martes, 7 de septiembre de 2010

A DAR EL PRIMER PASO !!!


LA OSADÍA DEL PRIMER PASO

Por Alberto Medina Méndez

Nuestras sociedades contemporáneas están plagadas de personajes timoratos, carentes de principios y repletos de prejuicios que se especializan en esgrimir un concierto de excusas para explicar porque no hacen lo que dicen, y saben, que hay que hacer.



Cada vez que algo genera temor, afloran este tipo de actitudes que nos dejan a mitad de camino entre lo que suponemos que debemos hacer, y lo que finalmente resulta de nuestro obrar cotidiano. La inacción le gana al discurso y allí aparece la pregunta de rigor ¿ para cuándo el primer paso ?.



Muchos problemas de la vida actual, resultan complejos. Sus abordajes implican la necesidad de un diagnostico profundo, que nos lleva a recorrer largos caminos, inundados de imprecisiones, preguntas sin respuestas y teorías sin confirmar.



En ese escenario, que sucede en la gran política pero también en lo doméstico y personal, los seres humanos hemos desarrollado a lo largo de nuestro zigzagueante recorrido, un extraño mecanismo de “defensa”.



Se trata de ese que nos invita a NO DAR EL PRIMER PASO. Sabemos que los problemas que enfrentamos requieren de soluciones que conllevan un gran esfuerzo, una perseverancia a prueba de cualquier claudicación y profundas convicciones que funcionen como motor.



Sin embargo, todos, en mayor o en menor medida, preferimos encarar temas menores, de jerarquía inferior, con una expectativa de resultados más rápidos y frustraciones más breves. Por eso vivimos en esta permanente situación de coyuntura, de corto plazo.



El mundo está gobernado por la ansiedad de lo circunstancial. Por eso las agendas de los gobiernos no incluyen los asuntos más importantes, sino solo los urgentes. Los grandes temas, los que realmente implican significativas reformas, no pueden exhibir resultados en la inmediatez y sus consecuencias positivas solo aparecerán como consecuencia de la continuidad en las políticas y de cierta tenacidad en la aplicación de estrategias. Pero esa dinámica está en clara discordancia con lo electoral. Los gobiernos precisan mostrar gestiones que resuelvan problemas ahora y no después de los procesos electorales. En ese contexto, las agendas de políticas públicas están inundadas de cuestiones de cabotaje, de vuelo corto.



Todas las energías están puestas al servicio de lo que se pueda mostrar pronto. Por eso no abundan proyectos de largo plazo, esos que realmente cambiarán las fisonomías de nuestras sociedades, porque el que pone la piedra fundacional, desarrolla la idea y proyecta sus sueños, seguramente no será el que disfrute de los beneficios de esa visión.



Los grandes saltos de calidad en la historia de las comunidades, se dieron cuando ese grupo de individuos, con más de generosidad que de mezquindad, se animaron a dar un primer paso. Fueron los osados, los audaces, los capaces de ver mas allá de sus narices, los que pudieron dejar un legado a las generaciones futuras.



Los cambios trascendentes, las revoluciones en serio, llevan años, a veces décadas, y pocos pudieron ver en vida el impacto real de su pensamiento. Repasando solo tramos de nuestro devenir, se puede visualizar con claridad que los hombres y mujeres que cambiaron el mundo no siempre tuvieron la chance de ver el resultado de sus actos, de sus ideas, de sus audaces convicciones.



Ellos creyeron en algo, soñaron con ello, y se animaron a dar el primer paso. Sabían que se exponían a críticas, muchos de ellos arriesgaron sus vidas en el intento, y algunos las perdieron en ese deambular, justamente por jugarse por esa mirada.



Cuando hacemos una aproximación al mundo actual, no podemos menos que preocuparnos al ver como a nuestro alrededor reina el corto plazo, lo coyuntural, lo circunstancial, lo efímero. Algunos pocos se permiten soñar. Pero a poco de andar, los más de ellos, terminan abortando antes de empezar o son vencidos por el sistema que solo parece priorizar el reino de la inminente.



Muchos ciudadanos del mundo repiten a diario, diagnósticos acerca de lo que nos pasa. Y hasta es probable que esas miradas encuentren gran adhesión en muchos sectores de la comunidad. Se acuerda fácilmente en relación a la gravedad del problema, como también de la necesidad de abordarlo con premura, y hasta se coincide en una nómina de acciones que habría que poner en marcha para empezar a recorrer ese camino.



Sin embargo, allí queda. Solo en intenciones. Lo grave, es que al no poner esas ideas en práctica solo consiguen generar impotencia, desazón y una secuencia interminable de pensamientos que solo nos consumen, restándonos energías para enfrentar los desafíos.



Sin duda alguna, nos faltan lideres con coraje, con cierto costado heroico, con grandeza, sin mezquindades, con la mirada larga y dispuestos a inmolarse por lo que le dejarán como legado a las generaciones futuras, lo que incluye a sus hijos y a sus nietos.



Tal vez haya que decir que esa valentía necesaria, esa capaz de resistir la critica del presente para ganarse un lugar en el futuro de cada comunidad, sigue sin aparecer, probablemente por falta de amor. Solo así se puede explicar que todos los días elijamos en nuestra matriz de decisiones, priorizar lo inmediato, eso que nos toca de cerca, que nos impactará en lo inmediato, dejando de lado todo aquello que es trascendente y que permitirá a nuestros seres queridos, disfrutar de un mundo mejor.



Sobran ejemplos. Abundan ideas. Pero nos falta el coraje de dar el primer paso, dejar de buscar excusas que justifiquen porque no nos enfocamos en los grandes problemas que nos aquejan, esos que merecen nuestro esfuerzo, que son difíciles y a los que superarlos será tarea de generaciones, con resultados que no veremos porque no nos alcanzará la vida terrenal para ello.



La agenda del presente es rica en problemáticas complejas que merecen ser encaradas con ideas nuevas, profundidad, perseverancia y convicción. Pero para ello, aun nos queda la desafiante labor de encontrar a esos atrevidos que viven en cada uno de nosotros mismos, para luego juntar fuerzas y espíritu para tener la osadía del primer paso.

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