sábado, 4 de septiembre de 2010

EL TUERTO TENSA LA CUERDA


Kirchner tensa la cuerda

por María Zaldívar

Después de setenta años protagonizando la política argentina, pocos son los defectos que el peronismo puede disimular. En aras de su propia subsistencia ha ideado una curiosidad única en el mundo: la oposición interna, a partir de la cual un grupo de peronistas critica ácidamente lo que hace otro grupo de peronistas con tal virulencia que un desprevenido podría pensar que pertenecen a partidos políticos diferentes. No resulta casual que los criticados son siempre los peronistas gobernando pues durante la gestión, esto es con las manos en la masa, el ADN peronista alcanza su esplendor autoritario y discrecional. En ese original encuadre, ellos vienen a ser los peronistas “malos”; los otros, los peronistas “buenos” despotrican desde el banco, mientras se toman un respiro de la última gestión de la que participaron y esperan la siguiente. Y así se van alternando.

Si los Kirchner se venían pareciendo al peronismo más recalcitrante del que se tenga memoria, las últimas semanas lo han coronado con el manotazo oficial sobre dos empresas de servicios, ambas del ámbito de la información. Dejar a una compañía con más de un millón de usuarios sin la licencia para proveer servicios de internet con la burda excusa de estar incurriendo en alguna infracción administrativa menor y atropellar a una importante empresa proveedora de papel para diarios con falsas denuncias de ilegalidad accionaria después de casi cuarenta años de existencia, son torpes acciones que desnudan la clara intención de los gobiernos peronistas de acallar el disenso, monopolizar la distribución de noticias y digitar desde el poder el acceso de los habitantes a la información.

Para ello, el matrimonio Kirchner ha destapado la misma olla que mantuvo cerrada desde su acceso al poder. Usaron la bandera de los derechos humanos para perseguir militares y promover ex terroristas a puestos claves mientras repartían interesantes sumas en indemnizaciones y subsidios entre organizaciones y abogados dedicados al lucrativo negocio de la victimización y la industria del juicio al estado nacional.

A la proliferación de indigentes con la mano extendida esperando la dádiva oficial a cambio de aplausos en los actos presidenciales se suma ahora la aparición de ex terroristas contando una versión falaz de lo ocurrido.

Los ´70 fueron una época dramática de la Argentina que no habilita a quienes optaron por irse del país a sentirse más castigados que quienes nos quedamos padeciendo el clima de violencia salvaje que impuso a la sociedad el terrorismo transnacional. Rehenes de una locura importada del “paraíso” cubano, los desprevenidos habitantes nos vimos obligados a trabajar, estudiar y deambular entre bombas y secuestros, aprendiendo sobre la marcha cómo conservar la vida en medio de una guerra que no habíamos declarado y que no queríamos.

Si existe en el universo algo peor que la guerra probablemente sean sus secuelas. El hombre contra el hombre expuesto a los instintos que la civilización ha intentado moderar por siglos más el horror de la muerte son dramas suficientes. Sólo un monstruo puede buscar rédito en el dolor ajeno. La manipulación de aquellos episodios, tarde o temprano, va a obtener el debido rechazo de toda la sociedad y recién ese día los argentinos encontraremos la paz que nos robó el terrorismo primero y la política sin escrúpulos luego. No falta tanto.

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