Operación degradación
El espíritu K
Corrupción de género
¿A éstos teméis?
Ella exhibió su verdadera naturaleza en un discurso de investidura para el olvido; él lo hizo en Villavicencio.
Librados a sí mismos, los Kirchner se muestran tal cual son.
Operación degradación
Las desventuras de Néstor Kirchner en la selva colombiana, adonde fue por lana y salió trasquilado, deberían servir de lección a quienes malgastaron tinta y saliva elogiando la capacidad del ex mandatario para acumular poder y la supuesta recuperación de la autoridad presidencial durante su mandato. Despojado de los atributos formales del mando y sin blindaje mediático, Kirchner quedó librado a su solo talento. A los hombres se los conoce en la adversidad. Ese a quien aquí ni gobernadores, ni intendentes, ni empresarios se atreven a enfrentar o tan siquiera a contradecir, fue engañado como un chico y llevado a una incierta aventura de la mano de un líder bolivariano desesperado por recuperar a través de las FARC lo que poco antes los venezolanos le habían quitado en las urnas.
Ni siquiera tiene el matrimonio oficial la excusa de decir que ignoraba cuál podía ser el desenlace de la operación. La presidente argentina fue debidamente advertida por su par colombiano Álvaro Uribe, en una conversación telefónica previa al viaje del comisionado santacruceño, sobre el alto riesgo de que la operación fracasase. La respuesta de Cristina fue: “Sería un escándalo internacional si (las FARC) no cumplieran. No pueden hacer eso”.
Convencido entonces de que lo esperaba un éxito fácil y muy oportuno para disimular el “valijagate”, Kirchner partió de Buenos Aires el 27 de diciembre y pasó el Día de los Inocentes en Venezuela. Ese viernes 28, Chávez se lo llevó de paseo a Santo Domingo, localidad fronteriza con Colombia, donde, vestido de verde oliva y tocado con una boina roja, desplegó un mapa en el piso y con un puntero señaló las posibles rutas del rescate. La farsa incluyó la tomadura de pelo a los delegados presentes: “¿Tienen alguna pregunta, señores comisionados? Están ustedes muy callados”. También hizo varias menciones –para nada inocentes- a “la patriota presidente que ustedes tienen”, al honor “que me hizo la peronista patriota Cristina Fernández”, etc., etc.
La “Operación Degradación” estaba en marcha.
El 31 de diciembre, Uribe se hizo presente en Villavicencio para poner fin a una comedia que ya había durado demasiado y, de paso, darles una salida a los comisionados que a esa altura estaban más necesitados de rescate que los rehenes de las FARC.
Pero la necedad de los Kirchner no tiene límite. Cristina creía que las FARC iban a cumplir por una cuestión mediática. Así funciona ella. Néstor, por su parte, creyó que Uribe era como él, capaz de tragarse un cuento chino. Y aunque ya estaba pagando el precio de haber desoído los avisos del presidente colombiano, todavía se atrevió a advertirle a Uribe de que iba a hacer un papelón al anunciar que el niño que las FARC iban a devolver se encontraba ya muy posiblemente en poder del Estado colombiano. El gesto le pareció “audaz y arriesgado; yo no lo hubiera hecho”. Es natural que quien fue convencido por dos falsos influyentes de que el gobierno chino nos facilitaría 20 mil millones de dólares para romper con el FMI, haya podido pensar que Uribe se estaba tirando a una pileta sin agua.
Y la cosa no quedó ahí. La agencia oficial Télam emitió un cable el 1º de enero señalando el malestar de la delegación argentina –léase Néstor Kirchner- con el presidente colombiano. Es otra muestra de que hasta el final no entendió lo que estaba pasando. Con su presencia en Villavicencio, Uribe le hizo un favor, facilitándole la retirada. Ingrato, todavía insistió en respaldar a Chávez. Igual que mamá Hebe.
El comisionado para la paz de Colombia, Luis Carlos Restrepo, comentó los entretelones de la reunión con el ex presidente. “Cuando Kirchner llegó a Colombia, no sabía los detalles de la operación. Cuando le dijimos que el lugar de la entrega sería a 300 ó 500 kilómetros de Villavicencio, en medio de la selva, sin infraestructura, se enteró de la dimensión de la operación”. Esta vez, Kirchner les creyó. Menos de 20 horas después de tomar conciencia de dónde se había metido, ya estaba a buen resguardo en El Calafate.
