lunes, 6 de septiembre de 2010

PAPÁ QUE TE LEO



Por Alejandro Borensztein,

* Humor político

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Osvaldo Papaleo, fue el secretario de Prensa y Difusión del gobierno de Isabelita y uno de los alfiles de López Rega. En aquella época, desde ese cargo, se controlaban radios, canales, gráfica, cine y expresiones culturales en general.
En 1974, los amigos de Papaleo entraron a los canales y le explicaron a sus dueños que era mejor que se fueran a sus casas . Goar Mestre (canal 13), García (canal 11) y Romay (canal 9), entendieron inmediatamente la sugerencia, sobre todo porque les pusieron un revolver en la cabeza a cada uno.
Una vez que ocuparon los canales ¿a que no sabe a quién echaron primero? Exactamente: a mi viejo, Tato . Le prohibieron pisar un canal acusado de hacer “humor elitista”. Mi papá reclamó que al menos le pagaran su contrato.
La respuesta fue una ráfaga de ametralladora en el frente de casa . Nos vino muy bien, porque el hall del edificio ya estaba viejo y había que reciclarlo. Para que mi viejo no se sienta solo, empezaron a prohibir a muchos otros artistas, así le hacían compañía y no se aburría. A algunos más afortunados, los mandaron a pasear al exterior a través de una agencia de viajes que, creo que era de primera clase porque se llamaba Triple A. Entre mediados del 74 y fines del 75, hizo furor. Viajaban todos: Luis Brandoni; Héctor Alterio; Mercedes Sosa; Norman Brisky; Luis Politti; Tomás Eloy Martinez; David Stivel, y tantos más. Un éxito.
Los que no viajaban se quedaban paseando por Buenos Aires. No iban mucho al cine porque tampoco había demasiado para ver. En esa época existía el Ente de Calificación Cinematográfica, dirigido por Miguel Paulino Tato (imposible olvidar ese nombre), bajo la batuta de López Rega y Papaleo.
Prohibieron tantas películas que en todos los cines daban la misma: “Lo que el viento se llevó”, pero sin los besos de Clark Gable. Incluso prohibieron “La Patagonia rebelde”, donde dicen que usted hizo de extra. Sin saberlo, estos paladines de la libertad, frustraron su carrera artística.
La prohibición sobre mi viejo, dicho sea de paso, duró por el resto del gobierno de Isabel y la gestión de Papaleo, y siguió los primeros 3 años del Proceso. Ya que estaban … Con las radios tampoco había problemas. Salvo Continental, y un par más, las demás eran todas del Estado, pero hay que reconocer que se podía elogiar al Gobierno con absoluta libertad. La única radio donde el gobierno permitía que lo critiquen, era Radio Colonia.
Los medios gráficos también andaban fenómeno. Había tantos diarios y revistas que, para hacer un poco de lugar en los kioscos, decidieron prohibir algunos: entre muchos otros, prohibieron el diario Noticias con Bonasso y Verbitsky; el diario Crónica de García; la revista Satiricón con Blotta, Cascioli, Mactas, Dolina, Fontanarrosa, Osky, Guinzburg, Abrevaya, y tantos más.
¿A que no sabe qué diario clausuró Papaleo por 10 días, para coronar la faena? No me lo va a creer: La Opinión. El decreto de clausura preparado por la Secretaría de Prensa y Difusión, acusaba al diario de Jacobo Timerman de pertenecer “a la subversión antinacional y buscar, no sólo deteriorar la imagen del Gobierno, sino destruir sus instituciones, provocar la guerra entre hermanos y sumir la nación en el caos”. Lindo, no? Por eso, cuando el martes vi que nuestro canciller (Timerman) aplaudía y se abrazaba con Papaleo me caían lágrimas de emoción . Sin duda, el paso de Héctor Timerman por la administración pública ya está en la historia, aunque no precisamente como un lord inglés. Bastante más cerca del peladito de “El Show de Benny Hill”, que de Winston Churchill.
Compañero Jefe, usted bien sabe que a la Compañera Jefa y a usted, yo los banco y los llevo en mi corazón, más allá de nuestros negocios bilaterales. Por eso, me permito sugerirle que cuando se alzan voces en nombre de la libertad de expresión, es bueno recordar lo que pasó en aquellos tiempos, que no fue otra cosa que el aperitivo de lo que vendría después, y que gracias a Dios, ha quedado definitivamente atrás. Esto vale para todos. También para usted.
Eso sí, la próxima vez, antes de abrir la boca, fíjese bien quién es el muñeco que le sentaron al lado suyo, por las dudas. Con todo respeto, por supuesto.

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