jueves, 10 de enero de 2008

SIN CRISTO

Santa Fe capital: Sin Cristo, sin pobres. La ciudad aristócrata
El Crucificado estaba allí, cerca del Intendente Mario Barletta. Ahora está en un barrio, cerca de los pobres. Corresponde.
Los pobres, ¿se irán de la ciudad blanca de una buena vez?
Quien no acepta a Jesús no soporta a los pobres.

Por Juan Carlos Sánchez

No diga que no se lo advertí.
Apenas Hermes Binner ganó la elección en la provincia y Mario Barletta la ciudad capital escribí algo sobre la posibilidad de que el olor a pobre molestase al nuevo estilo político. Cuando juraron los ministros y los secretarios municipales dije que Dios era el gran ausente.
Ante el silencio complaciente de muchos valientes de escritorio y de altar, como antes, cuando lo de Mons. Baseotto o lo de las presiones para instalar en la Argentina la cultura de la muerte y de la anti familia, este laico, al que no le importa que lo llamen de derecha ultramontana arqueológica, sale a decir lo que piensa aunque le cueste.

¿Sabe por qué? Porque soy libre, porque quiero. Porque me enorgullezco de lo que creo.

¿Fue Horacio Rosatti quien llevó un crucifijo a la intendencia santafesina? Allí estuvo soportando la presencia de santos y pecadores hasta que Mario Barletta lo donó a una capilla de un barrio marginal del norte de la ciudad hace unos días.
Bien, que Jesús esté entre los pobres es exactamente lo que a Él gusta. Pero que nadie crea que porque quita una cruz de un despacho u oficina se libra de Jesús…
Jesús es una incomodidad necesaria. La historia nos dice que las más poderosas civilizaciones crecieron al amparo de la Cruz al punto que el más grande imperio de la historia, el romano, fue vencido por el crucificado. Hoy gobierna espiritualmente el mundo desde Roma un alemán.

A Mario Barletta no se le exige cuidar de la fe de los santafesinos, tampoco descuidarla.
No fue elegido para colgar crucifijos ni para sacarlos pero es responsable de una ciudad y no debe olvidar que no hay mejor ciudadano que aquél que tiene y sostiene valores trascendentes. Tampoco que la gran mayoría de los electores son creyentes, muchos a su manera, otros con la fe del carbonero, pero creyentes. Aquellos que se alegraron de la donación del crucifijo municipal también son votantes creyentes.
Barletta es un intelectual prestigioso, ser intelectual es bueno pero no basta. Hay que saber leer la realidad sin dejarse engañar por cantos de sirena ni por el bullicio de minorías alternativas o anormales. Nos está pasando eso a los argentinos, los que apuestan a los extremos nos gobiernan, nos manipulan y nos inducen su pensamiento. Es moda.

Una cruz colgada más o menos no hace a la buena conducta de un pueblo pero la estimula. Ahora está entre los pobres de un barrio al norte de la ciudad. Esos mismos pobres y otros de otros barrios son los que verán vedado su ingreso a la ciudad con carros para buscar la basura del centro ilustrado.
Está bien que los carros no circulen por la ciudad y menos aún en el lamentable estado de inseguridad en que lo hacen. Hay que sacarlos de forma que no dañe más aún que su presencia.
Ibarra y Telerman transformaron las esquinas de Buenos Aires en depósitos transitorios de basura. Un asco. Martín Balbarrey apostó a los triciclos sin resultado. Las ciudades modernas desarrollan políticas de saneamiento y embellecimiento urbano y generan riquezas a partir de la basura. ¿Nosotros qué?

Pues el problema no es la basura ni la recolección de residuos ni los carros. El problema son los pobres y las comunidades exitosas lo primero que hacen es tratar las causas, eliminar a los pobres en este caso, no matándolos antes de nacer o por indiferencia sino elevándolos a una condición digna.
Sería bueno saber cual es el programa de erradicación de la excusión que tienen nuestros gobernantes. ¿Será sacar los pobres del centro y las cruces de las paredes? Pobres cristos.

El voto del centro le dio el triunfo a Barletta, admitamos que se lo debe. El voto de la periferia ratificará o no su gestión dentro de dos años cuando la renovación de concejales. Pero este es un problema de Mario Barletta y no de los ciudadanos, el problema de nosotros son los años por venir de gestión de Mario Barletta. Pueden ser buenos, ojalá que así sea. O no.
Porque contradiciendo el dicho popular, si a Barletta le va bien no necesariamente nos tiene que ir bien a todos los santafesinos. La perspectiva con que se mira la vida y la comunidad son diferentes desde las categorías universitarias y las populares. Por eso el voto peronista en la ciudad superó al progresista de la nueva alianza. Si no se divide dentro de dos años y de cuatro la ciudad retornará indefectiblemente a las manos de los perucas. Banda de iletrados clientelizados que juntan la foto de Perón con un dibujo del Gauchito Gil y de Nuestra Señora de Guadalupe. En sus hogares no hace falta colgar un crucifijo, allí está Jesús a gusto.

Y termino con una preguntita obligada: Los profesionales del Evangelio, ¿callarán? ¿No evangelizarán a quienes han perdido hasta la fe del carbonero? ¿A quienes más necesitan de los valores que el cristianismo instala en los corazones poniéndolos sobre ascuas?
Una gran misión en el centro, en las universidades, en las escuelas es lo que hace falta, mucho más que otra en la periferia, allí donde Jesús está firmemente clavado en la cruz en cada mujer u hombre o niño o anciano que sufre. Hay que confrontar con los blancos, con el mundo racional incrédulo y racionalista, progresista y moderno.

Dejemos por ahora en paz a los negritos que bastante tienen con su cruz.
Esa no pende de un clavo.



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