viernes, 15 de abril de 2011

SIN CRISTINA

Alfredo Leuco
¿Sin Cristina?
La desaparición temporal de Cristina de la escena pública potenció las especulaciones políticas sobre lo que ocurriría si esa ausencia fuera definitiva en el panorama electoral.¿Que pasaría si la presidenta finalmente decide no ser candidata a la reelección? Es la inquietud que recorrió ansiosa todos los despachos de los ministros y también, las mesas de arena, donde la oposición diseña sus estrategias. Es uno de los subproductos de la hipotensión crónica que obligó a la presidenta a un riguroso reposo.

Esa enfermedad no hizo otra cosa que amplificar el debate que ya se venía desarrollando puertas adentro del poder sobre una posibilidad que produce pánico entre los cristinistas más fanáticos que tienen su vida política absolutamente atada a la suerte y a las decisiones de Cristina Fernández de Kirchner. Como es regla en el oficialismo, nadie se atreve ni siquiera a reflexionar sobre este tema en público. Un rayo fulminante paralizaría el futuro del que cometiera semejante osadía.

El verticalismo concentrador de poder tan característico de los Kirchner produce esos silencios y esos temores. El cambio ha sido muy grande. Hasta ahora todo era euforia.

Las encuestas y el vigor del crecimiento del consumo fortalecieron cierto triunfalismo que solo se permitía especular si la victoria se iba a producir en la primera en la segunda vuelta. Muchos consultores se preguntaban sobre el porcentaje de la diferencia que Cristina le iba a sacar a todos los competidores. Algunos arriesgaron cifras asombrosas. Doris Capurro, por ejemplo, aseguró que Cristina ya supera el 50% de los votos. ¿Escuchó bien? Cinco de cada diez argentinos van a votar para que la presidenta siga hasta 2015. Si este pronóstico audaz se verificara en la práctica estaríamos ante un hecho histórico superior al peronismo y al menemismo en su nivel de adhesión electoral y en su permanencia en el poder.

El gran problema es que pocos proyectos dependieron tanto de una sola persona como este. Cristina Fernández es el único pilar sobre el que se asienta una construcción compleja que nuclea a sectores y dirigentes antagónicos. ¿Quién otro podría hacer confluir en una misma urna a Hebe Bonafini y Carlos Menem, por ejemplo? No hay nadie mas que ella capaz de juntar a Luis D’Elía con Ramon Saadi. O a Horacio Verbitsky con Daniel Scioli. O a Florencia Peña con Gildo Insfran. Son el agua y el aceite. Aglutinar opuestos es tal vez el mayor mérito de Cristina. Y también su mayor peligro. Pero estos casos son extremos. La realidad demuestra que si Cristina no es candidata por cualquier motivo se produciría una hecatombe en su fuerza política? ¿O alguien cree que Hugo Moyano y Juan Manuel Urtubey podrían compartir un mismo espacio si ella diera un paso al costado? Son personas que expresan posturas ideológicas y metodologías que están más cerca de la pelea que del consenso.

Conviene subrayar que solo estamos imaginando distintos escenarios. Especulando sobre lo que podría ocurrir si Cristina decide irse a su casa al fin del mandato por agotamiento físico, enfermedad, cuestiones afectivas ligadas a su condición de madre o simplemente por una táctica política de preservación. Hay una pregunta que les hace correr frío por la espalda a todos los kirchneristas. ¿Quién sería el candidato a presidente? ¿Quien sería el heredero momentáneo, el bendecido por el dedo de Cristina? El único que tiene alta imagen positiva y una importante intención de votos es Daniel Scioli.

Ese solo dato serviría para augurar por lo menos dos listas del oficialismo. Los mas peronistas que están con Cristina solo por conveniencia se encolumnarían detrás del que pueda garantizarle mantenerse en el poder, es decir Scioli.

Pero los menos peronistas que están con Cristina por convicciones ideológicas y también en algunos casos por negocios deberían armar rancho aparte. ¿Quién sería su candidato? ¿Carlos Zanini, Juan Manuel Abal Medina? No acusan peso en la balanza. Insisto. Nadie se tiene que hacer los rulos porque por ahora no hay nada confirmado. Cristina todavía no dijo que si ni que no. Esa falta de definiciones es la que abre tantas preguntas. Esa ausencia temporal multiplicó los sueños opositores. Y también las pesadillas del oficialismo.

No hay comentarios: