sábado, 24 de abril de 2010

KK DEMOLEDORA


NUEVA ESTRATEGIA ELECTORAL: DE LA FRAGMENTACIÓN A LA DESTRUCCIÓN

Para repuntar, Kirchner quiere demoler las candidaturas de Macri, Cobos, Solanas y Duhalde

El riesgo es que los ataques del oficialismo terminen beneficiando a sus blancos.


Por Carlos Tórtora

Hasta el año pasado, la premisa fundamental de la estrategia electoral de Néstor Kirchner era la fragmentación. Si Eduardo Duhalde, Mauricio Macri, Julio Cobos, Elisa Carrió y Fernando Solanas llegan a las urnas, la fragmentación del voto sería mayor aún que en el 2007. Entonces, el empate entre Roberto Lavagna y Elisa Carrió les impidió a ambos llegar a la segunda vuelta, porque el gobierno obtuvo más de 40% y 20 puntos de ventaja. La fragmentación ideada por el kirchnerismo para el 2011 era todavía mayor, a los efectos de asegurarse de que nadie pudiera levantar cabeza en la segunda vuelta. Pero a partir de que el gobierno puso en marcha la reforma política, el objetivo de la fragmentación fue cediendo. Empezó a crecer en Olivos la preferencia por el bipartidismo, a través de internas abiertas, simultáneas y obligatorias con requisitos muy exigentes, como para que sobrevivieran pocas fórmulas. El saldo sería que el Frente para la Victoria y la UCR se repartirían el 80%, yendo así a una segunda vuelta sin influencia de terceras fuerzas. Pero las encuestas se empeñaron en contradecir esta ingeniería electoral. Solanas siguió creciendo, absorbiendo a kirchneristas arrepentidos. Macri, aunque golpeado por el caso Ciro James, conservó un nivel importante de adhesiones. Cobos, por su parte, aunque la pasó mal por haber votado con el gobierno contra Redrado, tampoco se desmoronó. Ni que hablar de Francisco De Narváez que, aun con impedimentos constitucionales para ser candidato, mide bastante bien. O el caso de Carlos Reutemann, que sin hacer nada sigue alto en las encuestas. Y Eduardo Duhalde también lentamente también empezó a crecer. Mientras tanto, Kirchner sólo está a la par de Cobos, Macri y Reutemann. Con las cuentas sobre la mesa, en Olivos habría reinado el espanto. La fragmentación podría significar que Kirchner no llegue a la segunda vuelta, quedando tercero. Y ni que hablar en el caso de alianzas como Cobos-De Narváez, Duhalde-Macri o Reutemann-Solá. Entonces, ante los riesgos de la fragmentación y las dificultades para imponer el bipartidismo, nació una tercera fase.

El descabezamiento

En los últimos 60 días, ya que los presidenciables no se desmoronan, el gobierno habría decidido darles un empujón. La nueva operación consiste en demoler a los adversarios para reducir la cantidad de presidenciables y aumentar entonces -en teoría- el caudal de Kirchner. Así es que Macri, que hace dos años era el opositor elegido por los Kirchner para encabezar la centroderecha, pasó a ser el blanco de una feroz persecución judicial que aprovecha todas y cada una de sus numerosas torpezas. Con respecto a Cobos, los habituales ataques del oficialismo se convirtieron en un bombardeo masivo como nunca hubo en la historia de los conflictos entre presidentes y vices. Y por último le llega el turno a Solanas, con el caso del espía Roberto Larrosa, asesor de Claudio Lozano. El kirchnerismo ve que la clase media progre de la Capital se fue con Proyecto Sur y cree que, golpeando a sus dirigentes, el supuesto desprestigio de los mismos hará que sus seguidores vuelvan a pensar en Kirchner. Reutemann también viene recibiendo embates, en este caso cifrados, como son las amenazas de su ex esposa. A esta lista le falta Duhalde. Pero no tanto, porque en Olivos ya tendrían preparados no una sino varias acusaciones con la idea de salpicar su imagen.

La cruzada K para degollar presidenciables parte de la premisa de que los ataques del gobierno deterioran a sus oponentes o les hacen perder credibilidad ante la opinión pública. Sin embargo, bien puede ocurrir que este razonamiento sea totalmente errado. Pese a que está a días de quedar procesado, las mediciones sobre Macri no revelan ninguna catástrofe. Y Cobos se desgastó sólo por acercarse al gobierno, pero los ataques de éste, por el contrario, lo consolidan. Para no ser menos, Solanas descorcha champagne cada vez que el gobierno ataca a Proyecto Sur, porque la sociedad no les cree a los funcionarios y, aparte, recibe el regalo de subirse al escenario mediático como primer actor. La destrucción en marcha de los presidenciables, como van las cosas, puede convertirse en un perfecto boomerang. De ser así, la fragmentación electoral seguiría en pie, ahora contra la voluntad de los Kirchner. Es difícil predecir qué vendrá luego de la destrucción si ésta fracasa. Tal vez sea lisa y llanamente el adelantamiento de las elecciones, para evitar que el tiempo marchite el actual veranito K.

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