domingo, 11 de abril de 2010

DELACIÓN


Castellanos - 10-Abr-10 - Opinión

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EDITORIAL
Un sistema de delación y de obediencia

Así definió Elisa Carrió el proyecto del gobierno de tomar examen a los jueces cada cuatro años, evaluar sus condiciones y eventualmente someterlos a un juicio político.

Si el sistema se aplicara en todos los ámbitos, aún entre los políticos que acceden a cargos electivos, tal vez sería algo equilibrado porque todo el mundo estaría en igualdad de condiciones. Pero para ello debería alcanzar a toda la escala pública. Maestros, médicos, músicos, docentes, hasta los mismos gremialistas. Tal vez descubriríamos quienes no saben hacer la O con un vaso y quienes están suficientemente preparados. Pero el país sería, entonces, una permanente mesa examinadora en la que todos se ocuparían más por preparar sus exámenes que por trabajar en lo que deben, ergo, los exámenes serían los que más desviaran a cada uno de su actividad específica.

Los kirchneristas se dividen en hiper y ultra. Los primeros lo son en exceso, los segundos rebasan la medida. A primera vista parecerían lo mismo y en realidad lo son, como tanto y cuanto eran en otra época hiper y ultra menemistas. En el fondo adolecen de un trastorno de la memoria o, según otros analistas, de la moral, pero no se dan cuenta.

Alejandro Rossi, un hiper-ultra, mandadero de la primera hora, que es abogado y tiene título demostrable y presentable, se sintió un jurisconsulto al presentar el proyecto como si fuera propio, feliz que el proyecto fuera avalado por las autoridades de su propio bloque y sus habituales asesores en temas judiciales, que seguramente no lo conocían de antemano.

Ricardo Recondo, titular de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional (AMFJN), definió claramente la situación: "Esto es nada más la caja de Pandora que abrió la Presidente cuando hizo esa crítica masiva e innominada generando un manto de sospecha a todos los jueces diciendo que están tarifados o están alquilados o incluso metiéndose en la vida íntima de una jueza".

La realidad es que el kirchnerismo está buscando el control de los magistrados. No volver a tener sobresaltos provocados por quienes, desde otro poder, quieren imponer la letra de nuestra Constitución Nacional. Cuando desde el gobierno se habla de "nuestro proyecto", en realidad se está hablando de "nuestra voluntad", una voluntad que no conoce límites, ni siquiera legales o constitucionales.

Es realmente problemático esto de los tres poderes para quien quiere disponer de todo el poder. Es grave que nos quieran convencer de que el sentido de las palabras de la constitución varía según los puntos de vista, y que el poder judicial no es sino una aristocracia, especialmente para quienes confunden aristocracia con oligarquía. Tanto para Rossi como para Alak, el ministro de Justicia, cuando la Constitución habla de la inamovilidad de los jueces y establece que sólo pueden ser separados del cargo a través de un juicio político, sólo está planteando un enfoque de la situación, algo fácilmente rebatible sin que el espíritu sea cambiado.

La realidad, también en este campo, está superando a la ficción. Si se logra un poder judicial sumiso y a eso se suma un poder legislativo ausente, la ecuación de poder que pretende Néstor Kirchner, se habrá concretado y su proyecto, es decir, su voluntad, será soberana.

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