viernes, 15 de abril de 2011

EL FANTASMA DEL 2001



En las legislativas del 15 de octubre de 2001, el entonces llamado “voto bronca”, significó un 32% de abstención, más un 29% de votos nulos y en blanco. Más de un 60% del electorado no prefería a nadie. Nunca, desde 1916, con la sanción del voto secreto, universal y obligatorio, Ley Sáenz Peña, la no participación había sido tan alta, salvo durante el contubernio fraudulento de la “Década Infame”, cuando el Imperio británico imponía sus candidatos con la complicidad jenuflexa y obscena de la oligarquía. Ese octubre, encuestadores y analistas opinaban, "esta manifestación expresa claramente que el vínculo entre la ciudadanía y los políticos está muy deteriorado, por lo tanto se trata de llamado de atención para los dirigentes", explicaba Julio Aurelio, para Fraga, "es fundamental revertirlo, porque en una elección legislativa como esta fue una señal de alerta, pero en una presidencial puede acarrear graves problemas institucionales. Ahora la clase política debe revertir esta situación y demostrar que es creíble". Dos meses más tarde estallaba la República al grito de “Qué se vayan todos”.


En lo que va del año, la abstención en Catamarca y Chubut ha sido del 40%, en esta última con fraude incluido, en Salta del 32%, gracias a las maravillas del voto electrónico que todo lo puede y el candidato más lindito del PJ; las internas del PJ Federal tienen una participación tan baja que De Narváez, alarmado, propuso que se hagan de una vez y punto. Y sí, en el Litoral se repitió el papelón de Capital, sobre un padrón de algo más de 3 millones de electores, sumando Chaco, Misiones, Entre Ríos y Corrientes, votaron 33.500, el 1,10% del padrón, o sea una elección prácticamente inexistente. De seguir con la tendencia, en la próxima ronda electoral, en Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy y Tucumán (¿porqué no La Rioja y Salta?) lo más probable es que voten menos del 1%, provocando una crisis interna tal vez insuperable.


Estos datos de la realidad no tienen registro en los medios, que, invariablemente, al igual que los candidatos, hablan de la “extraordinaria participación”, convencidos como están con que negando el fantasma la crisis no sucede. O, algo peor aún, creyendo que los argentinos son opas. De todas formas, es imposible negar el poder de los medios. Es enorme. La nota que antecede, en donde se nos anoticia de la Revolución en Islandia no es un dato menor de la realidad, más allá de lo pequeño que es el país de los volcanes, su escasa población, todo lo que quieran. La toma del poder por parte del Pueblo, organizado en Asambleas, reformado la Constitución los mismos ciudadanos, un grupo de 25 está en su redacción, de 552 que se anotaron con el simple requisito de tener más de 30 firmas que los acompañaban, nacionalizando la banca, ordenando la captura internacional de los banqueros estafadores y prófugos, decidiendo el no pago de una deuda externa, invariablemente fraudulenta, hablan de una epopeya en paz digna de todos los aplausos.


Sí, la Revolución en Islandia se hizo sin disparar un tiro (tal vez sea ese su peor pecado) y sin que haya que lamentar ni un muerto. Digan si semejante acontecimiento no es para una revista Viva o un suplemente especial de La Nación cuando menos. O para una semana editorial de 678, para quienes la política internacional pareciera estar sujeta a los discursos del orate venezolano o a los dictados del sumo sacerdote de la isla caribeña. No, acá nos enteramos de ella por vía de la prensa alternativa, bloggera.


En octubre de 2001, ni los medios ni la clase política obviaron el mensaje de la sociedad, descreída de la política ante el vacío moral legado por la década menemista y la ineptitud paralítica de la Alianza, continuadora de la política económica instaurada por Domingo Cavallo, agente de la Trilateral Comisión en la Argentina, con una corrupción institucional que a la vista del 2011, no deja de ser una anécdota. Hoy día, la manipulación de medios y encuestólogos, ad lateres de la clase política en esta nueva crisis, no deja de ser una sorpresa, sobre todo, cuando los principales medios de la Argentina están supuestamente enfrentados al poder gobernante, y el único guarismo que supera a la intención de voto de CFK es la abstención, lejos, la gran ganadora. Ahí el sistema se abroquela y estrecha filas. Nada puede ser peor que el infierno tan temido del 2001.


Curiosamente, un movimiento pacífico, bien de clase media, que con la tímida y burguesa herramienta revolucionaria de las cacerolas, más la herejía de Democracia Directa perpetrada por las Asambleas durante casi medio año, le mete un miedo al poder dominante, muy superior al pregonado por troskistas y bolcheviques, siempre tan obvios, tan identificables, en definitiva, compañeros de ruta del Capitalismo en el último siglo, responsables de caos, la miseria y la barbarie en que está sumida la Humanidad, sin ley ni paz.


De hecho, el movimiento asambleario del 2002 fue abortado por derecha y por izquierda. Néstor Kirchner se ganó la simpatía de Duhalde sobre todo por haber molido a palos a tal novedosa fuerza política, con grupos de choque del gremio municipal y de un club de box de Río Gallegos, exactamente un mes antes de que en el Puente Avellaneda fueran fusilados Santillán y Kostecki. No sólo lo disolvió a palos, cadenas, incendiando los autos de los principales referentes, sino que gracias a la buena gestión de su agente de prensa en Buenos Aires, Miguel Bonasso, nadie se enteró del mal carácter del candidato. Alberto Fernández, hombre de Magnetto, terminó con el trámite, haciéndolo apto, el “mejor” presidenciable. Los 4 años de Néstor Kirchner fueron un romance con el Grupo Clarín en donde ambos crecieron geométricamente en negocios y acuerdos.


