SÍNDROME DE ESTOCOLMO ??

Señor Director:

Tener a un pariente secuestrado, torturado y con la amenaza permanente de ser asesinado puede provocar un estado tal de desesperación que sus seres queridos justifiquen y hasta apoyen el accionar de los victimarios.

Llego a esta conclusión luego de escuchar a la señora Astrid Betancourt , cuya hermana Ingrid padece esta tortura en vida en manos de las FARC. En una entrevista radial, la Sra. Astrid manifestó su oposición a la marcha mundial contra las FARC, diciendo que "La forma en la que se ha hecho esta convocatoria esconde una justificación de la política de guerra del presidente Álvaro Uribe, para cerrar así toda posibilidad de una solución dialogada para la liberación de los rehenes".

Increíble pensar que esta víctima asigne la culpabilidad al presidente Uribe, cuando los únicos culpables son terroristas que, vaya paradoja, solo cuentan con el apoyo de los totalitarios que defienden el accionar de estas bandas.

Justificar a las FARC o al ELN, se explica en quienes realizan prácticas similares.

No obstante comprender que en la desesperación los familiares de las víctimas recurran a expresar pedidos digitados por los terroristas y sus defensores, cuando esos pedidos redundan en perjuicio de todos los seres humanos, el mundo expresa con sus marchas su convicción de que el accionar de las organizaciones guerrilleras es criminal y como tal deben ser juzgados y condenados quienes las integran, sea cual fuere la justicia que actúe.

Por supuesto que sería un gran gesto que los terroristas recapaciten y liberen a todos los secuestrados, torturados y amenazados de muerte, pero sin condiciones, porque al ponerlas se pierde la generosidad que intentan demostrar.

El mundo ha dicho no a las pretensiones de estos grupos que tantas muertes han causado. La gente que vive donde estas organizaciones terroristas operan está con miedo a ser la próxima víctima.

Esto tienen que entenderlo los familiares de los rehenes, esto debemos compartirlo entre todos, para evitar caer el chantaje, el miedo y la pérdida de valores que implica ceder ante tales exigencias.

Alejandro Olmedo Zumarán.

olmedozumaran@hotmail.com