jueves, 8 de abril de 2010

ECONOMÍA DE MERCADO......


NotiAR - 08-Abr-10 - Opinión

http://www.notiar.com.ar/contenido/opinion/opi_10753.htm

La economía de mercado, los ciudadanos y la libertad

por Carlos Berro Madero
carlosberro@arnet.com.ar

"La lucha entre libertad y autoridad ha sido manifiesta en toda nuestra historia. La libertad se entendió siempre como una protección de los ciudadanos contra la tiranía de los gobernantes."
-John Stuart Mill

Si hubiera que aceptar algunas proposiciones que son evidentes por sí mismas para contener los límites de la nociva ingerencia estatal, las mismas podrían sintetizarse así:

1. La economía de mercado ha sido la base sobre la que se sustentó el período más notable de abundancia material e innovación técnica de la humanidad.

2. Lo antedicho está unido indisolublemente con el surgimiento y la supervivencia de la mayoría de los gobiernos representativos de estas tendencias.

3. El deseo de poseer y acumular bienes y propiedades está impreso en la naturaleza creativa de las personas, y es imposible erradicarlo.

4. La búsqueda de igualdad ilimitada ha sido siempre un falso argumento de los gobiernos totalitarios.

5. Si el mercado no fuera utilizado para determinar salarios y precios, por ejemplo, ¿quién decidiría el valor diferencial de bienes y servicios en un régimen de libertad?

El deseo natural de obtener y retener para sí ciertos bienes, inspirado en principios de propia conservación personal, ES UN INSTINTO PRIMARIO DEL HOMBRE. Por lo tanto, cualquier mecanismo que aumente el control sobre su iniciativa espontánea, chocará tarde o temprano con la evidencia de dicha realidad.

Soslayar esta cuestión ha sido siempre el recurso al que apelaron los gobiernos dictatoriales y autoritarios, creando estructuras burocráticas que pretendieron negar la naturaleza de la espontaneidad mencionada. De allí el reiterado fracaso de las políticas centralizadas en el poder del Estado.

Durante años, el comunismo expandió la base de su poder político infiltrándose dentro del sistema parlamentario, creando en él bloques revolucionarios que se dedicaron a desacreditar los regímenes democráticos y paralizaron su acción en provecho de la centralización de la economía.

Sus jerarcas habían comprendido que SIN PODER ECONÓMICO, ES IMPOSIBLE IMPULSAR NINGÚN PROYECTO POLÍTICO QUE PERMITA LA CONSERVACIÓN DEL PODER ABSOLUTO, porque el dinero ha sido, es y será, el motor principal del progreso de la sociedad, y la fuente de recursos esenciales que sostiene su fortaleza o precipita su debilidad.

En efecto, puede comprobarse fácilmente que la mayoría de los problemas que nos aquejan hoy día tienen relación directa con la mayor o menor aceptación que le concedamos a la administración de la moneda como una forma de auténtica independencia personal. Y la abundancia o escasez de la misma para poder atender los problemas de subsistencia.

Ningún dictador imagina el poder basado en cuestiones ideológicas solamente, sino en la capacidad de imponerlo a través de mecanismos de poderío económico provenientes de una "caja" centralizada y omnipotente.

La única forma en que dicho poder puede ser controlado, es mediante el establecimiento de un régimen de libertad para todas aquellas transacciones de los ciudadanos, en la medida que éstas no afecten sus intereses entre sí. De tal modo, el Estado debe sujetar su acción al control de dichas actividades lícitas y velar por las necesidades básicas de la población, esto es educación, salud, servicios públicos esenciales y poder de vigilancia para controlar los delitos y hacer cumplir las leyes votadas por todos a través de instituciones democráticas.

Es ésta la única actividad que debería aceptarse del gobierno, en tanto y cuanto el resultado de su intervención "tutelar", pudiera mantener de manera efectiva la igualdad de oportunidades para todos.

Existen muchísimas maneras de establecer regulaciones para controlar los eventuales desvíos que siempre acechan a la iniciativa privada, pero ninguna de ellas debe interferir con la libertad personal de los ciudadanos para desarrollar actividades lícitas frente a la ley.

El verdadero concepto de soberanía -tan vapuleado y en cuyo nombre se cometen tantas aberraciones-, implica de hecho la posibilidad de que los hombres puedan tener acceso a la calidad de libertad necesaria para poder ejercer su talento creativo natural. Sólo los gobiernos que se preparan para establecerse en forma infinita en el tiempo, son los que han destruido esta idea, jugando con una falsa sinonimia de "emancipación".

Por otro lado, siendo la economía una ciencia precisa que se preocupa por analizar los procesos generales de desarrollo, parece innecesario agregar -pero lo hacemos-, que la marcha de la misma deberá estar siempre organizada por quienes han aplicado sus conocimientos a esta materia.

La improvisación trágica de nuestra era, que ha establecido políticas de crecimiento sin responder a estos principios elementales de sentido común, ha llevado a la miseria a más de un tercio de la humanidad.

Hablamos concretamente de los líderes mesiánicos que pretenden intervenir sin capacidad alguna en procesos que deberían colocarse siempre en el marco de cálculos matemáticos muy precisos. Sin que ello implique -volvemos a repetirlo-, abandonar el trabajo para el mantenimiento prioritario de los principios de equidad e igualdad de oportunidades que hemos mencionado precedentemente.

Estos conceptos no han podido ser rebatidos hasta el día de hoy. Los tiranuelos que abundan por doquier, no pueden evitar que la evidencia de la naturaleza de las cosas los deje pedaleando en el vacío: tarde o temprano los asuntos de Estado, cuando se descarrila la economía, deben recurrir a la racionalidad de estos argumentos.

A veces, desafortunadamente, después de haber sometido a grandes penurias a toda la sociedad.

Finalmente, querríamos agregar que la ética, la moral y la solidaridad, -sobre las que tanto se ha escrito-, consisten casualmente en sostener la igualdad de oportunidades para todos como una forma de evitar el sometimiento del hombre a la opresión de las tiranías.

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