Villavicencio es un capítulo triste para la Argentina , convertida por este gobierno en furgón de cola de iniciativas ajenas que para colmo terminan en papelón. Una demostración cruda de la deriva a la cual puede llevar al país una conducción carente de conciencia histórica. Pero todavía –y antes de correr a Ezeiza a fotografiarse con la enfermera Pilar Bauzá, rehén rescatada por otros- el canciller se permitió señalar que hay que ver esto “como un mojón de un proceso; hay que saber verlo en perspectiva”.
El espíritu K
En charla con un periodista amigo, el ex presidente confesó recientemente las motivaciones del enroque que protagonizó con su mujer: “Era la única jugada posible. Cuando lo planeamos (sic) con Cristina, sabíamos que la maniobra (sic) nos podía costar algunos puntos en las elecciones. Es posible que yo hubiera sacado más de 45% de los votos, pero hubiera sido felicidad para un día”. Pues bien, la maniobra salió mal. No engañaron a nadie y la felicidad fue de todos modos efímera. A poco de asumir, Cristina ya tuvo que esconderse en El Calafate, como lo hizo él durante todo su mandato cada vez que se vio confrontado a la realidad.
Aquí no hubo luna de miel porque nadie cree que haya habido recambio y la propia presidente se encargó de dejarlo en claro de entrada. Es difícil saber qué fue peor: si el discurso inaugural de Cristina Fernández o los elogios que recogió de periodistas, intelectuales, políticos y empresarios, explicables sólo por la servidumbre moral en la cual está sumida nuestra sociedad. Durante 50 minutos, la ex senadora hizo una demostración práctica de lo que es el estilo o, mejor dicho, el espíritu K.
En su primer discurso como presidente de los argentinos, la señora se ocupó de recordar que sacó una diferencia de 22 puntos respecto de la fórmula que se ubicó segunda, para que a todo el mundo le quede claro que se siente representante de una facción.
Frente a un auditorio en el que se destacaba la presencia de delegaciones extranjeras, voló bajo pasándole facturas a la oposición y a la prensa -“no son lo mismo pero se parecen demasiado”-; para colmo por sus críticas a la reforma del Consejo de la Magistratura.
Reivindicó al Congreso más obsecuente de la Historia , como ilustración de lo que entiende por calidad institucional.
Mencionó por primera vez la inseguridad –principal preocupación y reclamo de los argentinos- pero no para hacerse cargo del tema sino para culpar a los jueces.
Reivindicó el multilateralismo para sumarse inmediatamente después a un operativo de “rescate” digitado por un presidente –Nicolas Sarkozy- que, mientras en su continente acuerda con España una política de Estado para combatir el terrorismo de la organización separatista vasca ETA, en el nuestro se hace vocero de las FARC. Cristina pidió que “Dios ilumine al señor presidente de la hermana y querida república de Colombia para poder alumbrar una solución”, pero se olvidó de reclamarle a las FARC que depongan las armas y liberen sin condiciones a los secuestrados; lo que no le impidió minutos después jactarse de su supuesta militancia por los derechos humanos.
Lamentables fueron también las alabanzas al capítulo educativo de su discurso. “Me eduqué en una escuela donde había clases todos los días”, dijo una presidente que decretó asueto en ocasión de su jura. “Una escuela donde los maestros sabían más que los alumnos”, siguió diciendo quien llamó “mejor ministro de Educación de los últimos 50 años” a uno cuya gestión rebajó a los estudiantes argentinos a los puestos 52 y 53, entre 57 naciones, en materia de comprensión de textos y matemáticas, respectivamente.
A su homólogo uruguayo, Tabaré Vázquez, quien tuvo el coraje de asistir a su jura en un momento político álgido, lo recibió con un reproche público en un marco que le impedía al aludido responder. Es el coraje que aprendió de su esposo, siempre listo para atacar a quien no podía defenderse ni replicar y especialista en eludir escenarios adversos. Para mayor vergüenza, una semana después, el gobierno uruguayo le dio una lección, exagerando la cortesía cuando la señora viajó a Montevideo para asumir la presidencia del Mercosur. No sólo fue especialmente bien tratada sino que no se permitió ningún piquete ni escrache.
