jueves, 12 de agosto de 2010

KIRCHNER EL CAPITALISTA


Néstor Kirchner: capitalismo de amigos y partido de Estado

por Pascual Albanese
Vicepte. del Instituto de Planeamiento Estratégico

Las repercusiones del cónclave que convocó en la reciente Exposición Rural de Palermo a los dirigentes de la Mesa de Enlace y a los jefes de los bloques legislativos de la oposición, el encuentro público de las cúpulas de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y la Unión Industrial Argentina (UIA) y la comida en el domicilio de Héctor Magnetto, que juntó a importantes dirigentes del Peronismo Federal y a Mauricio Macri, ratificaron un hecho incontrastable: el conflicto de fondo en la Argentina de hoy es resultado de la estrategia de concentración de poder impulsada por Néstor Kirchner, resumida en la conjunción entre el “capitalismo de amigos” y el “partido del Estado”.

Consecuencia de esa estrategia, basada en la confrontación permanente, es la aparición de una tendencia hacia la convergencia de un amplio y heterogéneo espectro de fuerzas sociales y políticas que, ante la agresión a la que se ven sometidas desde el gobierno, buscan aunar esfuerzos para impulsar una alternativa de poder al “kirchnerismo”.

La “kirchno-burguesía”

La edificación de ese “capitalismo de amigos” reconoce seis principales fuentes de acumulación, que determinan un sistema de distribución de beneficios hacia empresas “propias” y grupos empresarios aliados. En cada uno de esos seis rubros, existen distintas actividades y diferentes grupos empresarios involucrados:

1) Obras públicas: adjudicación de obras de infraestructura a empresas constructoras “amigas”. Asociación en las licitaciones públicas con los grupos empresarios del sector de la construcción, pertenecientes a la antigua “patria contratista”.

2) Servicios públicos: intento, ahora frustrado, de copamiento de Telecom. Adquisición del paquete accionario de empresas de energía eléctrica. Negocios vinculados con la aeronavegación comercial, conectados con la estatización de Aerolíneas Argentinas.

3) Actividades económicas fuertemente reguladas por el Estado: compra de parte del paquete accionario de YPF por un grupo económico cercano al oficialismo. Avance de otro grupo empresario “amigo” en el sector de los juegos de azar. Ley de medios audiovisuales de comunicación, ofensiva contra el Grupo Clarín y política orientada hacia la creación de una red de multimedios oficialistas amparada por el Estado.

El uso de fondos del Estado

4) Subsidios a sectores empresarios. Sistema de subsidios al sector del transporte. Utilización del sistema de subsidios de la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA). Empleo de los fondos acumulados por la Anses, derivados de la estatización de las AFJP.

5) Mecanismos de financiamiento del Estado: negocios vinculados con la renegociación de la deuda pública. Resurrección de los instrumentos de financiación estatal a través del sistema bancario argentino, similares a los de la época de la “patria financiera”.

6) Negocios de Estado a Estado: beneficios a empresas “amigas” en los acuerdos comerciales con Venezuela, y en la adjudicación de obras públicas y compras estatales realizadas por el régimen de Hugo Chávez. Triangulación de bonos argentinos adquiridos por el Estado venezolano.

Esta red de negocios del “capitalismo de amigos” excede la caracterización de corrupción individual. Es un fenómeno sistémico, que permitió la aparición de una “kirchno-burguesía”, de características análogas a la “boli-burguesía” venezolana prohijada por Chávez.

Sustento del poder político

Este núcleo de poder empresario es el sustento económico de un sistema de poder político concentrado, basado en el “partido del Estado”, que usa el arma presupuestaria como herramienta para el sometimiento de gobernadores e intendentes al gobierno central.

La condición para el desarrollo de esta estrategia de concentración de poder empresario es la apropiación y redistribución, realizada por y desde el Estado, del excedente de divisas generado durante la fase de acelerada expansión económica de los últimos años, derivada de un contexto internacional extraordinariamente favorable para la Argentina, signado por el ascenso de los países emergentes, encabezados por China y la India, con el consiguiente aumento de la demanda mundial de alimentos. Los fondos acumulados por las retenciones a las exportaciones son la principal fuente para la financiación pública de los negocios particulares de ese “capitalismo de amigos”.

Pero ese mismo fenómeno tiene una contrapartida que puede convertirse en antídoto. Por primera vez en la historia argentina irrumpe en el escenario una nueva burguesía nacional, que ya no es el fruto del proteccionismo estatal, sino de un largo proceso de reconversión empresaria, acumulación financiera y apertura cultural, iniciado en la década del ‘90, y que por impulso del cambio en las condiciones mundiales adquiere hoy el carácter de sector económico internacionalmente competitivo, capaz de participar en los juegos de poder del mundo globalizado.

Nueva burguesía nacional

La columna vertebral de esta nueva burguesía nacional es la cadena agroalimentaria, cuyo primer eslabón es la producción agropecuaria, que constituye el sector tecnológicamente más avanzado e internacionalmente más competitivo de la economía argentina, que en muchos rubros disputa por el primer puesto a escala mundial. Resulta entonces natural que haya sido el sector agropecuario, nucleado en la Mesa de Enlace, el protagonista de la derrota estratégica que sufrió el
“kirchnerismo” en el 2008, que de esta manera inició su ocaso político, profundizado por la derrota electoral de junio de 2009.

Pero este fenómeno de maduración excede a la cadena agroalimentaria. Incluye a una ancha franja empresaria que, a partir de la década del ‘90, ante el agotamiento del modelo prebendario, que terminó con la hiperinflación de 1989, produjo un proceso de reconversión acorde con el nuevo escenario mundial.

El poder en nuevas manos

Hasta el colapso de diciembre de 2001, el punto de concentración del poder económico en la Argentina residió en el Consejo Empresario Argentino (CEA), en el que predominaban los actores trasnacionales. Desde entonces, ese papel pasó a ser desempeñado por la AEA. Resulta emblemático que el primer titular de la AEA haya sido Luis Pagani, de Arcor, una empresa agroalimentaria de capital nacional nacida en el corazón de interior argentino.

Los resultados de estos cambios están a la vista. La alternativa que emerge frente a la conjunción entre “capitalismo de amigos” y “partido del Estado”, expresada por el “kirchnerismo”, es el camino hacia la constitución de un nuevo bloque histórico, fundado en la convergencia entre esta nueva burguesía nacional en ascenso, expresada en entidades como AEA y la Mesa de Enlace, y un poder político capaz de asegurar la gobernabilidad, para impulsar la inserción de la Argentina en este nuevo escenario de la economía mundial.

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