viernes, 4 de abril de 2008

UN ANTES Y UN DESPUÉS

Nuevo Encuentro


Hubo un antes y un después
Un valioso análisis de Omar López Mato sobre el conflictivo momento político actual en el país.


Muchos creen que la Revolución Francesa fue la consecuencia de las ansias desmedidas de principios abstractos como libertad, igualdad y fraternidad. ..
Podían haber sido estas palabras inspiradoras para un grupo de intelectuales que se solazaban con ejercicios mentales, pero para el pueblo que salió a la calle, las causas que lo empujaron fueron otras más tangibles: la falta de alimentos por el encarecimiento de los productos agrícolas que debían soportar impuestos desmedidos.
Resulta que los reyes de Francia para mantener su lujoso tren de vida, habían tercerizado la recaudación de impuestos.
Una serie de empresas privadas le daba una cifra fija al monarca a cambio de que ellas pudiesen recaudar los impuestos, negocio que le dejaba pingües ganancias, pero sembraba el descontento entre los agricultores franceses.
La Fermé General, así el nombre de estos recaudadores, era la responsable de cobrar los diversos impuestos como la taille, la gabelles, los aides, la douane y la capitation. A pesar del charme francés, tantos impuestos solo creaban inquietud popular, desatando "la guerra de la harina", preámbulo de la revolución.
De estos tiempos de escasez es que surgen los cuentitos infantiles con los que nos hostigaron durante nuestra infancia ¿Por qué
Pulgarcito debe irse de la casa? Porque la cosecha fracasó y los hijos mayores debieron partir para proveerse su propio sustento.
Pero eso es otra historia.
La furia revolucionaria se desata cuando la presión impositiva es desmedida y cuando se percibe que los impuestos no trabajan para el pueblo (como les gusta publicitar a los gobiernos). Es lo que pasó durante The Boston Tea Party en los Estados Unidos y lo que de una u otra forma desintegró al imperio español.
La mentada autodeterminació n de 1810 tenía como intención gobernar el flujo de dineros y dejar de enviarle los gravosos diezmos a los Borbones españoles.
Este elemental principio que enseña la historia y que resulta casi perogrullesco, es lo que nuestros gobernante no han registrado o prefirieron desafiar creyéndose dueños de un poder absoluto semejante al de los monarcas europeos del Siglo XVIII y XIX.
Los argentinos hemos vivido en estos días un episodio que refleja esta norma histórica de enfrentamientos por pretensiones desmedidas. Gente que jamás vio una vaca más que durante la Exposición de Palermo, se sumó al reclamo del campo porque instintivamente percibieron que al igual que en el poema de Martin Niemöller (erróneamente atribuido a Berthol Brecht) si no se hacía algo, los próximos iban a ser ellos.
Si la excusa oficial es "como te va bien te saco a vos", todos se ven próximos en la línea de exacciones.
La codicia estatal que cada día quiere más para hacer menos, ha cansado a todo el mundo.
Se quedan con una tajada enorme de los que producen la gente del campo, aumenta el endeudamiento externo, subsidian hasta el aire que respiramos y encima ¡quieren más!
Tal voracidad es inconducente, más cuando no tenemos gas, ni electricidad, ni caminos (que son una trampa mortal por la falta de inversión) ni cloacas, ni agua corriente que solo abunda los días que nos inundamos.
El tiempo de los monarcas absolutistas ha llegado a su fin.
Sería bueno, muy bueno que las autoridades relean la historia para saber que le pasó a la otra presidenta que tuvimos cuando aplicó políticas restrictivas como las que hoy asolan las góndolas y comercios.
Sería muy bueno además que deje de criticar las riquezas ajenas cuando la señora se luce con un reloj que no podría sacar a la calle porque poco le habrá de durar en la muñeca con los niveles de inseguridad que nos toca vivir a los demás ciudadanos menos afortunados.
Pocas veces en la historia (sólo Marcelo T. de Alvear y Roque Sáenz Peña) hayan llegado a la presidencia con una riqueza declarada como la de nuestra mandataria ¿paga ella el 70% de sus ganancias al fisco? Me atrevería a decir que no.
Algo cambió el 25 de marzo, la sociedad dio un mensaje claro, está en la inteligencia y el buen discernimiento de las autoridades que sepan entender lo que se quiso decir, sino van a pagar las consecuencias que les impone la historia por ignorantes y soberbios.

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