miércoles, 14 de abril de 2010
GOBIERNO IMAGINARIO
Gobierno imaginario
Las reflexiones de José Abdala nos dicen lo siguiente:
Señor Director:
Imaginemos que los jóvenes idealistas integrantes del Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, por nombrar a los grupos más destacados, con mayor cantidad de militantes y más organizados para la lucha, con una metodología aplicada donde el fin justificaba los medios.
A partir de este preámbulo me importa plantear el supuesto de su triunfo (para eso luchaban) y con esta perspectiva lograda, tener que vérselas con la toma del poder y por ende, el ejercicio del mismo.
Son muchas las preguntas que me planteo, y seguramente el debate da para más:
¿Cómo hubiesen resuelto el orden en la distribución de los cargos?
¿Qué tipo de preparación (prescindiendo del tema ideológico) técnica y profesional y cuanta experiencia en los cargos a cubrir?
¿Qué cantidad de militantes, ya no para la lucha y el adoctrinamiento, sino para empezar ahora con sus ideales a cuestas, con la obligación de llevar a la práctica su discurso y a resolver los problemas y las falencias adjudicadas a esa sociedad que combatieron?
¿Qué seguridades de acompañamiento (en esta epopeya auto adjudicada) por parte de una sociedad como la nuestra, que no ha demostrado con su conducta a través del tiempo, características que tengan mucho que ver con las posturas ideológicas declamadas e impuestas para su triunfo?
Resulta muy útil recordar (hay que tener memoria, dicen) los métodos empleados para la conquista del poder:
Atentados terroristas que produjeron muertes de inocentes, heridas físicas y espirituales, mutilaciones, destrucción de bienes materiales, robos y secuestros extorsivos, juicios a prisioneros que luego asesinaron, todo ello al margen de la ley.
La lista y los argumentos a exponer, no se agota aquí y siempre habrá algo más que decir, que contar, que opinar.
Ahora estamos conviviendo con el juicio a las Fuerzas Armadas, con la recordación y la puesta en escena de algunos actos repudiables cometidos por algunos de sus cuadros, en circunstancias a las que nunca se tendría que haber llegado.
La condena permanente al “proceso” y el ocultamiento de todo el accionar subversivo, permite abrigar la sospecha del temor a ser condenados por ello.
Conclusión: ¿Cómo sería nuestro presente en manos de estos personajes, conociendo los ejemplos históricos y actuales en el mundo, en el ejercicio del poder? ¿Estaríamos, hablando, opinando y debatiendo? Definitivamente NO
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