sábado, 2 de febrero de 2008

REFLEXIONES

Reflexiones por Bernardo Neustadt
A nadie se le ocurrió llamar por teléfono y pedir auxilio a la policía. O a la gendarmería. O a 1.000 católicos que los debe haber en la Capital sin corazón, para que también ellos tomaran “su casa religiosa”. 5.000 católicos y turistas pasan por día por la Casa de Dios. En las 6 horas de “la toma”, hubo ausentismo.

Por Bernardo Neustadt

A mis amigos y amigas,

A nosotros, los católicos, “la culpita” nos hace sentir en pecado mortal. A “Santa Hebe” la desaparición de un hijo le da valor celestial. Ante nuestro silencio, ella puede ir con 18 acompañantes a la Catedral... defecar en los confesionarios o, más prolija, instalar baños químicos ante el altar mayor. ELLA con 18 piratas más de su misma índole, y su abogado, el líder maldito pueden más que los millones de católicos que dice tener la Argentina. Más que aquellos que marchan a Luján o a San Nicolás.

Permanecen 6 horas, reciben el cheque de 4 millones que antes firmó Cristina Fernández de Kirchner, con destinos absolutamente inciertos y que NUESTRA ESPERANZA RUBIA decide pagar, tal vez porque todos tenemos pecados veniales.

A nadie se le ocurrió llamar por teléfono y pedir auxilio a la policía. O a la gendarmería. O a 1.000 católicos que los debe haber en la Capital sin corazón, para que también ellos tomaran “SU CASA RELIGIOSA”. 5.000 católicos y turistas pasan por día por la Casa de Dios. En las 6 horas de “la toma”, hubo ausentismo.

Hebe de Bonafini, la nueva “VÁNDALA NACIONAL” tomó la Catedral, los baños químicos contienen su “pipi mágico” y hasta que yo sepa ningún católico fervoroso o no, dijo una letra, no ya una palabra. La heroína de esta toma dolorosa salió victoriosa con su cheque de 4 millones para una universidad de las Madres, que alega servir a la educación del odio y del rencor. Nosotros mudos, cobardes, tal vez perdedores de la fe volvimos a nuestras casas, a nuestras vacaciones. Tal vez convencidos que Dios no existe. No se equivoque somos los católicos argentinos los que no existimos. ¿Qué nos pasó, murió nuestra fe? ¿Ya los santuarios no son sagrados? Ayer, una niña rubia de 11 años, rusa, me preguntó: “¿para que nacimos, Berni?”, y yo le contesté “para dar, para servir, y aun en la mayor tolerancia evitar que nos defequen encima. Y además pagar.”

Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres, paz a los hombres del Señor.

Nunca pensé que me podía morir de vergüenza.

“LA CRUZADA KIRCHNER – HEBE” lo está consiguiendo.

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