domingo, 6 de abril de 2008

AUTOCONSPIRACIÓN BIPOLAR

Por Humberto Bonanata
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La lección de grandeza que brindó el campo al convocar a una tregua por treinta días y mantenerse en estado de alerta y movilización ante las promesas incumplidas de cuatro años y medio del primer kirchnerato y la irracionalidad de la heredera consorte al trono de barro que le dejó su marido, contrastaron con los cambiantes cinco mensajes pronunciados en tan sólo en ocho días –circo lumpenesco incluido- y muestran que la sociedad argentina desde el 25 de marzo –fecha del primer cacerolazo en las grandes ciudades- ya no será la misma.


Tampoco será la misma la relación del kirchnerismo en el poder con sus votantes del 28 de octubre, muchos de ellos chacareros y relacionados con el mayor aporte que tuvo el tesoro nacional durante el gobierno de Néstor Kirchner. Una primera parte de gobierno con viento de cola que parece comenzar a hacer aguas en las cuentas fiscales, motivo principal de la acumulación que sostuvo al prebendarismo y fortaleció al hegemonismo nacido el 25 de mayo de 2003.

Por ello pueden equivocarse quienes crean que la delegación gubernamental en la persona de su mujer comenzó hace sólo 105 días. Los Kirchner el mes que viene cumplirán 60 meses en el poder y los apoyos ciudadanos en las calles no sólo fueron para el campo sino con “efecto bronca” ante los salarios que la inflación diluye semanalmente, trayéndonos a la memoria algo que en la “infame” década de los noventa creíamos superados.

Por ello –y para descomprimir su carácter alterado- y quitarle presencia histórica a la Gesta de Malvinas, decidió prohibir el uso de la palabra a un ex combatiente que sólo deseaba expresar sus vivencias como soldado en el acto oficial organizado supuestamente para tal fin.

La gente se cansó. Les perdió no sólo el respeto sino el miedo. Los conoce tan autoritarios como endebles, tan prepotentes como inútiles ya que desde que el campo se convirtió en “factor de poder” con apoyo ciudadano, no dejaron error por cometer.

D’Elía es Kirchner y lo representa en su modo patoteril como siempre gobernaron Santa Cruz. Nada haría, a pesar de su intemperancia, sin la quiescencia del matrimonio gobernante. Dice lo que su amo no debe decir y es el encargado de diluir las pacíficas manifestaciones ciudadanas con sus “fuerzas de choque”, a las que nosotros desde hace tres años llamamos “círculos kirchnerianos” .

Como si los desaciertos y enemigos fueran pocos, la delegada presidencial montó en cólera contra la prensa al acusarla de desestabilizar su “gobierno” al reclamar transparencia institucional, hecho burlado en cada acto de gobierno. La prensa, como “enemigo bipolar” puede constituirse junto al campo y los partidos políticos –si se deciden- en los verdaderos potenciadores del malestar social que explotó en marzo.

Si no deponen la soberbia enfermiza y no encuentran sus fantasmas en sus propios actos, el gobierno –no el sistema- habrá sufrido el comienzo sin fin de quebraduras y el determinante de cómo y cuándo terminará esta historia que se precipita con final incierto.

Humberto Bonanata

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