BARRIO QUERIDO

¡BARRIO QUERIDO! (MEMORIA PARA UN DESVELO).



Te recorro con la memoria. Las calles casi vacías, a veces atravesadas por el coche de un bacán, el carro de la funeraria o el vendedor ambulante de pavos. La leche “salida de la vaca” y sin pasteurizar, a la que se agregaba bastante agua corriente, repartida por el proveedor de puerta en puerta. La pelota de goma que a veces era cortada en gajos por algún vecino al que le hacíamos añicos un vidrio, y había que reponer para continuar “el picado”…¡si hasta ese mismo vecino se sumaba a la colecta!. El juego de la bolita, el de la figurita o las carreras de coches cargados de plastilina, eran más que motivo suficiente como para que desparramáramos nuestra humanidad sobre las veredas lavadas con acaroína. El vigilante de la esquina al que conocíamos por nombre y apellido, y nos disputábamos para que compartiera el mate o la bebida fresca de casa. Las fogatas de San Pedro y San Pablo. Los festejos de los carnavales con las murgas insolentes y las corridas para empapar a la piba más linda. Los picnics del día de la primavera que a veces marcaban el comienzo de la primera relación amorosa. Las gitanas ávidas de leer las líneas de las palmas de las manos a cambio de una moneda. Aquel que tenía el “paso prohibido” y las viejas corrían a escobazos. Las cenas de los veranos con hora prevista de inicio…desde la cocina se alcanzaban a ver las sillas y los sillones plantados bajo el descanso de la puerta de calle, donde luego se sentaban los miembros de las familias para la charla amena con el vecino, o asistir el juego de las escondidas de los más pequeños. Era raro que pasara algún coche; a esa hora, ya un imponderable. El olor de los árboles que asignaba una característica particular al aire de esas manzanas. Más tarde, el silbato de “la ronda” y la tranquilidad del descanso bien ganado. ¡Barrio querido!; te recorro con la memoria y te sufro en el día a día del ocaso.

Ricardo Jorge Pareja

parejaricardo@hotmail.com