Finalmente, ni con lupa se podía encontrar una idea en lo que sólo un periodista K podía llamar “pieza brillante que impactó incluso a muchos de quienes no la votaron”…
Con toda lógica, el Pacto Social que fue su caballito de batalla en la campaña, resultó, de momento, no ser más que un acuerdo de almaceneros, considerando que Guillermo Moreno será el interlocutor de los industriales.
Corrupción de género
En una de sus habituales seudo entrevistas, Cristina dijo que la mujer le da un valor agregado a la actividad política, pero “me niego a decir que somos menos corruptas”. Los memoriosos recordarán que lo mismo dijo Graciela Fernández Meijide en su momento de gloria. Y, para confirmar el aserto, apenas asumió como Ministra de Desarrollo Social recategorizó el geriátrico de su cuñado.
La sorpresa de los Kirchner fue mayúscula cuando un fiscal de Miami dijo que la valija con 800.000 dólares tenía por destino la campaña de Cristina. No sólo porque los tomó desprevenidos sino porque suponían que con la denuncia a Irán por la AMIA , es decir, contentando al lobby judío americano, se garantizarían protección y simpatía por parte de aquel país. Es la idea que tienen de Estados Unidos.
No saben cómo funciona USA; no sabían cómo funcionaba China. Y, como hemos visto, no saben cómo funcionan ni Francia, ni Colombia. No saben cómo funciona el mundo. Por eso terminan pasando de la falda de Ingrid al guardapolvos de la enfermera rescatada en Somalia y pronto ya no sabrán de qué prenderse. Se equivocan al elegir a sus interlocutores. No saben diferenciar quiénes son sus amigos y quiénes sus enemigos.
Después de los primeros exabruptos contra Washington, la Primera Dama eligió a Morales Solá para rendirse. “He disentido en algunas políticas recientes de los Estados Unidos, pero nunca fui antinorteamericana”, es la frase que el periodista pone en itálicas para dejar en claro que está citando. Al mismo tiempo, el futuro embajador argentino en USA pide “un gesto” de aquel país; es como si preguntase: ¿qué debemos hacer para ser perdonados?
¿A éstos teméis?
Para mitigar un poco la quemazón, el gobierno reinstala en los medios la “batalla” por la presidencia del Partido Justicialista. Es como si Kirchner dijese: afuera soy de palo pero adentro soy patrón.
En efecto, incapaz de ser “torazo en rodeo ajeno”, el ex presidente viene a oficiar de toro en rodeo propio, al amparo de la voluntad declinante de la dirigencia nativa. La idea es apropiarse del partido con los medios del Estado. Se trata además de un plan familiar: mamá en la Rosada , papá en el Partido y el nene –Máximo- formando a los cuadros juveniles del kirchnerismo. ¿Puede concebirse mayor degradación?
“Si hay gente que entiende de poder en el peronismo son los intendentes bonaerenses”, explica Néstor Kirchner. Traducción: quiere seguir contando con ellos como eslabones de la cadena de indignidad que empieza con el chantaje al cual él los somete con los fondos públicos y termina en el sistema clientelístico que ellos le imponen a la gente.
Sin embargo, lo único que se necesita para romper este sistema es pensar. Pero para eso hacen falta hombres libres.
A los intendentes se les presenta por lo tanto una opción: seguir en la esclavitud u organizar su independencia apoyando en la pelea por la conducción del PJ a un candidato que no represente al oficialismo. Así se invertirían los términos de la extorsión y el movimiento tendría una herramienta de lucha y un espacio de discusión. Si no, habrá que pensar que no les interesa erradicar la pobreza porque ésta es el mercado cautivo que les permite presionar a los gobiernos de turno al sólo efecto de mantener sus privilegios de círculo.
Las reacciones de la presidente frente al valijagate y el desempeño de su “comisionado” en Colombia demuestran que, cuando no tienen el aditamento de la protección mediática, la extorsión presupuestaria ni el manejo de aparatos; y cuando los interlocutores no son individuos degradados, ni condicionados por el uso de la chequera; más aún, son inteligentes, patriotas y están a la altura de las circunstancias, se enciende la luz y se ve a los Kirchner tal cual son.
Frente a esto, resulta más difícil de entender aún el grado de obsecuencia de la dirigencia local. Dan ganas de refregarles la fotografía de Néstor en la selva o de Cristina en su jardín y preguntarles: ¿A éstos teméis?
Ricardo A. Romano
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1 comentario:
Lamento profundamente que a este tuerto maldito no lo hayan secuestrado en la selva.
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