martes, 20 de abril de 2010

EL BASURAL


EL BASURAL QUE CULTIVA MACRI


Cultivo la polución…
en julio como en enero
para el vecino sincero
que confió sin condición…
y para el cruel que se queja…
del basural en que vive
no le barro… ni le limpio …
le cultivo polución G.B (perdón…José Martí)



Lo que se presenta hoy desde la jefatura de gobierno de la ciudad como una aparente impotencia por algunas supuestas serias obstrucciones de gestión que se aplican desde la presidencia, ya se advierte como una lisa y llana inoperancia del propio jefe de gobierno.

Y quien esto escribe no necesita aclarar que no pretende quitarle culpas de nada a las prácticas de interferencia de este matrimonio.

Mauricio Macri lleva ya suficiente cantidad de tiempo en el gobierno de la ciudad como para haber encarado, o quizás apenas promovido una mejoría en el gravísimo desastre de la polución callejera reinante.
Por causa de su inacción, nos obliga a aceptarla cada día.

Ningún gobernador, ningún intendente, e incluso ningún capataz de una estancia abandonada … por su propio criterio de higiene mínima, por su más elemental concepto de vida más o menos digna, permite, acepta y deja avanzar la proliferación de cientos de basurales en un completo estado de descomposición en casi todas las esquinas de la ciudad que campean en esta Capital Federal.

Incluso hasta con la protección y el estímulo de las autoridades.

Los derechos humanos de los cartoneros, los contratos infames de las empresas de traslado de residuos cuya inutilidad supera todo nivel de indignación y la inexistencia absoluta de control de los barrenderos, convirtieron a la Ciudad en una gran cloaca a cielo abierto.


Y la insólita pasividad de la ciudadanía ovejuna que en vez de quejarse como corresponde, sólo atina a murmurar en voz baja, completa un cuadro realmente dantesco que sin embargo, “todos a una” ya hemos metabolizado mansamente. Un cuadro de horrores, que se integra a nuestro paisaje cotidiano de la vida.

Macri quiere ser presidente.

Es verdaderamente insólito. Pintoresco y hasta panglosiano.

Lo que permite extrapolarse de tan alarmante probabilidad, es que acaso la República íntegra haya sido elegida por este verdadero “ingeniero en veneno ambiental” para ser usada como depósito de material tóxico y como territorio conquistado por el cartonerismo victimizado. Todo desfila frente a nuestros ojos con el candor del pavo.

El torrente de turistas que circula diariamente por las calles de la ciudad ha visitado muchas capitales carentes de higiene pública.
Saben de ciudades sucias.

Un ejemplo de ellas es Lima y el otro es La Paz.

La polución por el abandono de residuos descompuestos de cualquiera de esas dos ciudades no llega al 3% del Gran Basural Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires.

Para encontrar algo parecido debe uno trasladarse a Sudán o a Haití.

No hay otras opciones.

Cristian Frers , un experto ambientalista nos dice textualmente :
“En la Ciudad se generan distintos tipos de desechos muy tóxicos que pueden convertirse en contaminantes y originar problemas ambientales y por lo tanto afectar muchísimo la calidad de vida de sus habitantes”.
1. residuos sólidos provenientes de viviendas, comercios, empresas de servicios, instituciones públicas (salud, educación), industrias, barrido de calles, entre otros.
2. efluentes líquidos de igual procedencia.
3. residuos patogénicos de particulares y de centros de salud .


Se ha calculado que en una ciudad de dos millones de personas entran cada día 4.000 toneladas de alimentos, 1.200.000 de agua y 20.000 de combustible.
Los residuos no son menores:
Alcanzan a 900.000 toneladas de aguas residuales, 1800 toneladas de contaminación aérea y 19000 de residuos.
Ratas y cucarachas seguramente van a votarlo al ingeniero.
Los cartoneros también.
Con eso tiene bastante masa crítica de apoyo.
Agréguese a los empleados de las empresas de camiones de basura que ya han entrado en el negocio… y que se reparten las ganancias con los cartoneros por zona, aceptando dejarles en la vía pública (sin recoger) algunos elementos que se pactan previamente.
En otras palabras, una vez que pasan los recolectores, lo que queda es un escenario bastante peor.
Ni el daño a la salud, ni el cuadro de toxicidad y polución ambiental, ni la dantesca escena de vergüenza que queda al alba parecen ser aceptadas como responsabilidad por el ingeniero Macri.
Orgulloso de este desastre generalizado y ni siquiera habiendo resuelto en medio milímetro el problema caótico del tránsito, se dispone a poner combustible a su candidatura a presidente de la República, cuando el 25 de mayo próximo proceda a reinaugurar el Teatro Colón.
Unos 300 invitados extranjeros deberán saltar las montañas de basura y bolsas despanzurradas que se yerguen a solo 30 metros de ese edificio.
La corrupción y la inutilidad parecen ser virtudes imprescindibles para ser candidato a presidente de la República.
Lic Gustavo Adolfo Bunse
gabunse @yahoo.com.ar

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