo caradura contesta: "¡No tiene absolutamente nada que ver! El Pacto de Olivos se hizo, de nuestra parte, para salvar la República." (edic. 5/2/2008, pag. 6)
Como todos saben, mediante ese Pacto inicuo y desvergonzado Alfonsín le permitió a Menem violar su juramento de 1989 y ser reelecto por otros cuatro años durante los cuales hizo más daño que en los seis primeros. ¿Por qué lo hizo? Nadie sabe, pero yo sospecho que sólo hay tres explicaciones posibles: a) Porque es un burro, b) porque es perverso o c) porque le pagaron. La primera debe ser descartada, no porque sea inteligente sino porque no hacía falta serlo para darse cuenta de lo que aquello significaba. Quedan las otras dos. Elija la que quiera o elija las dos. Creo en que cualquiera de los casos habrá acertado.
* * *
Con respecto a "La Nación" vale la pena mencionar su editorial del mismo día 5 de Febrero. Quien consiga desentrañar el significado de sus enrevesadas frases y seguir el hilo de su contradictoria argumentación habrá descubierto, con asombro, que el diario insiste en exaltar a Lavagna. Lo inventó de la nada como candidato presidencial hace un año y medio, más o menos, dándole enorme espacio en sus páginas. Prácticamente le hizo la campaña política del 2007 dándole desproporcionada repercusión a cada uno de sus más minúsculos gestos o palabras que, si no hubiera sido por esa "manito" del diario de Mitre, hubieran pasado completamente desapercibidos por la total ausencia de acompañamiento popular que lo rodeó en todo momento.
Y ahora lo sigue elogiando pero reconoce que "en rigor de verdad, el Dr. Lavagna nunca dejó de ser peronista" (Editorial citada, 11vo. párrafo).
A pesar de que como obra literaria el editorial es una mamarracho, como técnica de la perfidia es notable. Está hecho a la medida del argentino mediocre de las "clases cultas" -superficial e ignorante a pesar de estar medianamente instruido-, para dejarle la siguiente impresión (para esa clase de argentinos las impresiones ocupan el lugar de las ideas): Lavagna es un gran hombre que no participa del repudiable juego de la política y con este sorprendente gesto de "re-unirse" a Kirchner, ha querido, de buena fe, "demostrar que hay un espacio activo para la negociación y el consenso".
Es claro que "negociar" y "consensuar" con tiranos deshonestos no es digno de elogio, pero eso a "La Nación" no le importa. Las palabras "negociar" y "consensuar" son "politically correct" y siempre queda bien escribirlas para que el bobo asienta con su cabezota de zapallo...
La conclusión de esta pieza malévola, abstrusa como todo el editorial, remacha la impresión de que Lavagna es una maravilla:
"Si a raíz de tal acercamiento no ha habido una reconciliació n, porque nunca había habido una pelea -para decirlo con palabras del doctor Lavagna-, eso concierne más que a nadie, repetimos, a quienes lo habían votado creyendo lo contrario. O a las marionetas que, en el siempre triste papel de los obsecuentes con el poder de turno, pretendieron sepultar políticamente en estos dos años al hombre de la semana (N: "el hombre de la semana" sería Lavagna) y hoy deben, no habiendo sido advertidas a tiempo, tapar a las apuradas su impresentable desnudez."
En otras palabras está diciendo: "Si Uds., creyeron que Lavagna era un opositor de Kirchner, se equivocaron y si a causa de ese error votaron por él, embrómense; sólo Uds. son culpables de su ingenuidad. ¿No estaba acaso clarísimo que Lavagna había sido Ministro de Kirchner, peronista y autor de varias de las injustas medidas del anterior gobierno y que, por lo tanto, no podía ser tan opositor de Kirchner como Uds. creían a partir de su lectura poco inteligente de "La Nación"?. En cuanto a las obsecuentes marionetas de Kirchner que se creyeron que Lavagna estaba terminado y que quedaban bien con Kirchner pisándolo después de su derrota, ahora tendrán que cubrir la "desnudez" de su situación política dedicando una parte de su obsecuencia a favor de Lavagna, el gran hombre que no llegó (todavía) a ser reconocido como tal, lo cual no quita que lo sea en realidad, como insinúa el editorialista citando a un autor desconocido en su tenaz empeño de exhibir erudición para decorar un poco la penosa pesadez de su estilo.
Conclusión: una vez más el "establishment" argentino muestra su incurable voluntad de entregar la Patria al peronismo y a la "dirigencia" corrupta e inepta. Es repugnante.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalm ar.com
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