Más allá de esta componenda, en estos años de hegemonía K, fueron las asambleas la forma original en que encontró la ciudadanía un formato para expresar sus protestas, organizarse, defenderse, ya sean las torpemente manipuladas por el PC ecologista, en los conflictos con las mineras, -asambleas ambientalistas de trocha angosta-, en el caso emblemático de la de Gualeguaychu, o, en el peor enfrentamiento que soportaron los K durante su reinado, en el conflicto con el campo, en donde los chacareros encontaran en las asambleas de autoconvocados la herramienta ideal para participar, por sobre las super estructuras de la Mesa de Enlace. Negar la eficacia de las Asambleas, a esta altura, es pueril. Dudar de su capacidad para autogestionar una República, no deja de ser un interrogante. Amerita reflexión y debate, cualquier cosa menos esto se permite, sobre todo cuando el sistema representativo, aquí y en el mundo, sigue haciendo agua por miles de agujeros. Cualquier cosa se le puede achacar a las Asambleas del 2002, menos mentir, robar, matar. Dudo mucho que la clase política argentina quede excenta de estos pecados, sea cual sea su filiación partidaria y responsabilidad electiva.


Cuando uno abre un email de algún sector de oficialismo, a mi me llegó uno de “La Corriente”, sorprende el lenguaje estructuralista, gramsciano, conforme el cual los candidatos de la oposición son los candidatos del Monopolio, léase Clarín, el cual, a como sea, pretende instalar en la apática ciudadanía un referente que pueda inquietar al omnipotente triunfalismo del modelo, montado en la intención de voto positivo de CFK, la cual supera por 27% al hijo de Alfonsín. Daría la sensación de que el Plan Perfecto de los K es competir en unas elecciones en donde el opositor sea Macri o ninguno, instalando la sensación en la sociedad de que si no gobiernan ellos nadie puede hacerlo. Paradigma del pensamiento único; fascismo de media calada y taco aguja. Así las cosas, el mensaje es completo y eficaz. Quieren meter miedo con el lumpenaje al cual pareciera que cuando se le da la gana le sueltan la correa. Por un lado Moyano con los Iveco Boys, por el otro, los K, con los capucha pasados de paco. Poco y nada le resta a la política en estos casos, tan sólo retirarse, cosa que está haciendo la ciudadanía antes que nadie.


La verdad es que lo van logrando. No cuentan, nuevamente, con los imponderables de la salud de la Presidenta, que, inexorable, le está mandando mensajes no demasiado codificados. Si dentro de dos meses, CFK se baja de las elecciones presidenciales de octubre próximo, por motivos de salud y familiares, sí, dentro de mil años, el oficialismo no tiene plan B ni posibilidad alguna de entusiasmar a la ciudadanía con una interna abierta, simultánea, obligatoria en agosto. El radicalismo ya se ha bajado de esa alternativa y el Proyecto Sur lo más probable es que se parta en dos o tres antes de esos días.


Hoy día Clarín insiste con la figura de Carlos Reutemann, cuando el santafesino decidió bajar la persiana. No compite, no lo hace al menos en una escudería en donde las gomas son recapadas, los mecánicos truchos, el combustible está adulterado. No, el Lole se bajó en serio y la corporación mediático empresarial no se resigna.


El patetismo de Duhalde apesta, queriendo cargarse la República al hombro con 33 mil votos, -lo que ha sumado en Capital y el Litoral-; no mucho más se puede esperar de este nefasto personaje que llegó a la política de la mano del fusilamiento de los candidatos del peronismo de Lomas, que reportaban serias militancias, Duhalde tan sólo era abogado de un gremio, entró como candidato suplente, allá lejos, en 1973.


Muchos me dirán que la situación económica del 2001, corralito incluido, poco tiene que ver con la actual bonanza, con récords de cosechas y recaudación impositiva. La verdad, seriamente, creo que el corralito de los K es mucho más efectivo y perverso que el de De la Rua. La clase media tiene liquidados sus ahorros, hoy día inexistentes, fagocitados por una inflación galopante que lo único que le permite es derretir sus tarjetas de crédito. 160 mil millones de dólares se han reportado en bancos del exterior, las reservas del Banco Central en Basilea, flotan, esperando que algún Juez con mal trago le empiece a dar la razón a los fondos buitres. El dólar, en este insólito país que le da entidad a esta moneda depreciada en todo el mundo, día a día sigue trepando la escalera, con un pronóstico de 5 pesos para fin de año. La mitad de la masa laboral en negro, son el correlato de una CGT conducida por empresarios. Sí, es cierto, todavía falta para que el fantasma del 2001 se ponga a aullar como un mal viento. Lo que no sé es cómo se las seguirán ingeniando los medios para ocultar este panorama. Porque esta vez en el griterío también van a estar incluidos ellos.

por Eduardo Linares

Publicado por Eduardo Linares

No hay comentarios: